miércoles, 21 de octubre de 2020

500 años del descubrimiento del estrecho de Magallanes.-a


Mapa del viaje de Fernando de Magallanes de 1520.


 El estrecho de Magallanes es un paso marítimo localizado en el extremo sur de Chile​, entre la Patagonia, la isla Grande de Tierra del Fuego y varias islas ubicadas al oeste de esta hacia el océano Pacífico. Es el principal paso natural entre los océanos Pacífico y Atlántico. El estrecho lleva el nombre del navegante Fernando de Magallanes que lo descubrió en 1520 durante la expedición española a las Molucas.

De acuerdo a la Organización Hidrográfica Internacional, su boca oriental está determinada por la línea que une el cabo Vírgenes con el cabo del Espíritu Santo.​ Sin embargo, este límite no coincide lo establecido con el Tratado que firmaron Argentina y Chile, que firmaron el Tratado de 1984, que estableció en su artículo 10.º que «el término oriental del Estrecho de Magallanes [está] determinado por punta Dungeness en el Norte y cabo del Espíritu Santo en el Sur»,considerándolo íntegramente dentro de la jurisdicción de Chile, en la región de Magallanes y de la Antártica Chilena. De acuerdo con los tratados argentino-chilenos de 1881 y 1984, el acceso por su boca oriental y la navegación del mismo se encuentran asegurados a los buques de todas las banderas en todo tiempo y circunstancia.

El 22 de marzo de 1518 se oficializó en Valladolid la expedición, nombrándose al navegante portugués, al servicio del Imperio español, Fernando de Magallanes, capitán general de la flota y gobernador de todas las tierras que encontrara. En esta se acordaron los privilegios que tendrían Magallanes y Faleiro y se estableció que la armada a organizarse pasaría a conocerse como "de las Molucas". La Armada de las Molucas, compuesta por cinco naves, zarpó desde el puerto y Reales Atarazanas (antiguos astilleros) de Sevilla, atracando en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) para ultimar ajustes, preparación y aprovisionar las naves para su partida el 20 de septiembre de 1519.



Las naves eran la Trinidad, de 100 a 110 toneles, nave capitana al mando de Magallanes; la San Antonio, de 120 toneles, al mando de Juan de Cartagena; la Concepción, de 90 toneles, capitaneada por Gaspar de Quesada y con Juan Sebastián Elcano como maestre; la Victoria, de 85 toneles, comandada por Luis de Mendoza, y la Santiago mandada por Juan Serrano (nacido João Rodrigues Serrão). La dotación estaba formada por 239 hombres, desde el capitán general al último marinero. En Canarias y Brasil se agregaron más tripulantes hasta llegar a 265. La mayoría de ellos nunca más regresaría a España.

Hicieron escala en la isla Tenerife (Canarias), Recife y Río de Janeiro donde recalaron el 13 de diciembre del mismo año.

A comienzos de 1520, recorrieron el litoral oriental de Sudamérica. Al llegar a la desembocadura del río de la Plata en la vieja colonia de «Santa María de los Buenos Aires», Magallanes creyó que había hallado el paso hacia el mar del Sur, pero al internarse en este notó que solo se trataba de un inmenso caudal de agua dulce.

Continuó navegando hacia sur y el 31 de marzo de 1520 recaló a una gran bahía a la que llamó puerto de San Julián. Ordenó el desembarco para invernar por espacio de cinco meses. Durante esta estadía la nave Santiago naufragó y se produjo un motín dirigido por los capitanes de las naves. Antonio Pigafetta, cronista de este viaje, escribió:


Los traidores eran Juan de Cartagena, veedor de la escuadra; Luis de Mendoza, tesorero; Antonio de Coca, contador; y Gaspar de Quesada. El complot fue descubierto: el primero fue descuartizado y el segundo apuñalado. Se perdonó a Gaspar de Quesada, que algunos días después meditó una nueva traición. Entonces, el capitán general, que no se atrevió a quitarle la vida porque había sido nombrado capitán por el mismo emperador, le expulsó de la escuadra y le abandono en la tierra de los patagones con un sacerdote, su cómplice.

