sábado, 10 de octubre de 2020

El siglo XX, la caída de los Imperios; y el Sistema-mundo.-a

El Imperio Soviético, nunca fue tan grande, y duro menos tiempo  como el Imperio Británico, nunca domino la cuarta parte del mundo;  

Salacot (en este caso, del Segundo Imperio francés) es un icono del
 colonialismo de las áreas tropicales del planeta.

El siglo XX fue la centuria, de la  caída y desaparecieron de los  Imperios europeos que gobernaron el Mundo durante siglos. Cayeron los Imperios coloniales mas importantes, que fueron: El Imperio Británico, que gobernó la cuarta parte del mundo, el mas grande de la historia; El Francés, el segundo imperio colonial mas importante; El Holandés; El Belga; El Italiano, El Alemán; Ademas se desintegraron los Imperio supranacional de Austria-Hungría; Rusia, y su reencarnación El Imperio Soviético; y el Imperio Otomano.

Ultimo Imperio de Historia

Alineaciones del mundo comunista en 1980: pro-soviéticos (rojo); pro-chinos (amarillo); y Corea del Norte y Yugoslavia como no alineados (negro). Somalia había sido pro-soviética hasta 1977. Camboya (Kampuchea) había sido pro-China hasta 1979.


El Imperio soviético es un término utilizado por los historiadores, a la URSS, y su fuerte dominio sobre muchos estados bajo su área de influencia, que eran estados vasallos, dependencias o clientes. Los países  bajo dominio soviético son: Bulgaria, Cuba, Checoslovaquia, Alemania Oriental, Hungría, Mongolia, Polonia, Rumania, Yugoslavia (hasta 1948, debido a la Ruptura Tito-Stalin), Vietnam (a partir de 1976), Albania (hasta 1961 debido a la división chino-soviética) y Corea del Norte (hasta 1950).

Estados vasallos.

Las naciones  que eran parte del Imperio Soviético  eran países oficialmente independientes con gobiernos separados que establecían sus propias políticas, pero esas políticas tenían que permanecer dentro de ciertos límites decididos por la Unión Soviética y ejecutados por la amenaza de intervención de pacto de Varsovia: ( Hungría en 1956 , Checoslovaquia en 1968 y Polonia en 1980 ).

Se atribuye tradicionalmente a la URSS. como un imperio, por  el libro de Richard Pipes La formación de la Unión Soviética (1954). [The Formation of the Soviet Union (1954)]  

Colonialismo.

También se ha argumentado que la Unión Soviética practicaba el colonialismo al igual que otras potencias imperiales. Los marxistas maoístas argumentaron que la Unión Soviética se había convertido en una potencia imperialista mientras mantenía una fachada socialista. Parte del nacionalismo ruso contemporáneo considera que la URSS es una continuación del Imperio ruso y, por lo tanto, considera la expansión geográfica y política de la Unión Soviética como continuación y logro adicional de la etnia rusa.

El Imperio soviético fue el ultimo gran imperio de la historia, el ultimo en caer en el año 1991. Con la caídas de los Imperios, a provocado muchas consecuencias: surgieron una gran cantidad de nuevos países, aumentando los actores internacionales en la sociedad mundial; y auge de globalización en todos ambitos.



Nuevos países

países del mundo

El siglo XX fue propenso a la aparición de nuevos Estados nacionales hasta entonces nunca antes vistos. La caída de los imperios supranacionales y coloniales, y del bloque socialista provocó el nacimiento de decenas de nuevos países que componen la mayor parte del mapamundi actual.
El siglo XXI no parece ser tan dramático ni pródigo creación de nuevos estados, como el anterior, pero ya ha visto el nacimiento de nuevos Estados y probablemente verá más en el futuro. Unos reconocidos por la comunidad mundial, otros independientes de facto, a todos estos Estados los une el único deseo de determinar su propio destino.
Los estados nuevos son: Timor Oriental, Montenegro, Sudán del Sur, Kosovo, Abjasia y Osetia del Sur, Donetsk y Lugansk.


Globalización 


Globalización 

La globalización es un proceso económico, tecnológico, político, social y cultural a escala mundial que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo, uniendo sus mercados sociales a través de una serie de transformaciones sociales y políticas que les brindan un carácter global. 

La globalización es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por la sociedad y que ha abierto sus puertas a la revolución informática, llegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones nacionales e internacionales.

