viernes, 28 de julio de 2017

La polémica en torno a las banderas confederada en el siglo XXI a

BANDERAS CONFEDERADAS
Primera bandera nacional, vigente del 28 de noviembre
de 1861 al 1 de mayo de 1863, con 13 estrellas.

La primera bandera nacional oficial de la Confederación, llamada de «barras y estrellas», fue usada del 4 de marzo de 1861 al 1 de mayo de 1863. Se inspiró en las armas del Archiducado de Austria, que acabarían originando más tarde la actual bandera nacional de Austria, y fue diseñada por el artista prusiano Nicola Marschall en Marion, Alabama. Fue adoptada oficialmente el 4 de marzo de 1861 en Montgomery, Alabama. La bandera fue evolucionando en el número de estrellas hasta que finalmente tuvo un total de 13. Esto reflejaba las reivindicaciones de la Confederación tras haber admitido a los estados de Kentucky y de Misuri en su seno.

Segunda bandera nacional confederada, en vigor desde
 el 1 de mayo de 1863 hasta el 4 de marzo de 1865.
La segunda bandera nacional de la Confederación fue «el Emblema Impoluto» (The Stainless Banner), que comenzó a exhibirse el 1 de mayo de 1863. Para evitar la confusión en batalla con la bandera de la Unión, esta nueva bandera fue diseñada con la bandera de guerra en su cuarto superior izquierdo. Esta bandera, sin embargo, tenía sus propios problemas: cuando no había viento se la podía confundir con la bandera de rendición porque el espacio blanco predominaba.
En los territorios confederados se le impuso el sobrenombre «Impoluto» para referirse a la «intachable virtud y honor de los sureños y su lucha por la independencia de la tiranía y la agresión de los Estados del norte». La bandera también recibe el nombre de «Stonewall Jackson» debido a su uso inaugural en los funerales del general Stonewall Jackson cubriendo su féretro.
Tercera y última bandera nacional confederada (1865-1866)
Esta es la tercera y última bandera de la Confederación, adoptada el 4 de marzo de 1865, muy poco tiempo antes de la capitulación. La barra vertical roja fue añadida para evitar confusión con la bandera de rendición cuando la bandera no estaba totalmente desplegada. A veces se la ha llamado la «manchada de sangre» o la «bañada en sangre».


La bandera de batalla de la Confederación es cuadrada, de distintos tamaños para los distintos grados del Ejército: 48 pulgadas para la infantería, 36 para la artillería y 30 para la caballería. Se usó en batalla desde noviembre de 1861 hasta la derrota final. El color azul de la cruz sureña en la bandera era azul marino, algo más oscuro que el empleado por la «Naval Jack». Para remediar la confusión de la bandera «Barras y Estrellas» con la de la Unión, el general del ejército de Virginia P.G.T. Beauregard, entre otros, fue el primero en adoptar esta bandera a partir del diseño de William Porcher Miles (véase más abajo). El diseño rectangular de Miles fue reducido a una forma cuadrada para facilitar su transporte en batalla.
También se la conoce como la bandera del Ejército de Virginia del Norte.

La «Navy Jack» confederada, también llamada «cruz sureña», es el precursor rectangular de la Bandera de Batalla. El color azul en la cruz diagonal (o de san Andrés) es más pálido que en la Bandera de Batalla, pero solo se usó en los barcos confederados desde 1863 a 1865.

NOTA

A partir de la década de los noventa, del siglo pasado la controversia se trasladó en torno a la idoneidad del despliegue de la bandera confederada en lugares y edificios públicos, acrecentándose un debate que en la actualidad sigue levantando pasiones y que concierne a toda la variada simbología y propaganda confederada actual, que va desde imponentes monumentos hasta pequeños estampados en prendas de vestir. En primer lugar, es preciso señalar que la bandera que más se ha extendido con el tiempo como representativa de los Estados Confederados de América nunca fue oficialmente la bandera nacional de este efímero estado. Hasta tres banderas tuvo la Confederación durante la Guerra Civil y ninguna de ellas fue la de la “Confederate Navy Jack”, que a su vez estaba inspirada en la bandera de batalla del ejército de Virginia del Norte.