Antonio Pigafetta

También ha de conocerse que Magallanes indultó a Juan Sebastián de Elcano, perdonándole la vida por haberse unido a los amotinados. Aquí tomaron contacto con los aborígenes de «estatura gigantesca», llegándole ellos un poco más allá de la cintura. Eran hombres blancos de pelo y muy fuertes de musculatura a los que Magallanes llamó patagão ('pie grande') o «patagones», y a la región, «Patagonia».

El 21 de octubre de 1520, descubrió un cabo detrás del cual se divisaba una gran entrada de mar. Al cabo lo bautizó como «de las Once mil Vírgenes». El 1 de noviembre de 1520, luego de explorar la entrada de mar, Magallanes entró al estrecho al que llamó «de Todos los Santos», ya que ese día la Iglesia católica celebra esa festividad.

Réplica de la nao Victoria de Hernando de 
Magallanes en el Museo Nao Victoria de Punta Arenas.



Al navegarlo, contempló en la ribera sur grandes fogatas que desprendían mucho humo, las cuales se producían por la cantidad inmensa de gas natural que emanaba en esa zona a la que los aborígenes habían prendido fuego en algún momento para hacer sus rituales mágicos. La bautizó como «Tierra de los Fuegos».

Pasado el golfo que le sirve de boca oriental, la escuadrilla se internó resueltamente en las primeras angosturas del canal, siguiendo siempre el mismo rumbo, el este-sur, hasta llegar a una espaciosa ensenada cerca de la cual se levantaban varias islas, la bahía San Bartolomé. En este punto, la naturaleza de aquellos canales cambiaba de aspecto. Hasta allí, el paisaje que se había presentado a la vista de los exploradores era triste y pobre. Extendidas playas de arena batidas por un viento frío, eminencias de poca altura, desprovistas de árboles y con una miserable vegetación herbácea, rocas áridas y peladas, y un cielo limpio y seco, fue todo lo que vieron en la primera parte del estrecho. Desde que pasaron la segunda angostura, el paisaje cambiaba como por encanto. Montañas más elevadas, con cimas cubiertas de nieve y con un suelo humedecido por lluvias frecuentes, ostentaban una lujosa vegetación de árboles y yerbas. Este cambio de paisaje causó una agradable sorpresa a los viajeros que acababan de pasar muchos meses en las estériles regiones de la costa oriental.

Desde la bahía en que había fondeado Magallanes, la costa cambiaba violentamente de dirección, dirigiéndose en línea recta hacia el sur. Este rumbo tomaron los expedicionarios; pero a poco andar hallaron el estrecho dividido en dos canales por la interposición de tierras montañosas. Magallanes mandó que dos de sus naves entraran por el camino al oriente, mientras él seguía avanzando por el otro canal con el resto de su escuadrilla. Las dos divisiones quedaron en reunirse en el punto en que se abren esos dos canales. Esta medida de precaución traería a Magallanes una de sus mayores dificultades.

En los primeros días de noviembre, Magallanes, recorrió la prolongación de la costa de la península de Brunswick, hasta el cabo Froward observando allí que el estrecho tomaba una dirección hacia el noroeste y esperó durante cinco días mientras las otras dos naves exploraban el canal oriental sin encontrarle salida. Una de ellas, la Victoria, al mando de Duarte Barbosa, que había avanzado menos en este reconocimiento, dio luego la vuelta a reunirse con el jefe expedicionario. La otra, denominada San Antonio, había ido más lejos todavía. Al tercer día (8 de noviembre) regresó de su exploración, pero no halló a Magallanes en el punto de reunión. Mandaba esta nave el capitán Álvaro de Mezquita, primo hermano de Magallanes y hombre de toda su confianza. Por desgracia, estaba embarcado también en el mismo buque el piloto Esteban Gómez que sublevó a la tripulación, apresó al capitán Mezquita, desertó y dio la vuelta a España, quedando solo tres naves en la expedición. Esta traición, que privaba a los expedicionarios de su buque de mayor porte y de una abundante provisión de víveres, estuvo a punto de frustrar la expedición.