Este proceso originado en el seno de la civilización occidental y que se ha expandido alrededor del mundo en las últimas décadas de la Edad Contemporánea (segunda mitad del siglo XX) recibe su mayor impulso con el fin de la Guerra Fría, y continúa en el siglo XXI. Se caracteriza en la economía por la integración de las economías locales a una economía de mercado mundial donde los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a escala planetaria («nueva economía») cobrando mayor importancia el rol de las empresas multinacionales y la libre circulación de capitales junto con la implantación definitiva de la sociedad de consumo. 

El ordenamiento jurídico también siente los efectos de la globalización y se ve en la necesidad de uniformizar y simplificar procedimientos y regulaciones nacionales e internacionales con el fin de mejorar las condiciones de competitividad y seguridad jurídica, además de universalizar el reconocimiento de los derechos fundamentales de ciudadanía. En la cultura se caracteriza por un proceso que interrelaciona las sociedades y culturas locales en una cultura global (aldea global), aunque existe divergencia de criterios sobre si se trata de un fenómeno de asimilación occidental o de fusión multicultural. En lo tecnológico la globalización depende de los avances en la conectividad humana (transporte y telecomunicaciones) facilitando la libre circulación de personas y la masificación de las TIC y el internet.

 En el plano ideológico, los credos y valores colectivistas y tradicionalistas causan desinterés generalizado y van perdiendo terreno ante el individualismo y el cosmopolitismo de la sociedad abierta. Los medios de comunicación clásicos, en especial la prensa escrita, pierden su influencia social (cuarto poder) frente a la producción colaborativa de información de la Web 2.0 (quinto poder).

La valoración positiva o negativa de este fenómeno, o la inclusión de definiciones alternas o características adicionales para resaltar la inclusión de algún juicio de valor, pueden variar según la ideología del interlocutor. Esto ocurre porque el fenómeno globalizador ha despertado gran entusiasmo en algunos sectores, mientras en otros ha despertado un profundo rechazo (antiglobalización), habiendo también posturas eclécticas y moderadas.


Sistema-mundo

la caída de los imperios que gobernaron durante la edad contemporánea y moderna, favoreció el sistema mundo y la globalización. 

La perspectiva del sistema-mundo, también conocida como economía-mundo, o teoría, enfoque o aproximación analítica de los sistemas-mundo (expresión original en inglés World-systems approach) es un desarrollo de la crítica postmarxista que intenta explicar el funcionamiento de las relaciones sociales, políticas y económicas a lo largo de la historia en el planeta Tierra. Es una teoría historiográfica, geopolítica y geoeconómica con gran vigencia y aplicación en las relaciones internacionales.

Orígenes

Técnicamente hablando, la teoría o análisis sistemas-mundiales no es una verdadera teoría, sino más bien un fructífero planteamiento para el análisis y el cambio social. Este análisis se ha desarrollado principalmente por los siguientes autores: 
Samir Amin, Andre Gunder Frank, Immanuel Wallerstein y Giovanni Arrighi con contribuciones importantes de Volker Bornschier, Peter Turchin, Andréi Korotáyev, Janet Abu Lughod, Tom Hall, Kunibert Raffer, David Wilkinson y otros. 
La aplicación de la cliodinámica (aplicación de la cliometría, ciencia analítica que utiliza de manera sistemática la teoría económica, la estadística y la econometría para el estudio de la Historia económica) por algunos de estos autores mediante simulaciones matemáticas de los ciclos históricos ha aportado notable solidez a los planteamientos de los primeros teóricos.
La teoría crítica que desarrolla el sistema-mundo recoge tanto la tradición marxista como la tradición de la Escuela de los Annales francesa, especialmente al autor Fernand Braudel quien utilizó por primera vez las expresiones "economía mundial" y "economía-mundo".
La propuesta del sistema-mundo se asienta, entre otros, en uno de los presupuestos o tesis que proponen un desarrollo del capitalismo en el que el imperialismo se constituiría en su culminación o máxima representación. Esta posición ha sido para el marxismo del siglo XX una constante. El imperialismo, como fase superior del capitalismo es un concepto acuñado por Lenin,​ quien también usó los términos periferia y centro (centro-periferia) como idea para analizar la economía y la política internacional.