No pocos han sido los enfrentamientos entre partidarios y detractores de la bandera en estas dos últimas décadas. Aquellos que defienden su exhibición pública argumentan que es un símbolo de la unidad y el patrimonio regional que honra el coraje de sus antepasados y reivindica una cultura única y loable. Por el contrario, sus opositores consideran que esta misma bandera es un emblema indisociable de racismo y supremacía de la raza blanca, dado que fue ondeada en su origen para luchar por la perpetuación de un régimen esclavista, y además, fue exhibida en numerosas manifestaciones segregacionistas y por organizaciones racistas tales como el Ku-Klux Klan. 
Según una encuesta del Pew Research Center en 2011, sólo un 9% de la población estadounidense tiene una reacción positiva cuando ve la bandera, mientras que un 30% asegura que sufre una reacción negativa y para un 58% la bandera no le provoca ninguna reacción positiva o negativa. Sin embargo, a tenor de otro sondeo de la CNN, un 57% de los americanos interpreta la bandera como un símbolo de orgullo sureño más que de racismo. Cabe señalar que en ambas encuestas se recoge una mayor animadversión hacia la bandera entre la población afroamericana, que la ve mayoritariamente como un símbolo racista.

En cualquier caso, la bandera ha seguido teniendo un notable uso tanto privado como público. A nivel privado, basta con darse una vuelta por las regiones agrarias de los estados del sur, donde no es difícil encontrarse con alguna ondeando en porches y jardines de particulares. Y no es menos destacable todo el rentable merchandising alrededor de esta insignia, desde gorras hasta tazas de café pasando por chapas y camisetas. A lo largo de la década de los 2000 se han producido varios casos de controversia por el uso de ropa con estampados de la bandera en lugares públicos, especialmente en colegios y en institutos. 
Por poner un ejemplo, en 2004 un instituto de Carolina del Sur expulsó a trece estudiantes por este motivo, lo que fue interpretado como una violación de la libertad de expresión por sus familiares y dio lugar a numerosas reacciones por parte de los partidarios de la simbología confederada.  
Otro caso a considerar es la exhibición de la bandera en las placas de matrícula de vehículos –que en EEUU pueden ser personalizadas–, lo cual está permitido en hasta en siete estados del sur si el propietario del vehículo así lo desea. Junto a ello, llama la atención la presencia o influencia de la simbología confederada en las banderas actuales de algunos estados del sur. 

Banderas estatales
23 de abril de 1894 (modificada en 1996 y 2001, y hasta el 30 de junio de 2020)

Véase el caso de la bandera de Misisipi, la cual es la única que sigue portando la  bandera original del Ejército de Virginia del Norte en su esquina superior izquierda y que cuenta con la amplia aprobación  de su ciudadanía de acuerdo con el referéndum celebrado en 2001 en el que se votó por mantener la bandera.
Bandera de Georgia entre 1956 y 2001.
Bandera de Georgia desde 2004.


 Georgia también solía llevarla hasta 2001, año en el que se cambió por penúltima vez el diseño de su bandera, que desde 2003 está claramente inspirado en la primera versión de la bandera de los Estados Confederados de América. 

La causa perdida de la Confederación estadounidense.-a




Dicen que la historia la escriben los vencedores. Que la retórica romántica y heroica de una guerra sólo encuentra reconocimiento en el bando vencedor, cuyas hazañas y gestas resuenan en la memoria popular por los siglos de los siglos. Los perdedores a menudo quedan olvidados, cuando no demonizados, y en ocasiones condenados a resignarse ante un relato histórico que les es hostil. La historia nacional de Estados Unidos no es que sea íntegramente una excepción de esta norma, pero sí que es un caso extraordinario. En concreto, la narrativa que envuelve al que probablemente ha sido el conflicto más determinante de su existencia, la Guerra Civil que enfrentó al escindido sur, los once estados que formaron los Estados Confederados de América, y el resto del país, que permaneció fiel a la Unión. El final del conflicto dio lugar a dos relatos diferentes. A uno se le atribuye el carácter oficial y está ampliamente consensuado por historiadores contemporáneos. El otro es la versión sureña, mucho más minoritaria pero que también encontró cierto apoyo en la literatura regional y sobre todo en la cultura y tradición popular. A esta última se le acabo acuñando el nombre de “la Causa Perdida de la Confederación”.

