domingo, 11 de octubre de 2020

Estatua de Karl Lueger en Viena.-a





monumento


La estatua de un ex alcalde antisemita de Viena que inspiró a Hitler se ha convertido en el foco de protestas de izquierda y derecha en competencia, con activistas antirracistas organizando una “vigilia de la vergüenza” alrededor del monumento. La estatua de Karl Lueger, en un lugar privilegiado del imponente bulevar Ringstrasse de Viena, ha sido desfigurado varias veces en los últimos meses con grafitis que dicen “Schande” (“Vergüenza”).





Recubierto por protestas en torno a monumentos históricos en otras partes del mundo y el movimiento Black Lives Matter, un colectivo de artistas dio un paso más allá y fijó dos juegos de letras de concreto pintadas en oro que deletreaban “Schande” en el pedestal de la estatua el domingo por la noche.

Luego, el colectivo organizó una “vigilia de la vergüenza” en el lugar para evitar que la ciudad eliminara las palabras.

Organizaciones juveniles judías y musulmanas, feministas y grupos de izquierda también se turnan en la vigilia.

Sin embargo, un grupo de hombres descritos por los medios austriacos como activistas de extrema derecha retiraron las letras doradas con un martillo y un cincel el lunes. Luego, la policía acordonó la estatua.

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Mientras un grupo de estudiantes de secundaria pasa junto a la estatua bajo un cálido sol otoñal, su maestro, que explica la controversia en torno al monumento, Simon Nagy, uno de los artistas que inició la vigilia, dice a la AFP que Lueger “pertenece al montón de estiércol de la historia” y que la estatua debería estar en un museo.

Pero las autoridades de la ciudad planean limpiar el graffiti para la próxima semana, un anuncio que ha cubierto al joven de 25 años y a su grupo, de acuerdo a información de YNetNews.

Nagy dice que los artistas quieren que se mantenga el graffiti y exigen que la ciudad elabore un plan para rediseñar el monumento, pero está decepcionado por la falta de acción.

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Karl Lueger fue alcalde desde 1897 hasta su muerte en 1910 y supervisó un período de transformación en el que la población de Viena aumentó a más de dos millones y se construyó gran parte de su infraestructura moderna.

Karl Lueger (1844–1910)


Construyó un culto a la personalidad que perduró después de su muerte, con la estatua develada en 1926.

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Pero su notoriedad proviene de su ascenso al poder. En su retórica criticó lo que llamó influencia judía sobre la prensa y las fuentes de capital y pidió la “liberación del pueblo cristiano del dominio judío”.


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Este “antisemitismo particularmente agresivo” fue fundamental para su elección como alcalde, según el historiador Florian Wenninger. “Construyó su carrera política sobre el odio de una minoría”, según Wenninger, incluso si intentó de forma oportunista alejarse de esto una vez en el cargo. Hitler usó a Lueger como un modelo a seguir y lo citó con aprobación en “Mein Kampf”.

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Después de mucha controversia, una parte de la Ringstrasse, un bulevar circular de la ciudad, que anteriormente llevaba el nombre de Lueger pasó a llamarse en 2012.

Habiendo servido en una comisión creada por las autoridades de la ciudad para investigar los nombres de calles potencialmente problemáticos, Wenninger está bien consciente de la sensibilidad en torno a los monumentos históricos.

Algo que en sí mismo no tiene ninguna relevancia en la vida real para las personas se convierte en parte de su identidad cuando es atacado”, explica.

“Entonces hay un reflejo en el que la gente dice: ‘¡Alto! ¡Esto es una locura!’



Viena de Karl Lueger.


Escudo de Viena

Viena es una ciudad austriaca situada a orillas del Danubio, en el valle de los Bosques de Viena, al pie de las primeras estribaciones de los Alpes. Es la capital del país. La ciudad tiene una larga historia, ya que es una de las más antiguas capitales de Europa, por lo que cuenta con un importante patrimonio artístico. Durante el siglo xix fue una de las grandes capitales musicales del mundo y a principios del siglo xx meca de la filosofía y el debate político de Occidente, así como uno de los principales centros culturales mundiales.