Cuando el jefe expedicionario volvió al lugar en que debía reunirse toda la escuadra, experimentó la más desagradable sorpresa al ver que no se hallaba allí la nave que mandaba el capitán Mezquita. Magallanes, temiendo que la nave hubiera naufragado en el reconocimiento de los canales, redobló su actividad para buscar la nave perdida en los canales inmediatos. Solo después de algunos días, cuando había desaparecido toda esperanza de hallar a sus compañeros, resolvió Magallanes alejarse de aquellos lugares. Aun entonces, hizo poner señales en algunos puntos de la costa y dejó una marmita con una carta en que indicaba el rumbo que iba a tomar para que pudiera seguirlo la nave San Antonio.

La exploración de las tierras vecinas al estrecho no ofrecía ningún interés para Magallanes, que solo buscaba allí el paso para llegar a los mares de la India. Por otra parte, aquella región dominada por el frío no valía la pena de detener en su camino a los navegantes que iban en busca de las islas más ricas del mundo. Pero Magallanes, aun sin detenerse, se formaba un concepto cabal de las tierras que divisaba. Para él, la costa que tenía al norte era la extremidad austral del continente americano. La región del sur, que Magallanes denominó «Tierra del Fuego», por las muchas fogatas que allí encendían nativos que la poblaban, debía de ser una gran isla. Sin detenerse con las tres naves que formaban su escuadrilla, continuó resueltamente su navegación por el angosto canal que se abría con dirección al noroeste.

El 27 de noviembre de 1520 entraba, por fin, Magallanes en el océano Pacífico, como él mismo lo bautizó.​ Allí se terminó la primera exploración europea de aquella parte de Chile.

En Filipinas, Magallanes fue asesinado el 27 de abril de 1521 en una demostración de poder con solo 48 expedicionarios cristianos, se enfrentaron a más de 1500 guerreros de una tribu de aborígenes musulmanes bajo el mando de su jefe, el datu Lapu-Lapu, que no aceptaba al rey de España como amo y señor de esas tierras, en la isla de Mactán.

Debido al número de bajas sufridas, la Concepción fue quemada por los expedicionarios para reagruparse en las dos naves en mejor estado. Juan Sebastián Elcano tomó el mando de la nao Victoria y Gonzalo Gómez de Espinosa el de la Trinidad, continuando hacia las islas Molucas. Cuando partían con rumbo a España se descubrió una vía de agua en la Trinidad, lo que hizo que se quedarse con sus 53 tripulantes en la isla Tidore para realizar reparaciones, que posteriormente fueron capturados por los portugueses.

Solo regresó a España la Victoria, al mando de Juan Sebastián de Elcano con 18 hombres incluido el cronista del viaje Antonio Pigafetta. Recalaron en Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522. Fueron los primeros en circunnavegar la Tierra.

Es interesante consignar que la expedición, a pesar de haber perdido tres naves y de haber desertado una cuarta, tuvo un éxito económico importante. Solo con las especias que la Victoria transportó desde las Molucas a España, se cubrieron todos los costos y se obtuvo utilidad.