A pesar de que  han pasado más de ciento cincuenta años desde la batalla definitiva en Appomattox, el recuerdo de los Estados Confederados sigue significando para muchos ciudadanos del sur el reconocimiento de una cultura distintiva y un modo de vida honorable, lo que a veces se traduce en manifestaciones más drásticas que continúan generando polémica en nuestros días ante el rechazo de sus detractores.

El mito de la causa perdida

La versión más aceptada, la considerada por la inmensa mayoría del mundo académico como la verdadera historia del conflicto, nos dice que la principal razón de la secesión de los once estados del sur que formaron la Confederación fue la cuestión de la esclavitud, o mejor dicho, el decidido abolicionismo pretendido desde Washington por el entonces recién elegido gobierno republicano de Abraham Lincoln. Todos los estados que conformaron la Confederación mantenían sistemas económicos basados en la esclavitud de afroamericanos, el auténtico motor de una economía eminentemente agraria que resultaba ser tremendamente productiva, entre otras cosas, por la ingente cantidad de mano de obra prácticamente gratuita de la que se disponía. Cierto es que había hasta cuatro estados esclavistas más en el norte: Kentucky, Misuri, Delaware y Maryland, a lo que habría que sumarle el Distrito de Columbia. Todos ellos, sin embargo, permanecieron fieles a la Unión. 
Como se preveía, los Estados Unidos de América no aceptaron la secesión unilateral y de esta manera comenzaría en 1861 una guerra que se prolongaría hasta abril de 1865, y que acabaría con la disolución de los Estados Confederados de América un mes más tarde. Al conflicto le seguiría un periodo no exento de polémica, la Reconstrucción (1865 – 1877), en el que el bando vencedor centró sus esfuerzos en reunificar una nación que había quedado muy resquebrajada, lo que incluyó una serie de enmiendas que resultaron en la  abolición de la esclavitud en 1865 y la posterior ocupación militar del sur por el ejército unionista.

Sin embargo, en poco coincidirán los seguidores de la Causa Perdida con lo escrito en este último párrafo. Durante y sobre todo tras la guerra, los partidarios de la secesión comenzaron a interpretar el conflicto de una manera muy distinta. De este modo, para los defensores de la Confederación la guerra significó la invasión del norte opresor y la injerencia de éste en el modelo productivo del sur del que se beneficiaban tanto amos como esclavos. El motivo principal de la secesión no fue de ningún modo la esclavitud, sino una serie de desavenencias respecto a los derechos de los estados federados, a la que se les sumaban disputas económicas relativas a impuestos, las diferencias culturales y la progresiva disociación entre una sociedad industrial y otra agraria. Además, según la versión sureña, la esclavitud tenía los días contados en la Confederación, por tanto no tenía ningún sentido luchar por su mantenimiento cuando se sabía con certeza que iba a acabar por extinguirse de manera natural,  y en cualquier caso, no era considerada una institución denunciable a tenor del trato paternal que los esclavos recibían por parte de sus amos. También se hacía hincapié en que la secesión no significó traición ni fue inconstitucional, dado que la Constitución guardaba silencio respecto a este asunto, y por tanto, no lo prohibía explícitamente. Junto a ello, la derrota en el campo de batalla, según esta narración, era sencillamente inevitable, por lo que el sur se encontraba desde el inicio predestinado a perder –he aquí la razón de la acuñación de Causa Perdida–. La disparidad de recursos humanos y materiales entre ambos contendientes abrumó a las fuerzas del sur y constituyó la base de un combate injusto y desleal.
 El simple hecho de presentar batalla fue un acto heroico y memorable, y si el sur pudo obtener algunos avances militares fue por la superioridad natural del soldado confederado, defensor de una cultura superior y al que se le atribuía un carácter épico e infatigable. De entre todos ellos, destacó uno por encima del resto: el general Robert E. Lee, que comandó las fuerzas de Virginia del Norte.

Un legado inmortal

Con todo lo anterior el sur consiguió tras la guerra lo que buscaba, maquillar su maltrecha imagen a su antojo. Los veteranos y demás partidarios de la secesión lograron crear una historia paralela que sonase reconfortante y que honrase la valía y bondad de unos hombres que lucharon por la libertad frente al norte opresor. De este modo mitigaron una derrota apabullante y la presentaron a las generaciones venideras como un suceso irremediable provocado por el despotismo yanqui. Si la victoria sureña era absolutamente imposible, de alguna manera esto significaba que la Confederación jamás fue vencida. Y como jamás fue vencida, había que mantenerla viva, al menos en espíritu.