Durante el siglo xix, sobre todo en la segunda mitad, Viena inició un despegue demográfico, acompañado de reformas urbanísticas, que la convirtieron en una gran ciudad, multiplicando en un siglo su población por diez. En 1857, se derribaron las murallas por decreto de Francisco José I de Austria, abriéndose una nueva avenida, la Ringstraße, donde se construyeron importantes edificios, como la Ópera, la Universidad, el Ayuntamiento, el Parlamento, la Bolsa y los museos de historia del arte e historia natural. 

La derrota de Austria en la guerra austro-prusiana en 1866 y la posterior anexión de los Estados alemanes a Prusia convirtieron a la unificada Alemania en un peligro para Austria, por lo que esta última se tuvo que aliar con Hungría en lo que se conoce como la "política de compensación" o Ausgleichpolitik. Así pues, en 1867, tras el Compromiso con Hungría, Viena se convirtió en la capital del Imperio austrohúngaro y en un centro cultural, artístico, político, industrial y financiero de primer orden mundial. Con esta alianza, Austria prosigue sumando otras más, con lo que para fines del siglo xix el imperio abarcaba los actuales países de Austria, Hungría, Eslovaquia, República Checa, la Galicia polaca, la Transilvania rumana, la Bucovina y la Rutenia ucranianas, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Eslovenia y el Trentino-Alto Adigio italiano.

Viena alcanza su máximo demográfico en 1916 con 2 239 000 habitantes, siendo la tercera ciudad más grande de Europa. Este es el período cultural más glorioso de la monarquía de los Habsburgo, con Francisco José I rigiendo el Imperio (período 1848-1916). También es la época de los suntuosos valses vieneses en la Opera Nacional de Viena, grandes carruajes paseando por la Ringstraße y la Kärntner Straße, así como de los típicos cafés vieneses.

De la época destacan intelectuales, como Sigmund Freud en el psicoanálisis y Otto Bauer en el campo del pensamiento político, principal exponente del austromarxismo, ideas que calarían fuerte en la sociedad vienesa, pues ya en 1895 el gobierno municipal estaría en manos del partido socialcristiano, precursor del actual partido ÖVP (democristiano) .

 Tampoco hay que olvidar en el plano artístico el movimiento modernista, la Secesión de Viena (Secession), con Gustav Klimt como principal exponente en la pintura, Coloman Moser en el grafismo y Joseph Maria Olbrich y Josef Hoffman en la arquitectura. Contrario a estos destacaría asimismo Adolf Loos con su racionalismo arquitectónico. 

Distritos de Viena numerados

Distrito 1: Innere Stadt; Distrito 2: Leopoldstadt; Distrito 3: Landstraße; Distrito 4: Wieden; Distrito 5: Margareten; Distrito 6: Mariahilf; Distrito 7: Neubau; Distrito 8: Josefstadt; Distrito 9: Alsergrund;  Distrito 10: Favoriten; Distrito 11: Simmering; Distrito 12: Meidling ; Distrito 13: Hietzing; Distrito 14: Penzing; Distrito 15: Rudolfsheim- Fünfhaus; Distrito 16: Ottakring; Distrito 17: Hernals; Distrito 18: Währing Distrito 19: Döbling; Distrito 20: Brigittenau; Distrito 21: Floridsdorf; Distrito 22: Donaustadt; Distrito 23: Liesing

Año.    Población de Viena.

1857 683 000

1869 900 998

1880 1 162 591

1890 1 430 213

1900 1 769 137

1910 2 083 630

Viena se divide políticamente en 23 distritos urbanos (en alemán: Bezirk). La ciudad original de Viena comprendía hasta la muralla de la ciudad, en la actualidad la mayor parte del distrito 1, el centro urbano. A partir del siglo XV se produjo una intensa colonización frente a la muralla de la ciudad. Al inicio del asedio turco de Viena en 1529, los suburbios medievales fueron incendiados para dar no dejar cobertura al enemigo.Los suburbios modernos que aparecieron después fueron subordinados a sus correspondientes señores feudales. En 1683, los suburbios de la ciudad fueron afectados de nuevo por el segundo asedio turco. En 1704 se construyó una muralla (en alemán: Linienwall), en lo que actualmente es el cinturón principal de la ciudad o Gürtel, para proteger estos barrios de los ataques de los turcos.

La ciudad se amplió en 1850, principalmente para incluir el área dentro de Linienwall . El Vorstädte se convirtió así en los distritos segundo a noveno, y la ciudad vieja se convirtió en el primero. 