Antonio Pigafetta o de Pigafetta 




(Vicenza, Italia, c. 1480 - ib., c. 15344​) fue un noble italiano del Renacimiento que se desempeñó como explorador, geógrafo y cronista al servicio de la República de Venecia. Fue caballero de la Orden de San Juan.
Acompañando a Fernando Magallanes se trasladó a España en 1518. Allí tomó parte en la expedición de Magallanes, que culminaría con la primera circunnavegación del globo en 1522, realizada a bordo de la nao Victoria, única que regresó a España. Pigafetta fue uno de los 18 hombres, de los 265 de la tripulación inicial, (que sobrevivieron al viaje) que volvieron en la nao. Otros 18 sobrevivieron varios de la nao Trinidad que quedaron en las Molucas reparándola y los trajeron como prisioneros los portugueses a Lisboa y varios que habían quedado en cabo verde y volvieron por la misma vía 
Su relato de los hechos se titula Relación del primer viaje alrededor del mundo (1524), también conocido como la Relación de Pigafetta. Este relato es la fuente principal de información sobre el viaje de Magallanes y Elcano, y de la propia vida de Pigafetta. Por primera vez un europeo relataba el descubrimiento del estrecho de Magallanes, donde se constataba el paso navegable al océano Pacífico (masa de agua conocida desde 1513 por Vasco Núñez de Balboa, que la llamo «mar del Sur»), la Patagonia o el primer documento disponible acerca del idioma cebuano, de Filipinas.
Un miembro de su familia, Filippo Pigafetta (1533-1604), viajó a África en el siglo XVI y fue conocido por su libro sobre su viaje al Congo.

Biografía

Pigafetta, que se describe a sí mismo en su libro como un gentilhombre vicentino pertenecía a una rica familia de Vicenza, en la República de Venecia. Nació e entre 1480 y 1491. De su vida se conoce poco y ese poco con inseguridades. Sí se sabe que su padre fue Giovanni Antonino Pigafetta. Aunque se desconoce quién fue su madre, está documentado que Giovanni Antonio tuvo relaciones con al menos tres mujeres, primero con Castellana Terrenato da Caltrano, después con Lucia Muzan da Malo y más tarde con Angela dalla Zoga.​ Probablemente tuvo buena salud y fue robusto, siendo uno de los pocos supervivientes que logró dar la primera vuelta al mundo.

Se dice que era conocido desde su juventud por sus estudios en astronomía, geografía y cartografía, conociendo el astrolabio o el uso del imán como brújula.​ Perfeccionó su educación en la universidad al servicio del jerarca católico Francesco Chiericati, alto cargo en Roma del papa León X. Estudió conocimientos generales y probablemente francés.

Hacia 1518 acompañó al nuncio apostólico Chiericati a España donde fue presentado al emperador Carlos I. Posteriormente se instaló en Barcelona.

Pigafetta ya en España, conoció el proyecto del navegante portugués Fernando de Magallanes de abrir una ruta hacia las Indias y se interesó en él. El portugués ya había fracasado al exponer sus propósitos al rey de Portugal y decidió ir a España para exponer su audaz proyecto al joven rey Carlos I, quien aceptó. La intención era encontrar un paso marítimo hacia los territorios de las Indias Orientales y buscar el camino que, recorriendo siempre mares castellanos (según el Tratado de Tordesillas), llegase a las islas de las Especias (las Molucas), lo que era la llamada ruta hacia el oeste. Algo que ya había buscado Cristóbal Colón sin éxito.

Pigafetta era un hombre imbuido en el renacimiento, el humanismo y en conseguir la gloria. Era la época del descubrimiento de América, con los viajes de Cristóbal Colón, Américo Vespucio y Vasco de Gama, y él mismo escribe:

En el año de 1519 me hallaba en España en la corte de Carlos V, Rey de romanos, en compañía de Monseñor Chericato, Protonotario Apostólico entonces y predicador del Papa León X, de santa memoria, quien por sus méritos fue elevado a la dignidad de Obispo y Príncipe de Teramo. Ahora bien, como por los libros que había leído y por las conversaciones que había sostenido con los sabios que frecuentaban la casa de este prelado, sabía que navegando en el Océano se observan cosas admirables, determiné de cerciorarme por mis propios ojos de la verdad de todo lo que se contaba, a fin de poder hacer a los demás la relación de mi viaje, tanto para entretenerlos como para serles útil y crearme, a la vez, un nombre que llegase a la posteridad.
A. Pigafetta