Immanuel Wallerstein, uno de los más destacados autores en la teoría 'sistema-mundo' usa, básicamente, la misma terminología. Wallerstein caracteriza el 'sistema-mundo' como una serie de mecanismos que redistribuyen los recursos desde la 'periferia' al 'centro' del imperio. En esa terminología el 'centro' es el mundo desarrollado, industrializado, democrático —el primer mundo—, y la 'periferia', mundo subdesarrollado o tercer mundo junto con los mal denominados países en vías de desarrollo o semiperiféricos, estos últimos son los exportadores de materias primas, la parte pobre del mundo, el mercado mediante el que el centro explota a la periferia (periferia y semiperiferia). Esta tesis se enfrenta a la posición ortodoxa y tradicional de la bondad del desarrollo económico que produce necesariamente el comercio internacional y que repercutiría positivamente no solo en el centro sino también en la periferia.

Sistema-mundo:
  • Centro (Países desarrollados)
  • Semiperiferia (Países en vías de desarrollo)
  • Periferia (Países subdesarrollados)

Wallerstein, ubica el origen del régimen actual de sistema-mundo en el siglo XVI en la Europa occidental y lo define como un sistema social con sus reglas, estructuras, normas y funcionamiento propio que responde a su lógica interna.

El sistema-mundo, según Wallerstein viene definido por cuatro características temporales:

  • Ciclos cortos que representan las fluctuaciones de la economía, y
  • Ciclos largos que indican tendencias más profundas y duraderas representando el desarrollo económico y su posterior declive.
  • Contradicción, término que indica un problema irresoluble en el propio sistema, generalmente referente a los intereses a corto plazo frente al largo plazo. Por ejemplo el problema de la caída del consumo, derivado de la bajada de salarios que en principio aumenta el beneficio de las élites capitalistas a corto plazo, pero que a largo plazo esa disminución de salarios tiene un efecto negativo reduciendo la demanda para el producto y por tanto los beneficios.
  • Crisis. La última característica temporal es la crisis, que tarde o temprano se produce cuando se dan una serie de circunstancias que rompen la estructura del sistema.

La perspectiva del sistema-mundo

La esencia de la teoría de sistema-mundo requiere la siguiente premisa, como ha indicado el economista chileno Osvaldo Sunkel, representante del neoestructuralismo económico.

La interpretación sugiere que el sistema capitalista internacional contiene un núcleo internacionalizado de actividades, de regiones y de grupos sociales de diversos grados de importancia en cada país. Estos sectores comparten una cultura común y un modo de vida, que se expresa con los mismos libros, textos, películas, programas de televisión, grupos similares de organización de familia y de vida social, estilo similar de la decoración de hogares, edificios, muebles y diseño urbano. A pesar de barreras lingüísticas, estos sectores tienen una gran capacidad para la intercomunicación que no tienen las personas marginales del mismo país que hablan la misma lengua (...) La modernización implica el reemplazo gradual de la estructura productiva tradicional por otra con capital intensivo (...) Por una parte, el proceso de la modernización incorpora en las nuevas estructuras los individuos y a los grupos que son necesarios para que ese tipo de racionalidad triunfe y prevalezca; por otra parte rechaza y expulsa a los individuos y a los grupos que no tienen lugar en la nueva estructura productiva o que carecen la capacidad de adaptarse a ella.
Es importante enfatizar que este proceso no sólo previene o limita la formación de un grupo o clase social nacional emprendedora propia, según lo indicado por Furtado, pero también de una clase media nacional (...) e incluso de una clase obrera nacional. La implantación de la modernización introduce una separación que divide a los distintos segmentos sociales (...) en este proceso, algunos empresarios de la clase social emprendedora nacional se incorporan como ejecutivos a las nuevas empresas transnacionales (multinacionales), otros quedan marginados; algunas empresas también incorporan a algunos profesionales, formando a la parte del personal técnico y del segmento de empleados, pero el resto está completamente marginado. Por tanto la parte de la oferta de mano de obra que se considera cualificada o apta se incorpora al proceso, mientras que el resto queda marginada.