Las décadas posteriores al periodo de la Reconstrucción, que fue para muchos sureños una humillación peor que la propia guerra, fue el periodo más prolífico de la apología confederada gracias a la incansable labor divulgadora de veteranos, sus descendientes y sureños simpatizantes. Multitud de monumentos se erigieron a lo largo y ancho de los once estados secesionistas celebrándose ceremonias inaugurales que agrupaban a miles de allegados. Un buen ejemplo lo encontramos en la Avenida de los Monumentos de la capital del estado de Virginia y antigua capital de los Estados Confederados, Richmond. La vía principal del centro histórico es toda una oda a los héroes de la Confederación. En la inauguración del memorial al antiguo Presidente, Jefferson Davis, en 1907 –más de cuarenta años después de la guerra–, se congregaron hasta 200.000 personas. Claro que este furor por la simbología confederada sólo se explica por la condescendencia del bando ganador, el norte, pues desde Washington se prefirió no censurar este tipo de actos u otras formas de expresión que ensalzaran al bando confederado con el fin de facilitar la reunificación del país y la maltrecha convivencia entre el norte y el sur. Y es que los monumentos sólo eran una parte visible de lo que la cultura popular sureña estaba gestando. La literatura, los libros de Historia en las escuelas y determinados periódicos y revistas también ayudaron a difundir la nostalgia confederada, cuyos máximos exponentes eran tres asociaciones formadas a finales del siglo XIX: los Veteranos Confederados Unidos, extinguida a mediados de siglo XX, y las todavía existentes Hijas Unidas de la Confederación e Hijos de Veteranos Confederados, formadas ambas por descendientes de combatientes del ejército confederado. Estas asociaciones fueron las encargadas de organizar rituales periódicos en homenaje a los soldados confederados caídos en el combate, lo que acabó convirtiéndose en la celebración del Confederate Memorial Day o Día de los Caídos de la Confederación, que hoy día se sigue conmemorando –independientemente del Día de los Caídos celebrado a nivel nacional el último domingo de mayo– de manera distinta y en diferentes fechas entre los estados del sur, siendo en la mayoría de ellos un día no laborable.

Incluso Hollywood fue un aliado inesperado para la propagación de la Causa Perdida. Cuando el fervor pos-confederado amainaba allá por la segunda década del siglo XX, la película El nacimiento de una nación, estrenada en 1915, realzaba el carácter superior de la raza blanca sirviendo de inspiración a numerosos blancos sureños para reivindicar el modo de vida del sur. La misma película, dicho sea de paso, propició el renacimiento y posterior auge devastador del Ku-Klux Klan en los años veinte.  
Otro ejemplo lo encontramos en la célebre película Lo que el viento se  llevó, de 1939, basada en la época de la Guerra Civil y en la que se idealizaba el trato afectuoso, familiar y entrañable que los amos blancos, dueños de una plantación en Georgia, otorgaban a sus esclavos afroamericanos. Después de unas décadas de relativa calma, la simbología confederada volvería a aparecer con más frecuencia en los años cincuenta y sesenta coincidiendo, en primer lugar, con la oposición al movimiento por los derechos civiles, exacerbándose la retórica de la supremacía blanca que a menudo era reforzada con referencias al pasado de la Confederación; y en segundo, con el centenario de la Guerra Civil, cuya conmemoración incluyó la construcción de nuevos monumentos en diferentes estados.

miércoles, 19 de julio de 2017

Diana Uribe (Historiadores) a


Diana Uribe Forero (Bogotá, 30 de marzo de 1959) es una cronista, locutora y difusora de historia colombiana que se ha especializado en los programas de divulgación histórica. Es conocida por sus programas radiales y sus audiolibros sobre historia universal.