Provisto de cartas de recomendación fue a Málaga en barco, y a Sevilla por tierra, donde esperó tres meses antes de que la escuadra estuviese en situación de partir. La flota estaba compuesta por cinco naos y más de doscientos hombres. Fue admitido a bordo como supernumerario, puesto destinado normalmente a jóvenes de familia noble enrolados como voluntarios en busca de aventuras o experiencia militar. Su nombre quedó registrado como «Antonio Lombardo», «Antonio de Lombardía», destinado a la nao Trinidad, capitaneada por Magallanes.Pese a dificultades iniciales con Magallanes, consiguió ganar su confianza y le sirvió como lenguaraz y cartógrafo.
En la batalla de Mactán (Filipinas) en que Magallanes perdió la vida, Pigafetta fue también herido. Sin embargo, logró reponerse y formó parte de los que acompañaron a Juan Sebastián Elcano a bordo de la Victoria en el regreso a Sevilla. Es aquí cuando finaliza sus apuntes, el lunes 8 de septiembre de 1522. Dos días antes, la nave había llegado al puerto gaditano de Sanlúcar de Barrameda cuando se habían cumplido tres años de viaje.

Tras el viaje

Según relata él mismo, los supervivientes de la expedición cumplen su promesa de rendir culto a la Virgen de la Antigua y a la Virgen de la Victoria en Sevilla. Después Pigafetta parte a Valladolid donde se entrevista con Carlos I y le entrega una de las copias de su diario de viaje. Marcha a Portugal para ver al rey Juan I y de ahí pasa nuevamente por España hasta llegar a Francia donde se entrevista con la reina regente Luisa de Saboya. Finalmente, según la versión del relato, le entrega una última copia al gran maestre Philippe Villiers de l’Isle-Adam y se retira a Italia.

El martes bajamos todos a tierra en camisa y a pie descalzo, con un cirio en la mano, para visitar la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria y la de Santa María la Antigua, como lo habíamos prometido hacer en los momentos de angustia.
De Sevilla partí para Valladolid, donde presenté a la Sacra Majestad de don Carlos, no oro ni plata, sino cosas que eran a sus ojos mucho más preciosas. Entre otros objetos, le obsequié un libro escrito de mi mano, en el cual había apuntado día por día todo lo que nos había acontecido durante el viaje. Abandoné Valladolid lo más pronto que me fue posible y me fui a Portugal para hacer relación al rey don Juan de las cosas que acababa de ver. Pasando en seguida por España fui a Francia, donde regalé algunas cosas del otro hemisferio a Madama la Regente, madre del rey muy católico Francisco I. 
Regresé al fin a Italia, donde me consagré para siempre al muy excelente y muy ilustre señor Felipe Villiers de l'Isle-Adam, gran maestre de Rodas, a quien di también la relación de mi viaje.
A. Pigafetta

A mi regreso a Italia, su santidad el Soberano Pontífice Clemente VII, ante quien tuve el honor de presentarme en Monterosi y de referirle las aventuras de mi viaje, me acogió con bondad y díjome que le sería muy agradable poseer una copia del diario de mi viaje; híceme, pues, un deber en deferir lo mejor que pude a los deseos del Santo Padre, a pesar del poco tiempo de que entonces disponía.
A. Pigafetta

Aun así no fue a través de los escritos de Pigafetta como los europeos por primera vez escucharon hablar de la circunnavegación del globo. Más bien, fue a través de un relato escrito por Maximiliano Transilvano, publicado en 1523. Transilvano había recibido instrucciones de entrevistar a algunos de los sobrevivientes del viaje cuando la nao Victoria, regresó a España en septiembre de 1522.
Su pasado después de sus últimas líneas de su diario, se desconoce con certeza. Algunas fuentes citan que el gran maestre Philippe Villiers de l’Isle-Adam le nombró caballero de Rodas el 3 de octubre de 1524. Posteriormente escribe su obra y por eso se pone el título de caballero en ella.
Murió en su país natal en una fecha desconocida, algunas versiones aluden a su intervención contra el Imperio otomano en 1536 y un posterior retiro en su ciudad natal y otras que falleció en la isla de Malta entre 1534 y 1535.


