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Con una densidad poblacional cada vez mayor y una expansión de las zonas urbanas hacia la periferia Santiago parece no ceder ante su crecimiento. Se estima que la ciudad llegará a los 9 millones de habitantes en 2035. Cinco expertos en urbanismo y arquitectura comparten sus proyecciones sobre cómo será Santiago si continúa creciendo y qué se debe hacer para evitar el colapso de las zonas más pobladas.
Tal como ocurre en varias capitales latinoamericanas, el crecimiento de Santiago sigue concentrando una gran cantidad de la población total del país, y no hay signos de que esto se detenga.
Tomemos por ejemplo el Centro Histórico de la ciudad: si hace tres décadas había 50 viviendas por hectárea, hoy existen 5.000, de acuerdo con el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la UC, lo que no se replica en ninguna otra ciudad del territorio.
Hoy, Santiago acumula alrededor de seis millones de habitantes (35,6% de la población chilena total), según el último Censo. Luego hay un salto hacia las áreas urbanas de que forman Valparaíso y Concepción, ambas con menos de un millón de personas. Pero el crecimiento pareciera no ceder.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas, Santiago podría llegar a los 9 millones de habitantes en 2035. El crecimiento requiere considerar el impacto que una alta densidad poblacional puede afectar materias como transporte, salud, educación e incluso recreación.
El problema de la planificación
Los problemas de segregación y las zonas con una densidad problemática podrían tener su génesis en la tardía planificación que tuvo Santiago, de acuerdo a expertos. El expresidente del Colegio de Arquitectos, Alberto Texido, propone que la ciudad ha tenido pocos episodios de planificación desde su trazado original.
"Gran parte de las avenidas que conocemos hoy fueron los límites de grandes predios agrícolas, sin que las líneas rectas de la planificación pudieran imponerse, como sí ocurrió en ciudades como Barcelona, Nueva York o Berlín", propone Texido.
La Doctora en arquitectura e investigadora del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS), Alejandra Rasse, explica que hace algunos años se veía que las periferias sur, norte y poniente de la ciudad estaban conformadas por hogares de bajos ingresos que vivían en condiciones de alta segregación.
"En estos barrios lo que se hizo fue solo vivienda. La dotación de servicios llegó mucho después. Eso perjudicó la calidad de vida de las personas que no encontraban ninguna oportunidad de esparcimiento ni de trabajo y les implicaba moverse en viajes bastante largos", sostiene Rasse.
Las comunidades desprovistas de suficientes servicios básicos dieron pie a la segregación que caracteriza a Santiago y a la mayoría de las ciudades de Chile. Según el presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, Sergio Baeriswyl, la última medición que la institución hizo en 117 comunas del país, arrojó que ninguna de ellas cumplía con los estándares de integración social esperados. Baeriswyl, también arquitecto, propone que la segregación se instaló en las ciudades chilenas por una política habitacional muy fuerte en las décadas de los 80 y 90, en que se construyeron grandes barrios periféricos con suelo muy barato destinado exclusivamente a familias vulnerables.
La densificación equilibrada
Conociendo la situación actual de la ciudad, ¿es posible enmendar el camino? La respuesta, dicen los expertos es la densificación equilibrada, es decir, un aumento según las capacidades del espacio público, las áreas verdes, la vialidad y el transporte; que procure poblar zonas de Santiago sin afectar a la comunidad. Alejandra Rasse explica, por ejemplo, que las construcciones deben quedar sobre calles que puedan soportar el alto tránsito que deriva del aumento de la densidad, además de aumentar los servicios de la ciudad en esos sectores.
Aunque asegura que no existen fórmulas mágicas para la densificación equilibrada en todos los casos, Sergio Baeriswyl explica que hay factores que ayudan.
“Se densifica en la medida que tenga disponibilidad, una brecha a favor, de servicios urbanísticos. Puede darse también la acción más proactiva, donde un proyecto se hace cargo del déficit que tiene el lugar. Por ejemplo, que cree un espacio público o ciertos servicios en la plataforma baja”, propone el presidente de la CNDU.