En 1858, las fortificaciones fueron demolidas y en su lugar se construyó el amplio bulevar Ringstraße . Junto a él se construyeron muchos edificios monumentales. El estilo Ringstraße ( historicismo ) caracteriza la arquitectura de Viena hasta nuestros días. El período alcanzó su punto máximo en la Exposición Mundial de 1873 , inmediatamente antes de la caída de la bolsa , que puso fin a la Gründerzeit ("era de la fundación").

En 1890, la ciudad se amplió por segunda vez: los suburbios ( Vororte ) más allá del antiguo Linienwall se incorporaron a la ciudad como los distritos 11 a 19 (el décimo distrito había sido creado en 1874 por la división del cuarto ). Leopoldstadt se dividió en 1900, y la parte norte se convirtió en el distrito 20 ( Brigittenau ). En 1904, Floridsdorf se convirtió en parte de Viena como distrito 21.

Durante esos años, Karl Lueger fue la figura principal de la política de la ciudad. No se puede negar su dedicación a la política social , ni otras obras para el municipio (como la Wiener Hochquellwasserleitung , traer agua dulce de las montañas a Viena y la creación de un cinturón de prados y bosques alrededor de la ciudad). Sin embargo, estos aspectos positivos se combinaron con su antisemitismo delirante y retóricamente bien presentado , que contó con el apoyo popular.


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Karl Lueger
(Wieden, ahora Viena, 24 de octubre de 1844 - Viena, 10 de marzo de 1910) fue un político austriaco, fundó el Partido Social Cristiano austriaco, de tendencia antisemita, por el que fue alcalde de la capital del Imperio austrohúngaro. 

Se le considera como un político populista y demagogo que, con el cultivo del antisemitismo​ y el apoyo de la prensa amarilla de Viena, logró convertirse en alcalde electo de dicha ciudad en 1895, cargo que pudo ejercer de forma efectiva en 1897, tras superar el veto imperial, hasta su muerte en 1910. ​Fue admirado por Adolf Hitler, quien calificó a Lueger como "el alcalde alemán más grande de todos los tiempos".

Bal à l'hôtel de ville de Vienne (Autriche) en présence du maire, Karl Lueger. Wilhelm Gause, 1904. Exposé au musée d'histoire de Vienne

Karl Lueger era hijo del conserje de la Escuela Técnica, y conoció las tribulaciones de la pequeña burguesía. Se doctoró en Derecho en 1866, y trabajó como abogado liberal hasta 1870; en paralelo desarrollaba su oratoria en las tabernas de la periferia vienesa. Entró en el Consejo Municipal en 1875, y rompió abiertamente con el liberalismo decimonónico, que había avivado y transformado su país, en la década siguiente; en 1885 denunciaba de continuo el capitalismo mundial, mezclando muchos argumentos, entre otros, el racista.

otro monumento 

Como político, surgió en un momento de situación debilitada para la clase media y pequeños artesanos, acaso por el empuje del liberalismo económico austriaco de la segunda mitad del siglo XIX que dio lugar a los grandes almacenes o a la fabricación masiva de bienes. Este abogado fundó el partido del "clavel blanco", y con el lema "hay que ayudar al pequeño" logró arrastrar a las clases medias, que temían verse desposeídas. 

Como dice Stefan Zweig en sus memorias, "era exactamente la misma capa social asustada que más tarde congregó a su lado, como primera gran masa, Adolf Hitler, y K. Lueger le sirvió de modelo también en otro sentido: le enseñó lo manipulable que era el lema antisemita, que ofrecía a los descontentos círculos pequeñoburgueses un adversario palpable y, por otro lado, imperceptiblemente desviaba el odio por los grandes terratenientes y la riqueza feudal".

La primera gaceta del partido, claramente demagógica, el Illustrierte Wiener Volkszeitung, se subtitulaba "Órgano de los antisemitas". Y aunque luego atemperó su odio, decía siempre que él "establecía quién es judío", prefacio de terribles consecuencias desde 1933. En vano el cardenal de Praga, Franziskus von Paula Schönborn, pidió a León XIII que suspendiera el apoyo vaticano al partido de Lueger (cuya foto figuraba en el escritorio papal).

