La batalla por la lengua: el paralelo 38 de Corea.
de Alessandra Tamponi
Setenta años después del armisticio que marcó la separación, Pyongyang castiga con severas penas la difusión del coreano hablado en Seúl entre la población de la República Popular Democrática. Una forma de limitar la influencia del Sur, pero la cultura popular del Hallyu también está cada vez más presente en el Norte y puede desempeñar un papel clave entre las generaciones más jóvenes.
Milán (AsiaNews) - Corea conmemora este mes el 70 aniversario del armisticio que marcó su división, en un clima que en los últimos años estuvo caracterizado por el recrudecimiento del enfrentamiento entre Pyongyang y Seúl. Pero más allá de los discursos públicos y las pruebas de misiles, existe una frontera muy especial a través de la cual es posible observar las relaciones entre las dos Coreas: la de la lengua.
Durante su octava sesión, que se celebró entre el 17 y el 19 de enero de 2023, la XIV Asamblea Popular Suprema (APS) aprobó la Pyongyang Cultural Language Protection Act (Ley de Protección de la Lengua Cultural de Pyongyang). La nueva legislación que, como su nombre indica, pretende preservar la versión norcoreana del coreano, prevé penas muy severas para cualquier ciudadano que sea descubierto utilizando o difundiendo términos pertenecientes al dialecto de Seúl que la normativa denomina “Puppet Language", es decir, la lengua de las marionetas.
Se trata de la medida más reciente para hacer frente a la difusión de la cultura surcoreana en el país, persiguiendo a todos aquellos que hablen, imiten, enseñen o difundan elementos lingüísticos pertenecientes a Corea del Sur, con penas que pueden ir desde trabajos forzados hasta la ejecución, que se menciona explícitamente en el artículo 6 del documento.
El tema de la pertenencia lingüística es delicado para el Norte, que durante décadas ha tomado diversas medidas para eliminar cualquier forma de influencia extranjera del país. El coreano como componente cultural fue muy politizado. En la década de 1960, Kim Il Sung reconoció la lengua y su difusión como un arma importante para fomentar la educación de las masas en una ideología común y, en consecuencia, se convirtió en el principal vector para la creación de una sociedad socialista coreana. Durante las décadas de separación, el coreano que se habla en el Norte y el que se habla en el Sur han experimentado una evolución diferente, aunque siguen siendo la misma lengua.
Por un lado está el coreano de Seúl, que sólo eliminó parcialmente los términos extranjeros heredados de Japón durante el periodo colonial y asimiló lentamente los términos anglosajones. Por otro, está el coreano de Pyongyang, que fue purgado de casi todas las influencias lingüísticas extranjeras (a menudo chinas y japonesas). Para el Norte, preservar la pureza de su lengua es una forma de preservar su unidad ideológica; no es de extrañar, por tanto, que desde Kim Il Sung hasta Kim Jong Un, las medidas para aislar culturalmente al Norte hayan sido una parte importante de la política nacional.
La propia Pyongyang Cultural Language Protection Act complementa una ley anterior que se aprobó en 2020, la Anti Reactionary Thought Law (Ley contra el Pensamiento Reaccionario). Con la ley de 2020, el gobierno pretendía aplicar soluciones para limitar la difusión de materiales importados ilegalmente del extranjero en Corea del Norte. En 2022, se anunció la ejecución pública de dos adolescentes, de entre 16 y 17 años, que habían sido sorprendidos intentando vender en el mercado local memorias USB con material multimedia de contrabando procedente de Corea del Sur y Occidente.