Mapa del primer viaje de circunnavegación mundial, 
con salida y llegada en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), España

La expedición llegó a la desembocadura del río de la Plata con gran cuidado, luego bordeó las costas bajas de la Patagonia, examinó todas las bahías, creyendo siempre encontrar el estrecho tan deseado. El 18 de octubre llegó a la entrada del estrecho.9​ Tres semanas después, Magallanes anotaba la presencia del «cabo Deseado»,10​ que señalaba el extremo del camino, y bogaba por el océano Pacífico, siendo así los primeros en encontrar el camino de las Indias por occidente.
Las penurias del viaje por el Pacífico están relatadas con violento realismo:

Miércoles 28 de noviembre, desembocamos por el Estrecho para entrar en el gran mar, al que dimos en seguida el nombre de Pacífico, y en el cual navegamos durante el espacio de tres meses y veinte días, sin probar ni un alimento fresco. El bizcocho que comíamos ya no era pan, sino un polvo mezclado de gusanos que habían devorado toda su sustancia, y que además tenía un hedor insoportable por hallarse impregnado de orines de rata. El agua que nos veíamos obligados a beber estaba igualmente podrida y hedionda.Para no morirnos de hambre, nos vimos aun obligados a comer pedazos de cuero de vaca con que se había forrado la gran verga para evitar que la madera destruyera las cuerdas. Este cuero, siempre expuesto al agua, al sol y a los vientos, estaba tan duro que era necesario sumergirlo durante cuatro o cinco días en el mar para ablandarlo un poco; para comerlo lo poníamos en seguida sobre las brasas. A menudo aun estábamos reducidos a alimentarnos de serrín, y hasta las ratas, tan repelentes para el hombre, habían llegado a ser un alimento tan delicado que se pagaba medio ducado por cada una. Sin embargo, esto no era todo. Nuestra mayor desgracia era vernos atacados de una especie de enfermedad que hacía hincharse las encías hasta el extremo de sobrepasar los dientes en ambas mandíbulas, haciendo que los enfermos no pudiesen tomar ningún alimento. De éstos murieron diecinueve y entre ellos el gigante patagón y un brasilero que conducíamos con nosotros. Además de los muertos, teníamos veinticinco marineros enfermos que sufrían dolores en los brazos, en las piernas y en algunas otras partes del cuerpo, pero que al fin sanaron.
A. Pigafetta


libro 




Rey CARLOS I de España, le otorgo a don Sebastián Elcano la  hidalguía, y un escudo de armas con la siguientes descripción: El escudo es cortado, 1° de  gules, con un castillo de oro; 2°  de oro, con dos palos de canela puestos en aspa, acompañados en los flancos y en punta, de tres nueces moscadas, y orlado de doce clavos de especeria, todo ello de gules. Por timbre lleva un yelmo y sobre él,   como  cimera,  un mundo circundado de una cinta con la leyenda "Primus circumdedisti me", "(«Fuiste el primero en circunnavegarme»).

Juan Sebastián Elcano ​ (Guetaria, c. 1486-Océano Pacífico, 4 de agosto de 1526) fue un marino español que completó la primera vuelta al mundo en la expedición de Magallanes-Elcano, quedando al frente de la expedición tras la muerte de Fernando de Magallanes.
De plata, tres fajas jaqueladas de gules y plata, en tres órdenes.

Fernando de Magallanes, también conocido como Hernando de Magallanes (en portugués, Fernão de Magalhães; Ponte da Barca u Oporto ​primavera de 1480—Mactán, Filipinas; 27 de abril de 1521), fue un militar, explorador, marino y navegante portugués de linaje noble. Fue nombrado adelantado y naturalizado español por la Corona Española y capitán general de la «Armada para el descubrimiento de la especería» y comendador de la Orden de Santiago.


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