Biografía

Estudió filosofía y letras en la Universidad de los Andes, en donde se graduó con una tesis sobre los movimientos juveniles de los años 1960.
Su trabajo en los medios comenzó como analista internacional en la desaparecida cadena Radionet. De allí pasó a Caracol Radio con un programa los fines de semana llamado La historia del mundo. También fue analista internacional durante el inicio de la invasión de Irak de 2003 para el noticiero de Caracol Televisión y ha trabajado en otros proyectos de esta cadena, como invitada en el programa Entre ojos.
En 2008 presentó su primer audiolibro, La historia de las civilizaciones, donde hace un recorrido por algunos momentos de la historia de la humanidad; en 2009 publicó el segundo, llamado La historia de las independencias, enfocado en la independencia latinoamericana en el siglo XIX; en 2011 el tercero, La historia en los viajes, que trata sobre Rusia, Turquía y Sudáfrica; en 2013 publicó la aplicación El juego de la historia.
Uribe es especialista en los movimientos de contracultura de los años 1960. También se interesa por la permanencia de los mitos y leyendas en los imaginarios contemporáneos, en particular en la literatura oral.

martes, 18 de julio de 2017

La trufa negra.-a


La trufa negra (nombre científico Tuber melanosporum), conocida también como trufa de Périgord, es muy apreciada en la gastronomía por su aroma y es de gran valor económico. Se trata de un hongo que se encuentra bajo el suelo (hipogeo) y que posee un aspecto exterior oscuro tirando a negro, de superficie verrugosa. Hoy en día este hongo puede cultivarse en las denominadas truferas.



Descripción

Trufa negra (Tuber nigrum Bull. (= Tuber melanosporum Vittad.).

Etimología.- Tuber {l} ~ protuberancia; nigrum {l} ~ negro, por sus esporas pardo-negruzcas.

Descripción.- Trufa globosa a subglobosa, de 3-12 cm de diám., firme y compacta. Peridio negro, mate, recubierto de verrugas piramidales y poligonales de 3-5 mm. Gleba compacta, al principio gris-violácea y en la madurez pardo-negruzca recorrida por venaciones estériles blanquecinas, de tonalidades rosadas al contacto con el aire. Olor perfumado muy característico, a marisco, sabor delicioso.

Microscopía.- Peridio pseudoparenquimático, de 200-300 µm de espesor, opaco, compuesto de células angulares e irregulares, de 7-19 µm de diám., más grandes y de paredes más gruesas (0,5-1,5 µm) y pigmentadas hacia la superficie. Hifas glebales de 4-7 µm de diám., septadas, a veces ramificadas, con elementos inflados dispersos de tamaño muy variable. Ascos globosos, de 60-70 µm de diám., conteniendo en su interior 1-4 esporas. Ascosporas elipsoidales, de 29-45 x 17-24 µm, hialinas cuando jóvenes, adquiriendo un color pardo-oscuro y opaco al madurar, recubiertas de numerosas espinas rígidas de 4-6 µm de longitud.

Distribución.- Tuber nigrum Bull. se diferencia de T. brumale Vittad. por el color más oscuro de su gleba, venación más rosada al contacto con el aire y esporas más alargadas, translúcidas cuando jóvenes y pardo-oscuras-opacas cuando maduran, mientras que en T. brumale permanecen translúcidas.

Su hábitat natural son los bosques del sur de Francia, Italia y España. De hecho, esta última es considerada como la principal productora a nivel mundial, con provincias tan destacadas como la de Teruel. También otras zonas como Soria, Huesca, Navarra, Gerona, producen este manjar, pero en menor cuantía. Vive bajo tierra, en simbiosis con las raíces de encinas, robles y avellanos principalmente, aunque también vive asociada a las raíces de algunos pinos (halepensis y silvestris) y estepas o jaras (Cistus albidus), generalmente en tierras calizas. Se reproduce en la primavera, apareciendo entonces como pequeñas pelotas, que luego en el verano y otoño se hinchan y maduran, llegando al tamaño de una pelota de golf. Mide entre 3 y 7 cm -a veces se recogen de 10 cm- y un peso entre 20 y 200 gramos, aunque excepcionalmente pueden superar los 600 g. La trufa despide sustancias alelopáticas que impiden el crecimiento de la hierba a su alrededor, y eso suele ser a veces una clave para poder encontrarlas.

Su aspecto recuerda al de una patata si nace en un suelo 'suelto' y de forma irregular, con unas “verrugas” poco profundas si nace en un suelo pedregoso, pudiendo llegar a tener formas caprichosas. El color de su carne es negro-violáceo, con venas blancas, cuando ha llegado a su completa madurez. Como su nombre indica, la madurez llega en invierno. El famoso gastrósofo francés Grimod de La Reynière mencionaba: 

“Las trufas están realmente buenas después de la Navidad. Dejemos pues a los maestrillos ignorantes, a los glotones imberbes, a los paladares sin experiencia, la pequeña gloria de comer las primeras”.