Sin embargo, limitar por completo el contagio cultural en el país no es realista ni posible. Si en Occidente el fenómeno del Hallyu -la difusión de la cultura coreana (Korean Wave) a escala internacional- despegó significativamente hace poco más de una década, en Corea del Norte el contagio cultural a través de películas, música, k-dramas, libros, cosméticos, introducidos de contrabando en el país y vendidos en el mercado negro existe desde principios de la década de 2000 y su difusión resultó más fácil gracias a la revolución digital. En la actualidad, la Generación Jangmadang (los nacidos en la década de 1990) es la más influenciada por ella y se ha convertido en la protagonista de la difusión del idioma, que es posible gracias al material de contrabando que el Gobierno intenta detener.
Para Seúl, el fenómeno de la Korean Wave ha demostrado ser una importante fuente de soft power que permitió la difusión y popularización de su cultura en el extranjero, lo que supuso un importante crecimiento económico para los sectores afectados y también contribuyó al estudio del coreano a nivel internacional. En 2022, el coreano era el séptimo idioma más estudiado en la aplicación Duolingo, por encima del mandarín. Pero en el caso de Corea del Norte, el fenómeno podría tener otras ventajas.
La difusión de la cultura y el dialecto de Seúl a Pyongyang -especialmente entre las generaciones que ahora están históricamente alejadas de la revolución socialista y que ven la vida y el sistema social representados a través de los medios de comunicación extranjeros como una alternativa atractiva respecto a lo que viven en su propio país- podría constituir la base para fragmentar la identidad ideológica del Norte haciendo que la ventaja nuclear sea menos relevante de lo que es hoy. Por tanto, no es de extrañar la dura represión incluso en un terreno como la lengua.
Sin embargo, el peso del coreano en el Hallyu podría revivir el papel unificador que la lengua ya desempeñó con la introducción del sistema de escritura que hoy conocemos. El hangul -ideado en 1443 durante el reinado de Sejong- se diseñó con el objetivo específico de facilitar el aprendizaje del coreano escrito mediante la introducción de un alfabeto fonético en lugar de los caracteres chinos. El objetivo ya entonces era que la población en general lo aprendiera, simplificando la comunicación y el entendimiento cultural, como se desearía que ocurriera hoy entre Seúl y Pyongyang.
Con subida al poder de la primera generación de nacida en corea dividida, se fortalece la imposibilidad de unificación coreana
ResponderEliminarDivididos por un lenguaje común
ResponderEliminarAunque los norcoreanos y los surcoreanos hablan un idioma mutuamente inteligible, la península se puede dividir en varios dialectos regionales importantes.
Desde el final de la guerra de Corea, los respectivos gobiernos del Norte y del Sur promulgaron diferentes políticas de estandarización que han llevado a diferencias en la ortografía, el uso de préstamos de otros idiomas y, lo más importante, en la pronunciación.
En el Norte, el dialecto de la capital, Pyongyang, se considera estándar, mientras que en el Sur, el idioma estándar sigue el modelo de cómo habla la gente en Seúl.
Además, las siete décadas de separación desde el final de la Guerra de Corea han resultado en que cada lado de la frontera adopte diferentes jergas, modismos e incluso términos cariñosos.
Bajo la política de Corea del Norte, los préstamos originados en inglés u otros idiomas occidentales han sido efectivamente eliminados del idioma estándar, a diferencia de lo que ocurre en el Sur, donde dichos préstamos se absorben fácilmente en el uso cotidiano.
Pero los avances tecnológicos a lo largo de los años hicieron que los medios surcoreanos fueran más accesibles para los norcoreanos a pesar de los esfuerzos del gobierno por impedirles verlos.
Primero se distribuyó torpemente en los años 80 en voluminosos casetes VHS, pero a finales de los 90 el medio preferido se convirtió en vídeo CD. A principios de la década de 2000, la gente compartía las últimas series exitosas en unidades flash USB fácilmente ocultables, y ahora se distribuyen en pequeñas tarjetas microSD.
Especialmente entre los jóvenes, hablar como un surcoreano emulando a los medios ilegales se ha convertido en algo más que una tendencia. Se podría decir en muchos casos que es su forma natural de hablar, y simplemente se están emulando unos a otros.