Fue elegido alcalde en 1895, pero solo pudo acceder en 1897 por el veto imperial, debido a sus odios, y estuvo en ese puesto hasta 1910. Desde entonces, dominó en la vida pública vienesa y se convirtió en una célebre figura, casi tan conocida como el Emperador. Sus acciones fueron desde sostener con fuerza el rearme de la iglesia católica, por ejemplo pidiendo "reconquistar las universidades fundadas por nuestras iglesias" (universidades a las que habían tenido al fin acceso libre los austrojudíos), como acciones renovadoras, parciales pero eficaces: municipalizar el gas, electrificar tranvías, extender la iluminación ciudadana, regular el Danubio. Todo ello fue realizado con apoyo de la banca alemana (Deutsche Bank). Esas tareas sociales, por cierto, fueron desarrolladas con amplitud y con una perspectiva social muy distinta, desde 1920, por los socialdemócratas, que transformaron definitivamente la ciudad en más de una década.

Debates culturales sobre su figura

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La comparación entre los pasos de Lueger y los posteriores del Führer, de origen austriaco, es muy habitual,​ dada la admiración de Hitler en Mi lucha por él, y pese a que su agitación como alcalde no fuese demasiado violenta (sí verbalmente) con los austriacos de origen judío.​ Pero Lueger abonó desde luego la acusación masiva contra el 10% de la población (200.000 vieneses), que desapareció o acaso pudo huir de esa capital.

Freud se había quedado ya horrorizado ante el nombramiento final de Lueger, pese al doble veto del emperador; y ese fue otro argumento contra una ciudad que le fue siempre hostil. Todo lo refleja bien la novela de Arthur Schnitzler El camino a cielo abierto, de 1908, que muestra a un grupo de escritores y artistas, vieneses o residentes en Viena, de origen judío mayoritariamente, en una situación parcial y provisional en el seno de un mundo desestructurado y lleno de amenazas.

Es la Viena que describe Robert Musil, políticamente confusa y hosca luego bajo uniformes de "color fecal".​ Y ese mundo resultó absolutamente aniquilado, se desvaneció esa mezcla tan fecunda de culturas, como bien describe recientemente Jacques Le Rider, Los judíos vieneses en la Belle Époque (1867-1914).

Sorprende, para muchos, que hoy la capital recuerde a ese viejo alcalde varias veces: nombra con su apellido una plaza vienesa importante, se mantienen dos estatuas destacadas de él, e incluso una parte del gran anillo que rodea el centro clásico de la ciudad llevó su nombre durante décadas, y sólo ha sido cambiado, con grandes debates, en 2012 como "Ring de la Universidad" (como "Universitätsring"). 

Sin embargo, esa decisión administrativa tiene un hueco manifiesto pues aún se mantiene el antiguo rótulo en parte de ese tramo universitario, como se lee incluso en la red.


La Viena de 1900 

La Viena de 1900 es un brillante período de la historia colmado de contrastes que se reflejan en títulos como “Sueño y realidad” o “Eros y Tánatos” y en el que surgieron destacados personajes de la cultura europea. A comienzos del nuevo siglo, en esta ciudad se dio una concentración incomparable de creatividad en el campo de la literatura, la pintura, la arquitectura y la música.

Ampliación y reforma de la ciudad

El hecho de que Viena alrededor de 1900 se convirtiera en la capital cultural de Europa Central estaba relacionado con el rápido crecimiento de la ciudad, que estaba compitiendo con otras metrópolis europeas como Londres, París y Berlín. En el siglo XIX, la inmigración y dos fases de ampliación urbana contribuyeron a un notable crecimiento de la ciudad. Entre 1870 y 1910 se duplicó la población, pasando de unos 900.000 habitantes a más del doble, más de 2 millones. La primera fase de ampliación urbana a mediados del siglo XIX trajo consigo la construcción de la elegante Avenida del Ring y de los monumentales edificios que la flanquean. Entre 1860 y 1890 en una franja de 1,6 km² se erigieron los palacios de la cultura (la Opera, el Burgtheater y los museos), así como suntuosos edificios de viviendas de alquiler y palacios monumentales para la política, el comercio y la educación (el Ayuntamiento, el Parlamento, la Bolsa, la Universidad y la Escuela de Artes Aplicadas). Muchos de los palacios de la Avenida del Ring fueron construidos en la segunda mitad del siglo XIX por los llamados “barones de la Ringstrasse” (banqueros e industriales ricos y con frecuencia judíos), que los utilizaron como vivienda o sede de empresa. El Palacio de la familia Ephrussi en el Universitätsring ha conseguido fama mundial gracias a la novela de Edmund de Waal “La liebre de los ojos de ámbar” (versión original en inglés de 2010), que se basa en la historia de la familia Ephrussi y que ha sido traducida a unas 30 lenguas.