Primera vez he comido trufa negra en mi vida, en la casa de mi tío, sábado 18 de julio 2020.

jueves, 13 de julio de 2017

Cementerio militar del Monte Wuzhi a


El Cementerio militar del Monte Wuzhi es el más prominente cementerio militar de Taiwán. El cementerio está situado en el monte Wuzhi (五指山) en Xizhi, Nueva Ciudad de Taipéi y bordea el distrito de Neihu de la ciudad de Taipéi y el Parque nacional Yangmingshan. El General Chiang Wei-kuo, el hijo adoptivo de Chiang Kai-shek, concibió y diseñó el cementerio. El cementerio tiene una gran vista desde el Taipéi 101 sobre el distrito de Xinyi de Taipéi en el puerto de Keelung. El cementerio, que cuenta con 9.417 parcelas, está casi lleno, los nuevos fallecidos tienen que ser incinerados y sus cenizas se almacenan en el columbario.
Entre los entierros notables en el sitio la mayoría son altos generales que sirvieron bajo el KMT de China o dignatarios continentales:

Chiang Wei-kuo, hijo adoptivo de Chiang Kai-shek
Gu Zhutong, un general de alto rango que siguió a Chiang desde Shanghái
He Yingqin, un general de alto nivel del KMT, que era jefe de personal y el instructor jefe de la Academia Militar Huang Pu.
Huang Chieh, General y el ex gobernador de Taiwán que trajo soldados del oeste de la provincia de Hunan.
Liu Yuzhang, General de Tsingtao
Yen Chia-kan, antiguo presidente de la República de China.
General Xue Yue, proveniente de Kwangtung.

Fotos históricas : Battoulah I a

Battoulah

Battoulah
Battoulah

Battoulah

Battoulah

Battoulah

Battoulah

Battoulah (en árabe : البطولة , romanizado :  al-baṭṭūlah ) es una máscara de aspecto metálico que tradicionalmente usan las mujeres musulmanas  árabes en los estados árabes del Golfo Pérsico , incluido Bahrein , Kuwait , Arabia Saudita , Emiratos Árabes Unidos , Omán y Qatar , así como en el sur de Irán . El origen del battoulah es desconocido, pero se cree que ingresó a la Península Arábiga Oriental desde Gujarat a fines del siglo XVIII.
Battoulah

Battoulah

Battoulah

Battoulah

La tradición es menos popular entre las nuevas generaciones, pero aún la siguen mujeres de 50 años o más, y quienes viven en áreas rurales.
Battoulah

Battoulah

Battoulah

miércoles, 12 de julio de 2017

La declaración de independencia de Cataluña 2017 a


Carles Puigdemont anunciando al Parlamento de
Cataluña el resultado del referéndum independentista.

La declaración de independencia de Cataluña fue un texto político​ en el que se proclamó el establecimiento de la República Catalana como «Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social». Ningún Estado del resto del mundo reconoció este hecho político.
La resolución fue firmada el 10 de octubre de 2017 por la mayoría independentista del Parlamento de Cataluña, en ausencia del resto de fuerzas políticas, tras la victoria del sí en el referéndum de independencia celebrado el 1 de octubre, que había sido suspendido por el Tribunal Constitucional y que, finalmente, fue declarado inconstitucional.
El 27 de octubre de 2017, dicha declaración fue sometida a votación en el Parlamento de Cataluña y aprobada por 70 votos a favor, 2 votos en blanco y 10 votos en contra, habiendo abandonado el pleno antes de la votación los 53 parlamentarios de los partidos constitucionalistas Ciudadanos, Partido Popular y Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC).

La declaración disponía la entrada en vigor de la Ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la República y el inicio del «proceso constituyente, democrático, de base ciudadana, transversal, participativo y vinculante».
El Tribunal Constitucional suspendió la declaración el 31 de octubre de 2017 y dictó su inconstitucionalidad el 8 de noviembre del mismo año.

Este es el texto de la resolución aprobada en el Parlament para declarar la independencia de Cataluña.