Los efectos de la desintegración de cada clase social tienen consecuencias importantes para la movilidad social. El empresario marginado se añadirá probablemente a las filas de los pequeños fabricantes o la manufactura artesanal, o abandonará su actividad independiente y se convertirá en un empleado de clase media. Los sectores marginados de la clase media formarán probablemente un grupo de gente frustrada -de una clase media más baja- que intenta mantener el aspecto de la clase media -alta o media- sin mucha posibilidad de movilidad ascendente y aterrorizada por el peligro de su proletarización. Los trabajadores marginados se sumarán a las filas de marginalidad absoluta creciente, donde, como en la clase media más baja, el resentimiento y la frustración se acumularán (...) finalmente, es muy probable que una movilidad internacional se corresponda con una movilidad interna, particularmente entre los sectores internacionalizados (...) el proceso de la desintegración social que se ha descrito aquí probablemente también afecta a las instituciones sociales que son básicas para los grupos sociales y que les permiten su expresión.

Por lo tanto, tendencias similares a las descritas para la sociedad global se van a encontrar dentro del estado, de la iglesia, de las fuerzas armadas, de los partidos políticos que tienen gran implantación popular, de las universidades etc. [Sunkel, O. Capitalismo transnacional y desintegración nacional en América Latina, 1972, p. 18-42]


 La dependencia por la consolidación del sistema-mundo consolida el empobrecimiento y el retraso de los países pobres producido por la posición periférica que estas naciones tienen en la división del trabajo internacional. El desarrollo del sistema-mundo capitalista instaura una inamovible distinción entre naciones del centro y las naciones de la periferia.


Fernando Henrique Cardoso resume la esencia las teorías de la dependencia de la manera siguiente:

  1. Hay una penetración financiera y tecnológica del centro capitalista desarrollado en los países de la periferia y de la semi-periferia

  2. Lo que produce una estructura económica triplemente desequilibrada: 1) dentro de las propias sociedades periféricas, 2) entre ellas y 3) entre ellas y el centro del sistema.

  3. Lo que limita el crecimiento autónomo de la periferia

  4. Lo que favorece la aparición de nuevos modelos específicos en las relaciones entre clases sociales y producen nuevas relaciones

  5. Que reclaman cambios en el papel del estado –para garantizar el funcionamiento de la economía y la articulación política de la sociedad-, cambios que contienen, dentro de sí mismos, focos de contradicción -irresolubles y sin articulación social posible- y de desequilibrio estructural (Cardoso, 1979)



Giovanni Arrighi propone -en el análisis realizado en el libro `El largo siglo XX' (1995)- la idea de que la lógica de la acumulación a escala mundial depende de las subidas y bajadas y en la sucesión de épocas de regulación y de desregulación.

La acumulación de capital comenzará por primera vez en la desregularizada Venecia y continuar en el regulado período genovés de capitalismo,; le seguirá la era desregularizada holandesa y el período regulador británico; finalmente llegará la hegemonía de los E.E.U.U., que - después de 1945 - era un modelo regulador pero que, desde finales de los años 70, sin embargo, como nos indica Arrigí cambia a un modelo desregularizado de capitalismo del mundo.

Aparición y evolución de los períodos de acumulación del capitalismo y desplazamiento

  • De Venecia a Génova
Venecia (desregularizado) -- Génova (regularizado)
  • De Génova a Ámsterdam y de Ámsterdam a Londres
Holanda (desregularizado) -- Reino Unido (regularizado)
  • De Londres a Nueva York
EE.UU. (regularizado) hasta 1945 -- EE.UU. (desregularizado) desde 1945
  • De Nueva York a Pekín
EE.UU. (desregularizado) -- China (regularizado)


A menudo el lamentado final de la era keynesiana tiene una base real. Las conclusiones de Arrighi se dirigen a la existencia de un patrón de acumulación y de desplazamiento del capitalismo del mundo. Otros analistas del sistema-mundo están de acuerdo con Arrighi en que la subida del capitalismo financiero y la declinación del capitalismo productivo están conectadas siempre con los cambios importantes en la localización de los centros del capitalismo del mundo, primero de Venecia a Génova, seguida por el cambio de Génova a Ámsterdam, de Ámsterdam a Londres, de Londres a Nueva York, y de allí brevemente al archipiélago capitalista del Este de Asia (Japón) para quizás continuar por el sur de Asia.