Al mismo tiempo hubo antiguos edificios que fueron reformados o completamente sustituidos por nuevas construcciones. De esta forma la arquitectura vienesa adquirió renombre internacional y el sector de la construcción experimentó tal prosperidad que apenas sufrió una parálisis pasajera cuando ocurrió la crisis bursátil de 1873. La generación de los arquitectos que contribuyeron a las construcciones de la Avenida del Ring había llevado a cabo grandes obras para el uso público, de forma que las generaciones siguientes iban a ocuparse ante todo de proyectos privados. Pero se había postergado un proyecto de infraestructura pública tan importante como la construcción de un tren metropolitano y fue el arquitecto Otto Wagner quien recibió el encargo de construir a partir de 1894 una línea ferroviaria de 45 kilómetros de largo con más de 30 estaciones.

Convivencia conflictiva

Viena era la capital del Imperio Austrohúngaro, en el que convivían más de 50 millones de habitantes de 15 nacionalidades. El garante y símbolo de la unidad de esta monarquía era sobre todo el emperador Francisco José I, nacido en 1830 y que gobernó de 1848 a 1916, pero también el eficiente aparato administrativo del imperio.
La capital recibía oleadas de inmigrantes de diferentes grupos étnicos y religiosos, que venían de todos los confines de este imperio multinacional. También confluían estratos sociales diversos, aumentando el potencial conflictivo, dado que los inmigrantes solían padecer la explotación laboral que se daba en esta fase del liberalismo. A raíz de esta situación prosperaron los movimientos obreros, la formación de organizaciones como los sindicatos o la corriente socialdemócrata.
La problemática resultante del conflicto entre las diversas naciones se resume en el apodo que los habitantes eslavos le dieron al Imperio, llamándolo “calabozo de los pueblos”. Los eslavos constituían casi el 50 por ciento de la población: Mientras los húngaros tuvieron el privilegio de gozar de un mayor reconocimiento a partir de 1867 mediante el llamado “Compromiso”, pasando a ser la segunda nación del estado, a los eslavos (checos, polacos, serbios, croatas, ucranianos, etc.) no se les concedió ningún derecho similar. Pero en esta época llena de tensiones el roce entre las diversas nacionalidades resultó también muy fértil, dando frutos que iban más allá de una cocina vienesa de consistencia bohemia y sabor húngaro y que persisten hasta el presente.

La arquitectura: Otto Wagner, Josef Hoffmann, Adolf Loos

Otto Wagner (1841-1918) era vienés, pero casi la mitad de los alumnos diplomados de su escuela especial de arquitectura en la Academia de Bellas Artes, la llamada “Escuela de Wagner”, eran oriundos de las provincias del sur y del este del Imperio. Por ejemplo, Josef Hoffmann (1870-1956) era de Moravia, mientras que Josef Plecnik (1872-1957) y Max Fabiani (1865-1962) eran de Eslovenia. De la región de Moravia (con población de lengua checa y alemana), que hoy forma parte de la República Checa, provenían también Joseph Maria Olbrich (1867-1908) y Adolf Loos (1870-1933).

Ya sólo estos nombres son representativos de lo más esencial de la corriente arquitectónica de 1900. Otto Wagner fue quien diseñó entre 1894 y 1910 las estaciones, las barandillas y los puentes del tren metropolitano de Viena, así como los edificios de viviendas “Majolikahaus” (Casa de Mayólica) y “Musenhaus” (Casa de las Musas), situados en la Wienzeile, y la primera iglesia moderna de Europa, la Iglesia de San Leopoldo en Steinhof o el edificio de la Caja Postal de Ahorros. Otro buen ejemplo son las mansiones de Josef Hoffmann, quien en 1903 fundó los Talleres Vieneses (Wiener Werkstätte) en colaboración con Kolo Moser. Una de las mansiones de Hoffmann, situada en el barrio de Hohe Warte, es la „vivienda doble” que hizo para sus amigos artistas Kolo Moser y Carl Moll. Dos casas más allá, en la “Villa Ast” se encontraba el salón de artistas e intelectuales regenteado por la famosa “femme fatale” del siglo XX, Alma Mahler, personaje que ha sido eternizado en la obra de teatro de Paulus Manker titulada “Alma”. La sala de exposiciones de la generación de artistas rebeldes, la Secesión, es obra de Olbrich, colaborador de Wagner. Y los discípulos de Wagner Plecnik y Fabiani fueron los creadores del edificio “Zacherl-Haus” y de la Iglesia del Espíritu Santo, (Heilig-Geist-Kirche), así como de la “Artaria-Haus” y del edificio de la Urania.