Desde la Asociación de Oficinas de Arquitectos de Chile (AOA), su presidenta Mónica Álvarez asegura que tanto la institución a su cargo como la Cámara Chilena de la Construcción y la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios han promovido la densificación equilibrada en los últimos años.
"Nosotros hemos peleado porque las ciudades tengan muchos centros y no solo uno o dos, para que existan núcleos por comunas, donde la gente pueda trabajar en su comuna", afirma.
Sin embargo, asegura que deben existir políticas públicas que exijan la densificación equilibrada, además de un cambio profundo en los planos de las ciudades. Advierte que no es una tarea fácil, tomando en cuenta qué es lo que viene para el futuro.
Las proyecciones para Santiago
Aunque reconoce que proyectar cómo será la segregación en unos años es complejo, el investigador asociado del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), Luis Valenzuela, distingue ciertas tendencias que, aunque podrían cambiar, afirma que posiblemente continuarán. Valenzuela, quien además es director del Centro de Inteligencia Territorial de la Universidad Adolfo Ibáñez, postula que en Santiago los grupos que más se segregan son los de altos ingresos, y no solo en los barrios altos tradicionales de Santiago, sino que repiten la segregación en otros sectores de la precordillera, como las zonas más altas de La Reina, Peñalolén, La Florida y Puente Alto. Y advierte que eso podría agudizarse.
Otra de sus proyecciones es que los grupos de menores ingresos han tendido a disminuir por el costo de vivir en Santiago.
"Han venido a la baja, dado el alto costo de lo que es arrendar una vivienda, un departamento, incluso una pieza", dice el investigador.
Sobre la segregación de viviendas sociales, la también socióloga Alejandra Rasse agrega:
"El suelo es tan caro, que no se está desarrollando vivienda social no solo dentro de la ciudad, sino que tampoco hay mucha oferta de vivienda social para los hogares más pobres en zonas del periurbano de la ciudad".
La doctora Rasse afirma que en comunas como Quilicura, Pudahuel y Maipú se ha trabajado en la oferta para sectores medios, lo que diversifica los barrios. No obstante, no se generan oportunidades de acceder a vivienda para los hogares más pobres.
Baeriswyl, el presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, se muestra optimista ante las proyecciones de segregación en Santiago. Asegura que los subsidios están focalizados preferentemente a la integración social, por lo que, en los próximos 10 años, los niveles de segregación podrían disminuir si la infraestructura urbana llega a los suburbios. También sostiene que, con la llegada del metro a zonas periféricas, llegan también servicios, más equipamiento y comercio que subsanan la segregación.
"Es una carrera de fondo, larga, que va a tomar muchos años. Lo importante es que hoy día está en el centro de la política pública de nosotros como Consejo", dice Baeriswyl.
Adiós, Santiago Fredi Velásquez 2 ENE 2021 Las inmobiliarias se han percatado de un nuevo fenómeno entre jóvenes profesionales: ya no buscan vivir en la capital, sino que están mirando las regiones para una nueva vida. La posibilidad del teletrabajo y el alto costo de la vida en la Región Metropolitana están haciendo que cada vez sean más los que emigran. Desde niño que Jorge Ricci vivía cerca del Parque Forestal. Sus padres lo habían criado ahí, en un sector que por sus áreas verdes y su ubicación parecía perfecto. Sin embargo, en el último tiempo vio cómo el barrio fue cambiando. La explosión del sector de Lastarria como polo gastronómico modificó el paisaje urbano. La tranquilidad se fue acabando paulatinamente. Luego, el estallido social cambió para siempre la vida de sus vecinos. Se tuvieron que acostumbrar al fuerte olor de las bombas lacrimógenas, a las barricadas en la puerta de la casa y a los enfrentamientos a diario entre carabineros y manifestantes. El barrio, como lo imaginaba, ya no existía más.