Arrighi también introdujo una noción importante: la coexistencia entre ‘’diferentes lógicas’', ya que el declive de un centro de acumulación de capital y la aparición de un nuevo centro emergente pueden coincidir durante años. El modelo secuencial de Arrighi del capitalismo del mundo es también una interpretación histórica de la vieja noción marxista de la expansión financiera: de una etapa de desarrollo de capitalismo productivo (basado en la producción y comercio de productos) se pasa a una etapa final de desarrollo de capitalismo financiero (basada en la especulación financiera). Siguiendo a Arrighi, podemos mantener que las estrategias reguladoras conllevan un crecimiento débil en la era veneciana, holandesa, y americana, mientras que la aparición de la desregulación y un gobierno territorial y político débil conduce a un fuerte desarrollo económico.

Biografía: Immanuel Maurice Wallerstein

(Nueva York, 28 de septiembre de 1930-31 de agosto de 2019) fue un sociólogo y científico social histórico estadounidense que llegó a ser el principal teórico del análisis de sistema-mundo.

Inspirado en los trabajos de Fernand Braudel, ha desarrollado el concepto de «economía-mundo capitalista», en el que sostiene la necesidad de analizar el capitalismo de forma unitaria y con perspectiva histórica, es decir, las relaciones entre centro, periferias y semiperiferias como partes de un único sistema mundial dentro del cual se da también el fenómeno de la división del trabajo entre países explotadores, explotados e intermedios. Entre sus obras destacan Cambio social (1966), El moderno sistema mundial (3 vols., 1974-1980), Economía del mundo capitalista (1983), El capitalismo histórico (1988), Raza, nación y clase (1991) y El futuro de la civilización capitalista (1997).



Por qué los países poscoloniales en desarrollo no se equiparan con los países postsoviéticos de Europa del Este.

La invasión de Rusia debe entenderse como nacionalista e imperialista

Global Voices Central & Eastern Europe
18/05/2023

Daria Krivonos es investigadora en la Universidad de Helsinki. Su artículo de opinión sobre las diferencia entre el postsocialismo y el poscolonialismo en relación a la invasión rusa de Ucrania apareció primero en la plataforma de LeftEast, y Global Voices publica una versión editada con autorización.

En los últimos años, entre estudiosos y activistas de Europa del Este se ve una tendencia creciente a trazar paralelismos entre el «poscolonialismo» y el «postsocialismo». Como argumentaba el periodista Adem Ferizaj en un reciente artículo, el uso de puntos de vista poscoloniales en contextos postsocialistas «conduce a la falsa analogía de que el postsocialismo es más o menos el poscolonialismo de las poblaciones afectadas por la caída del Muro de Berlín». La invasión injustificada de Rusia a Ucrania ha dado un nuevo impulso a este debate. Por ejemplo, la descripción de Ucrania y otros países de Europa del Este como antiguas colonias soviéticas/rusas ha hecho surgir expectativas de que los países en desarrollo se solidarizarían con Ucrania. Por esa lógica, la experiencia del colonialismo y la opresión debería suscitar la solidaridad entre Ucrania, Europa del Este y los países en desarrollo.
Pero es innegable que los intentos de crear solidaridad y buscar esas conexiones ha sido unidireccional, y procede predominantemente de los países ubicados en el este de Europa.

No hay duda de que la invasión rusa debe entenderse de modo nacionalista e imperialista, y que la mayoría blanca de Rusia debería revisar la historia rusa a través del prisma del imperialismo, aunque los estudiosos de la región participan en exhaustivos trabajos que debaten la posibilidad de aplicar el término «colonial» al caso del Imperio ruso/Unión Soviética/Federación Rusa.
También se plantea la cuestión de dónde nos deja el debate sobre el imperialismo ruso en cuanto a la lucha global anticolonialista, y cuáles son los fundamentos para buscar solidaridad con los países (antes) colonizados en otras partes del mundo. En este ensayo, sugiero que la elaboración de analogías entre el poscolonialismo y el postsocialismo ha sido demasiado rápida, y como mínimo, exige que se examine la participación activa de la región al vigilar las fronteras físicas y simbólicas de «Europa»

«Regreso a Europa» y control de las fronteras de la Unión Europea.

Como señalan los estudiosos críticos del postsocialismo, una de las narrativas que ayudaron a entender la época posterior a 1989 a las élites europeas del Este y Occidente fue la historia de un «regreso a Europa «. Se narró como una liberación de la ocupación y colonialismo soviético, del «bolchevismo orientalista», y un retorno a la «civilización europea» y al «hogar común europeo».