Adolf Loos, arquitecto que provocaba continuas polémicas, cuestionó el uso de ornamentos en la arquitectura. Llegó a aceptar una ornamentación clásica pero estaba convencido de que inventar nuevos ornamentos era una pérdida de tiempo y señal de decadencia. Esta era su visión de los nuevos adornos creados por el movimiento modernista austríaco de los discípulos y colaboradores de Otto Wagner y de los Talleres Vieneses. El edificio de viviendas y comercio de la empresa de modistas Goldman & Salatsch en la Plaza de San Miguel (Michaelerplatz) apenas presenta una espartana ornamentación clásica. Para sus contemporáneos, acostumbrados al neobarroco recargado, el estilo de Loos era aún menos comprensible que los “nuevos ornamentos” modernistas y por eso se burlaron del edificio llamándolo “la casa sin cejas”.

Literatura y cafés

“Adolf Loos y yo, él literalmente, yo con las palabras, no hemos hecho más que demostrar que existe una diferencia entre una urna y un orinal”, así describió Karl Kraus (1874-1936), nacido por cierto en Bohemia, su afinidad intelectual con su amigo Loos. Los pintores, músicos, arquitectos, poetas, periodistas y otros intelectuales se daban cita en el Café Griensteidl, en el Café Central o en el Café Museum. El Griensteidl se encontraba en el edificio antecesor del Palacio Herberstein que se construyó en 1899 en la Plaza de San Miguel. El Palacio Herberstein resulta opulento en sus ornamentos, en total contraste con el edificio construido enfrente, en la misma plaza, por Adolf Loos, el “Goldman & Salatsch”. 
Hacia el 1890 el Café Griensteidl era el lugar de tertulias del círculo literario “Viena joven” que se aglomeraba alrededor de Hermann Bahr. También era asiduo al Griensteidl el mordaz Karl Kraus, quien solía criticar la glorificación de la decadencia que profesaban los escritores de las corrientes modernas, en especial Hermann Bahr. En la revista “Fackel” (La antorcha), editada y redactada prácticamente en solitario por Karl Kraus entre 1899 y 1936, el autor convertía en sátira todo lo que le disgustaba. Precisamente por causa de estas críticas, el nombre de Hermann Bahr estuvo omnipresente durante décadas en la revista “Fackel”.

Después de cambiar de café para empezar a frecuentar el Café Central, Kraus escribió una sátira titulada “La literatura demolida” en la que criticaba la así llamada “Galería de los Poetas Jóvenes Vieneses” que se encontraba en el café de literatos Griensteidl, el cual se había cerrado en 1897 y había desaparecido con la demolición del edificio. No es de extrañar que Karl Kraus fuera amigo y mentor de Peter Altenberg (1859-1919), el más característico literato de café, conocido también como un artista de la vida. También pertenecía a su círculo de amistades el compositor Alban Berg. Este gran representante de la innovadora corriente de música contemporánea compuso canciones para orquesta en base a textos de Altenberg.