1 pagina



"Al pueblo de Cataluña y a todos los pueblos del mundo.
La justicia y los derechos humanos individuales y colectivos intrínsecos, fundamentos irrenunciables que dan sentido a la legitimidad histórica y la tradición jurídica e institucional de Cataluña, son la base de la constitución de la República catalana.
La nación catalana, su lengua y su cultura tienen mil años de historia. Durante siglos, Cataluña se ha dotado y ha disfrutado de instituciones propias que han ejercido el autogobierno con plenitud, con la Generalitat como máxima expresión de los derechos históricos de Cataluña. El parlamentarismo ha sido, durante los períodos de libertad, la columna sobre la que se han sustentado estas instituciones, se ha canalizado a través de las Cortes Catalanas y ha cristalizado en las Constituciones de Cataluña.

Cataluña restaura hoy su plena soberanía, perdida y largamente anhelada, tras décadas de intentar, honestamente y lealmente, la convivencia institucional con los pueblos de la península ibérica.
Desde la aprobación de la Constitución Española de 1978, la política catalana ha tenido un papel clave con una actitud ejemplar, leal y democrática para con España, y con un profundo sentido de Estado.
El Estado español ha respondido a esta lealtad con la denegación del reconocimiento de Cataluña como nación; y ha concedido una autonomía limitada, más administrativa que política y en proceso de recentralización; un tratamiento económico profundamente injusto y una discriminación lingüística y cultural.
El Estatuto de Autonomía, aprobado por el Parlamento y el Congreso, y refrendado por la ciudadanía catalana, debía ser el nuevo marco estable y duradero de relación bilateral entre Cataluña y España. Pero fue un acuerdo político roto por la sentencia del Tribunal Constitucional y que hace emerger nuevas reclamaciones ciudadanas.
Recogiendo las demandas de una gran mayoría de ciudadanos de Cataluña, el Parlamento, el Gobierno y la sociedad civil han pedido repetidamente acordar la celebración de un referéndum de autodeterminación.
Ante la constatación de que las instituciones del Estado han rechazado toda negociación, han violentado el principio de democracia y autonomía, y han ignorado los mecanismos legales disponibles en la Constitución, la Generalitat de Cataluña ha convocado un referéndum para el ejercicio del derecho a la autodeterminación reconocido en el derecho internacional.
La organización y celebración del referéndum ha comportado la suspensión del autogobierno de Cataluña y la aplicación de facto del estado de excepción.
La brutal operación policial de carácter y estilo militar orquestada por España contra ciudadanos catalanes ha vulnerado, en muchas y repetidas ocasiones, sus libertades civiles y políticas y los principios de los Derechos Humanos, y ha contravenido los acuerdos internacionales firmados y ratificados por el Estado español.
Miles de personas, entre las que hay cientos de cargos electos e institucionales y profesionales vinculados al sector de la comunicación, la administración y la sociedad civil, han sido investigadas, detenidas, querelladas, interrogadas y amenazadas con duras penas de prisión.
Las instituciones españolas, que deberían permanecer neutrales, proteger los derechos fundamentales y arbitrar ante del conflicto político, se han convertido en parte e instrumento de estos ataques y han dejado indefensa a la ciudadanía de Cataluña.
A pesar de la violencia y la represión para intentar impedir la celebración de un proceso democrático y pacífico, los ciudadanos de Cataluña han votado mayoritariamente a favor de la constitución de la República catalana.
La constitución de la República catalana se fundamenta en la necesidad de proteger la libertad, la seguridad y la convivencia de todos los ciudadanos de Cataluña y de avanzar hacia un Estado de derecho y una democracia de más calidad, y responde al impedimento por parte del estado español de hacer efectivo el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
El pueblo de Cataluña es amante del derecho, y el respeto a la ley es y será una de las piedras angulares de la República. El estado catalán acatará y hará cumplir legalmente todas las disposiciones que conforman esta declaración y garantiza que la seguridad jurídica y el mantenimiento de los acuerdos suscritos formará parte del espíritu fundacional de la República catalana.
La constitución de la República es una mano tendida al diálogo. Haciendo honor a la tradición catalana del pacto, mantenemos nuestro compromiso con el acuerdo como forma de resolver los conflictos políticos. Asimismo, reafirmamos nuestra fraternidad y solidaridad con el resto de pueblos del mundo y, en especial, con aquellos con los que compartimos lengua y cultura y la región euromediterránea en defensa de las libertades individuales y colectivas.
La República catalana es una oportunidad para corregir los actuales déficits democráticos y sociales y construir una sociedad más próspera, más justa, más segura, más sostenible y más solidaria.
En virtud de todo lo que se acaba de exponer, nosotros, representantes democráticos del pueblo de Cataluña, en el libre ejercicio del derecho de autodeterminación, y de acuerdo con el mandato recibido de la ciudadanía de Cataluña.