Enfatizar la europeidad innata se ha convertido en una prioridad de muchos discursos identitarios de la región. De nuevo, las nociones de Europa y europeidad están en el meollo de las narrativas de guerra en Ucrania: los ucranianos no solo defienden su derecho a existir como nación, sino que luchan por los «valores europeos», lo que supuestamente debe fortalecer el apoyo a Ucrania. Este discurso también sugiere que los valores de libertad, justicia e igualdad son inherentemente europeos, que ignora las luchas de los mismos valores exactos en el mundo no europeo. La mención de «valores europeos» también fue visible en la actual tragedia de la violencia sancionada en la frontera entre Polonia y Belarús, donde algunos activistas argumentan que Polonia debería adoptar «valores europeos» para evitar que los refugiados mueran de hambre y frío en los bosques, aunque se podría argumentar que es precisamente el concepto de «defensa de la forma de vida europea» lo que sentencia a la gente a morir en los bosques y en el mar.

Pero ¿qué supone el regreso al «hogar europeo» para quienes se convierten en Estados miembros de la Unión Europea? Entre otras cosas, la llamada «ampliación hacia el este» (término ya problemático por sí mismo) de la Unión Europea planteó nuevos retos en la protección de las fronteras externas comunitarias, considerando que los nuevos estados miembros tenían que responsabilizarse de la seguridad interna de la Unión Europea. Los países del Este candidatos a la adhesión deben verse como vitales para la contención de la migración irregular. Como resultado, los nuevos estados miembros  deben cambiar su legislación de forma cada vez más restrictiva, incluidos acuerdos de readmisión que se convierten en instrumentos para permitir la expulsión de extranjeros de un territorio estatal que ahora forma parte de la Unión Europea.
Es más, la capacidad de un control efectivo de fronteras ha sido vital para la admisión en la Unión Europea, que ha canalizado considerables fondos para reforzar la infraestructura y capacidad operativa de los guardias fronterizos y prepararlos para su nueva responsabilidad de patrullar las fronteras externas orientales de la Unión Europea.
Tras la llamada «crisis de los refugiados» de Europa de 2015, numerosos países de Europa del Este se negaron a aceptar una cuota de refugiados, alegando que «nunca habían tenido colonias» y por tanto no tenían responsabilidad en los legados del colonialismo occidental. A mediados de 2022, Polonia, con el respaldo de la Comisión Europea, completó un muro de acero de 186 km en su frontera con Belarús para expulsar a buscadores de asilo de África y Medio Oriente, por mencionar solo uno de los muchos ejemplos de la violencia para rechazar a los migrantes en las fronteras comunitarias. Las fronteras sur y este de la Unión Europea se han convertido en espacios de vigilancia y encarcelación de migrantes irregulares. En este contexto, los estudiosos argumentan que Europa del Este es una extensión periférica del colonialismo europeo.
El trabajo etnográfico realizado sobre los guardias fronterizos de Letonia captura esta aparente «paradoja de la europeidad«: aunque se entrenó a los policías de las nuevas fronteras comunitarias para que fueran «tolerantes» y respetaran los derechos humanos, en línea con los «valores europeos», simultáneamente se les exigió que detuvieran el movimiento de los que amenazan el «estilo de vida europeo»

Esta paradoja no es tan ilógica como parece: El aparato europeo contra la migración es un espacio de violencia precisamente a causa de sus compromisos con las políticas liberales de derechos humanos, que no están pensadas para abarcar al mundo colonizado. Un ejemplo inmediato es la Convención Sobre el Estatuto de los Refugiados (1951), hoy asociada a la idea del ser humano con derechos universalizados. No obstante, en principio, la Convención solo contemplaba proteger a los desplazados en Europa antes de 1951.
La idea de los derechos humanos universales se sometió a prueba con el derecho a pedir asilo. A la mayor parte de los habitantes del mundo se les impidió ser considerados refugiados. Solo la resistencia de los Estados coloniales que consiguieron la independencia y usaron el lenguaje anticolonialista consiguió que se enmendara la convención. Recién en 1967 Naciones Unidas respondió a esta resistencia anticolonial adoptando el Protocolo sobre el Estatus de los Refugiados, que eliminó el foco espacial y temporal.
Esto no es solo un recuerdo de que las violentas formas de rechazo en las fronteras de la Unión Europea no son ni un hecho reciente ni una excepción a la limitada aplicabilidad del término «universal». También muestra el largo legado del que los nuevos miembros comunitarios pasan a formar parte cuando afirman su europeidad y se convierten en los nuevos policías de las fronteras externas de la Unión. Esta perspectiva posiciona a estos estados no solo en relación a la Unión Europea y a Rusia, sino también en el marco global de colonialismo de migración, fronteras y raza.