Música contemporánea: atonalidad y antisemitismo

El concepto de “atonalidad” describe las impresiones que causaban los conciertos de Schönberg y de su círculo de discípulos (entre otros Berg, Webern, Wellesz) de la así llamada “Segunda Escuela Vienesa”, al ser escuchados por oídos si acaso acostumbrados a la música del romanticismo tardío. Schönberg, quien más tarde desarrollaría un método de “composición con doce tonos”, dirigió el 31 de marzo de 1913 un programa en la Sala Dorada del Musikverein que pasaría a la historia como el escandaloso “Concierto de las bofetadas”. El repertorio incluía obras de von Webern, Schönberg, Zemlinksy, Berg y Mahler. Después del descanso, cuando le tocaba el turno a las canciones de Berg compuestas en base a los textos de postales escritos por Peter Altenberg, se armó tal tumulto, que el caso acabó en los tribunales.
Gustav Mahler (1860-1911), también nacido en Bohemia, fue director de la Ópera de Viena de 1897 a 1907, con lo que era considerado una especie de regente del mundo de la música europea de aquel entonces. A raíz de los conflictos suscitados por el antisemitismo y por las frecuentes actuaciones del director en otras ciudades, Mahler dimitió del prestigioso cargo de director de la Ópera de la Corte. La esposa de Mahler, Alma, es conocida no sólo por los amantes de la música, sino que su fama llegó más lejos debido a su aventurera vida amorosa y matrimonial. Gustav y Alma se habían conocido en casa de Bertha Zuckerkandl, anfitriona de uno de los famosos salones donde se reunía la alta burguesía vienesa. Probablemente la difícil relación con Alma fue el motivo que condujo a Mahler a asistir a la consulta del doctor Sigmund Freud. Pero no le fue posible obtener ninguna cita hasta un año antes de su muerte. Finalmente, en 1910, ambos se encontraron durante un viaje en Leiden (Holanda), y una tarde Freud tuvo la oportunidad de analizar la relación de Mahler con las mujeres.

Sexualidad, moral y sociedad: Freud y Schnitzler

Normalmente, las sesiones de psicoanálisis duraban mucho más tiempo y se realizaban sobre el famoso diván de Freud en su consulta de Viena en la Berggasse. La familia de Freud vivía desde 1860 en Viena. Sigmund había nacido en 1856 en Moravia y estudió medicina en su nueva patria. El término de “psicoanálisis” fue empleado por Freud por primera vez en 1896 y en 1899 publicó “La interpretación de los sueños”, con fecha de edición de 1900. Un aspecto de las teorías de Freud que causaba y quizás causa aún irritación en mucha gente es su visión de la sexualidad como origen de muchos actos y deseos. Esta teoría molestaba especialmente a sus contemporáneos, dado que hacia el 1900 imperaba la doble moral en las relaciones matrimoniales y todo lo referente al sexo era un tabú que provocaba curiosidad pero a la vez miedo.

Al igual que Freud y Mahler, también Freud y Arthur Schnitzler (1862-1931) se conocieron muy tarde, aunque vivían en la misma ciudad, frecuentaban círculos similares y trataban temas afines. Fue en 1922 cuando tuvo lugar el encuentro entre ambos, y en una carta a Schnitzler, Freud escribió que hasta entonces había evitado el encuentro con el escritor como si temiera acercarse a su propio doble, dado que en los escritos de Schnitzler percibía las „mismas condiciones, los mismos intereses y resultados“ que los propios.
Los antepasados de la familia paterna de Schnitzler eran de Hungría. Al igual que su padre, Arthur Schnitzler cursó la carrera de medicina y se ocupó del estudio de la histeria y la hipnosis. Como escritor abordó los temas de la sexualidad, la seducción, la infidelidad matrimonial y la doble moral. También escribió sobre el creciente antisemitismo que se percibía en la sociedad vienesa. Muchas de sus novelas y de sus piezas teatrales como “El teniente Gustl”, “El profesor Bernhardi” o “La ronda” se convirtieron en clásicos de la literatura en lengua alemana. El “Relato soñado” de Schnitzler inspiró la última película de Stanley Kubrick, “Eyes Wide Shut” (1999).

Edipo, conflictos generacionales y arraigo en la tradición

La historia de Edipo, que mató a su padre, inspira poemas desde tiempos de la antigüedad. Freud creó la conciencia sobre el complejo de Edipo como una fase esencial en la evolución de un ser humano. Abstrayendo Edipo a la dimensión cultural podría decirse que los artistas siempre tienen que poner en tela de juicio las obras de la generación precedente. En aquel final de siglo este fenómeno se dio de forma más contundente que en otras épocas anteriores. Quizás porque a finales del “historicista” siglo XIX quedaba más claro que nunca que no sólo existía el estilo de los antepasados. Cabe recordar que se habían analizado y catalogado una gran cantidad de estilos del pasado. Los jóvenes, en gesto de rebeldía, comenzaron a dar la espalda a reconocidas instituciones de sus padres, como la Künstlerhaus (Casa de los Artistas) de la cual en 1897 se escindió la “Asociación de Artistas plásticos de Austria”. Así surgió el famoso movimiento de la Secesión, del que eran miembros activos artistas de gran peso como Gustav Klimt (1862-1918), Kolo Moser (1868-1918), Josef Hoffmann (1870-1956) o Joseph Maria Olbrich (1867-1908).