CONSTITUIMOS la República catalana, como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social.
DISPONEMOS la entrada en vigor de la Ley de Transitoriedad Jurídica y Fundacional de la República.
INICIAMOS el proceso constituyente, democrático, de base ciudadana, transversal, participativo y vinculante.
AFIRMAMOS la voluntad de abrir negociaciones con el estado español, sin condicionantes previos, dirigidas a establecer un régimen de colaboración en beneficio de ambas partes. Las negociaciones deberán ser, necesariamente, en pie de igualdad.
PONEMOS EN CONOCIMIENTO de la comunidad internacional y las autoridades de la Unión Europea la constitución de la República catalana y la propuesta de negociaciones con el estado español.
INSTAMOS a la comunidad internacional y las autoridades de la Unión Europea a intervenir para detener la violación de derechos civiles y políticos en curso, y hacer el seguimiento del proceso negociador con el Estado español y ser testigos.
MANIFESTAMOS la voluntad de construcción de un proyecto europeo que refuerce los derechos sociales y democráticos de la ciudadanía, así como el compromiso de seguir aplicando, sin solución de continuidad y de manera unilateral, las normas del ordenamiento jurídico de la Unión Europea y las del ordenamiento de España y del autonómico catalán que transponen esta normativa.
AFIRMAMOS que Cataluña tiene la voluntad inequívoca de integrarse lo más rápidamente posible a la comunidad internacional. El nuevo Estado se compromete a respetar las obligaciones internacionales que se aplican actualmente en su territorio y continuar siendo parte de los tratados internacionales de los que es parte el Reino de España.
APELAMOS a los Estados y las organizaciones internacionales a reconocer la República catalana como Estado independiente y soberano.
INSTAMOS al Govern de la Generalitat a adoptar las medidas necesarias para hacer posible la plena efectividad de esta Declaración de independencia y de las previsiones de la Ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la República.
HACEMOS un llamamiento a todos y cada uno de los ciudadanos de la República catalana a hacernos dignos de la libertad que nos hemos dado y construir un Estado que traduzca en acción y conducta las inspiraciones colectivas.
Los legítimos representantes del pueblo de Cataluña:
Barcelona, ​​10 de octubre de 2017"
Ana Karina Gonzalez Huenchuñir; francia carolina vera valdes; Ana  Gonzalez Huenchuñir


El presidente catalán Carles Puigdemont firma la declaración de independencia de la región en Barcelona. 10 de octubre de 2017. 

Una declaración de independencia es vista después de que fue firmada por los miembros del Gobierno regional catalán en el Parlamento regional catalán en Barcelona, España, 10 de octubre de 2017.





XI legislatura del Parlamento de Cataluña


La undécima legislatura de la Cataluña autonómica se inició el lunes 26 de octubre de 2015 cuando Carme Forcadell de Junts pel Sí fue elegida Presidenta del Parlamento y finalizó el 27 de octubre de 2017 cuando el Presidente del Gobierno de España Mariano Rajoy.


  62   JxSÍ  25   C's  16   PSC  11   CSQP  11   PPC  10   CUP-CC


Junts pel Sí (JxSí)                                             62   diputados.
Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía (C's)     25    diputados
Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC)    16     diputados
Catalunya Sí que es Pot (CSQP)                     11    diputados
Partido Popular (PP)                             11    diputados
Candidatura de Unidad Popular (CUP)              10    diputados 
                                                                            135 diputados


La Candidatura de Unidad Popular (en catalán, Candidatura d'Unitat Popular), conocido simplemente por sus siglas CUP, es un partido político español​ de izquierda, defensor de la independencia de Cataluña​ y de los territorios denominados "Países Catalanes"​ y adscrita ideológicamente a la Esquerra Independentista.

Junts pel Sí​ ( en español, Juntos por el Sí)​ fue una candidatura electoral para las elecciones al Parlamento de Cataluña de 2015. Es una coalición electora​ formada por Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Demócratas de Cataluña y Moviment d'Esquerres, cuyo objetivo es la declaración de la independencia de Cataluña.

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