Reclamar una sociedad blanca

El debate del colonialismo en la región, sobre todo si está aislado de la lucha anticolonialista global, también esquiva fácilmente las cuestiones de raza y el deseo de afirmar la pertenencia a la Europa blanca. Ciertamente, se pueden hacer estudios poscoloniales con seguridad sin tratar nunca cuestiones de raza de manera crítica, una importante conversación muy ausente en el reciente debate del poscolonialismo en la región. Mi  trabajo etnográfico muestra que los trabajadores migrantes procedentes de países postsoviéticos eligen la europeidad y pertenecer a la raza blanca antes que a la clase y la lucha contra la explotación y las malas condiciones de trabajo como base para la solidaridad con otros trabajadores negativamente racializados.
Muchos de quienes experimentan desprofesionalización y degradación social en la migración me dijeron que son más merecedores de un avance social que otras personas de razas no blancas, porque son «educados, europeos y blancos». Antes de la invasión de Rusia, algunos migrantes ucranianos que vivían en Polonia expresaron su deseo de mudarse más al oeste, a la Europa «real» (léase Alemania), y hablaron de la «influencia» de los refugiados de Medio Oriente como una realidad que distorsionaba su imagen de cómo debía ser Europa. Esto no es muy diferente de otros migrantes de Europa del Este, que reproducen la norma de la raza blanca cuando ellos mismos se ven negativamente racializados.
El compromiso con el poscolonialismo en el contexto del postsocialismo puede fácilmente hacerse selectivo, y convertirse en una conveniente herramienta en sí mismo para afirmar la europeidad y la pertenencia a la raza blanca frente al «Imperio asiático» cuando está desconectado de la lucha global anticolonial y la cuestión global de la raza. El deseo de ser reconocido como blanco en el proceso de liberación del colonialismo ruso excluye la solidaridad con otras luchas anticolonialistas. El lenguaje del poscolonialismo en la región puede cubrirse fácilmente de reivindicaciones de pertenencia a la raza blanca y del deseo de respaldar los «valores europeos» expulsando gente de las fronteras de la Unión Europea. Es más, aunque el debate sobre el colonialismo se acepta cada vez más en referencia a Rusia, para muchos europeos del Este, la peor ofensa es que les comparen con el «tercer mundo».

Narrativas alternativas

Una de las salidas es retratar la región mediante la narrativa liberal de la «vuelta a Europa» —extensamente criticada por muchos estudiosos de Europa del Este en la última década— que significa, entre otras cosas, la adopción del violento aparato fronterizo de la Unión Europea, y también a través de las historias del internacionalismo del «segundo tercer mundo» y la lucha global anticolonialista.
Esto no es nostalgia poscolonialista de un progreso socialista menos colonial y que obvia el color. Es más, los Estados socialistas a menudo se muestran incapaces de reconocer la violencia contra las minorías racializadas dentro de sus propios Estados. En lugar de este rápido retorno romantizado, revisitar estas historias puede ser una invitación a cruzar globalmente la cuestión de la solidaridad con el anticolonialismo, y examinar la actual complicidad de la región con la violencia contra los países en desarrollo, que no solo exige revisitar historias de lo que se ha denominado «globalizaciones alternativas» —la conexión entre el «segundo» y el «tercer» mundo que esquiva Occidente—, sino también ver la región posicionada en los órdenes capitalistas raciales globales, regímenes de fronteras militarizadas e historias de pensamiento en la lucha global anticolonial.

Esta es la reflexión sobre experiencias anticolonialistas que nos invita a hacer el interés en el poscolonialismo en Europa del Este tras la invasión rusa. Conforme se populariza el debate sobre el poscolonialismo en la región dentro y fuera de los círculos académicos, debemos resistir la tentación de adscribir la región al «recinto acotado blanco» como culminación de una «integración» europea a expensas de los que huyen de las mismas bombas rusas cuando caen lejos de «Europa»

The Bridge

Este articulo es parte de The Bridge (El puente), presentacion con opiniones, comentario e investigacion desde la perspectiva singular de la Comunidad de Global Voices. · Todos los articulos



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