Y por si fuera poco, en 1899 también ingresó en la Secesión de los “jóvenes” nadie menos que Otto Wagner, de casi 60 años de edad y desde 1894 profesor de arquitectura en la prestigiosa Academia de Bellas Artes de Viena. Muchos de los miembros de la Secesión habían sido sus discípulos y colaboradores. Olbrich, arquitecto del edificio de exposiciones erigido en 1898 igualmente llamado Secesión, contribuyó a la construcción del tren metropolitano de Wagner. Kolo Moser diseñó los medallones de las musas que se ven en el edificio de Wagner de la calle Wienzeile 38, así como los vitrales de la iglesia de Steinhof. Hoffmann era uno de los que habían estudiado con Wagner. Al igual que su “maestro”, los discípulos de Wagner estaban anclados en la tradición, aunque este aspecto se notara poco cuando protestaban contra sus padres “historicistas”. Incluso el nombre de la publicación de la asociación de los secesionistas, Ver Sacrum (Sacra primavera), tiene reminiscencias tradicionales, ya que hace referencia a una vieja tradición de renovación.

Gustav Klimt, estrechamente relacionado con la Sacra primavera del 1900, se inspiró en las texturas de oro y en los ricos ornamentos de los mosaicos del paleocristianismo y del Medioevo que había conocido en las ciudades italianas de Ravenna y Venecia. Su “etapa dorada”, coronada por su obra “El beso” (1907/08) demuestra su peculiar forma de seguir aquellos ejemplos. La libre sensualidad que se percibe en muchas de sus figuras de mujeres, la desnudez, los cuerpos embarazados y las posiciones atrevidas de sus modelos ilustran temas profundos como la muerte y el erotismo o el círculo de la vida. A fin de cuentas, temas que estaban muy presentes en los espíritus despiertos de aquella época, y que también habían sido captados a su manera por Freud y Schnitzler.

Pocos años antes de la Primera Guerra Mundial, una nueva generación de jóvenes volvió a sacudir la percepción visual: Egon Schiele (1890-1918) y Oskar Kokoschka (1886-1980), los más destacados representantes del expresionismo austríaco. Ambos tuvieron la oportunidad de exponer sus obras en 1908 y en 1909 bajo el patrocinio de Gustav Klimt en la Feria de Arte de Viena. Un poco antes, en 1907, Picasso pintaba en Paris las “Demoiselles d'Avignon”, que se consideran como la imagen iniciática del cubismo. El movimiento cubista es una de las pocas corrientes modernas que no surgieron ni pasaron por la “Viena del Fin de Siglo”.

Ocaso y nostalgia de los Habsburgo

En lugar del verano, después de la Sacra primavera del movimiento artístico de la Secesión llegó la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Fue el desmoronamiento de la cultura y de toda la toda la riqueza ornamental de principios de siglo, ya fuera de art nouveau o clásica.
De esta manera la “Viena del Fin de Siglo” quedó anclada en la memoria de los supervivientes y de generaciones posteriores como símbolo de un brillante ocaso de la cultura europea. Joseph Roth (1894-1939) había nacido poco antes del fin de la Monarquía de los Habsburgo en un recodo del Imperio, en la región de Galitzia, que hoy pertenece a Ucrania. Al igual que muchos de los artistas e intelectuales ya citados, también Roth era de familia judía. Cuando comenzaba a percibirse el antisemitismo desenfrenado, Roth escribió “La marcha Radetzky” (1932). Esta novela se considera como un retrato esclarecedor y a la vez nostálgico del derrumbe de la Monarquía Austrohúngara, si bien también se puede leer desde otra perspectiva. 
Joseph Roth, austríaco exiliado, judío católico y socialdemócrata monárquico sabía diferenciar muy bien entre opereta y realidad. Y quien sino él podía haber retratado la realidad de la década de 1930 como un retroceso en la historia de la humanidad, retroceso de tal gravedad que hacía parecer inocuos los más graves errores de la extinta monarquía.

1 comentario:

  1. El mejor alcalde de la Viena imperial, la ciudad se trasformo en una metrópolis europea, centro de la cultura y la economía del centro de Europa.

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