“Tenía mucho cansancio mental de estar viendo cómo llegaban las 18.00, venía la turba y uno tenía que arrancar de la lacrimógena. Hace años que tenía la idea de irme, hasta que di un pasito y me cambié de casa”, recuerda Jorge Ricci. La misma situación debió enfrentar María José Tapia, quien hasta este año vivía sola en un departamento a un costado de La Moneda. Venía de Rengo y le gustaba aquella vida en el centro de la capital. A pasos del Metro, del Paseo Bulnes y de varios centros comerciales. Pero el estallido social vino a cambiarlo todo.
“Quería mantener una vida más tranquila. El agobio de tanta protesta, de tanta presión, fue súper agotador para mí”, dice ella. Los dos cuentan que el ritmo de vida en Santiago siempre les pareció agitado. Los tacos, la neurosis de los peatones y la contaminación eran cuestiones negativas. La idea de emigrar siempre estuvo en sus cabezas. Faltaba un empujón. Todo lo que sucedió post 18 de octubre terminó por convencerlos. Y el encierro de la pandemia fue el punto final de su historia en la capital. Ambos decidieron cambiar de vida. Jorge a Chiloé y María José de vuelta a su casa familiar, en Rengo.
“Literalmente, quería arrancar de Santiago, de la vorágine. Me vine hace casi cinco meses a Chiloé, tengo que viajar por trabajo, pero procuro que sea lo menos posible. Fue un cambio mejor. Es otra vida”, dice Jorge Ricci, quien eligió Chiloé por el consejo de una hermana, quien se había ido dos años antes al sur desde Santiago.
“Volví a mi ciudad natal en marzo, con la esperanza de vivir una vida más tranquila, de recuperar mi salud que se vio muy complicada durante el último año”, comenta Tapia. Los nuevos provincianos. Las inmobiliarias han notado este nuevo hábito. Gente de Santiago que quiere migrar hacia las regiones. Pucón, Coquimbo y La Serena son algunas de las ciudades preferidas. No hay diferencias entre el norte y el sur. El interés es el mismo. Aunque la tendencia empezó hace algunos años, la pandemia y el teletrabajo han acelerado los cambios. Se estima que muchas empresas van a seguir funcionando bajo esta modalidad y esto es una oportunidad.
“La pandemia tuvo mucha incidencia en esta decisión de compra. Esto lo podemos separar en tres etapas: muchos santiaguinos siempre han querido irse a regiones a vivir por un tema de calidad de vida. Con el estallido social comenzaron a incrementarse la posibilidad de cotizaciones y compras de propiedades y terrenos fuera de Santiago. Por último, la pandemia es el gran gatillador que incrementó la necesidad de mayor espacio”, asegura Cristián Martínez, fundador de Crece Inmobiliario. La cuarentena en la Región Metropolitana hizo que muchas personas extrañaran el vivir con un patio amplio o con áreas verdes a disposición. Varios se mueven en búsqueda del lago, el mar o la montaña.
“En general, 2018 y 2019 exhiben números bastante similares. Sin embargo, en 2020 el escenario cambió. Sobre todo a partir del tercer y cuarto trimestre, en que se concentra el 61% de las cotizaciones de este año y en los que también se evidencia un aumento relevante en el número total de cotizaciones”, comenta Sergio Barros, director ejecutivo de Enlace Inmobiliario. El precio de la vida en la capital también es un factor a considerar: la demanda por departamentos y casas ha hecho que el metro cuadrado suba de valor. En regiones se pueden encontrar viviendas con más espacio a un precio conveniente. Muchos buscan escapar de la burbuja.
“Un departamento de 60 m2 en Puerto Varas cuesta 4.800 UF. En Las Condes o Providencia podría costar entre 6.600 UF y 5.800 UF: estamos hablando de un 27% o un 17% más que en Puerto Varas, con vista al lago”, asegura Alejandro García-Huidobro, gerente comercial de propiedades Macal. En la empresa, aseguran que Puerto Varas es la ciudad de mayor crecimiento en el valor de sus propiedades, con un 18%. Le siguen Rancagua (16%) y Concepción (15,3%). Un estudio de Enlace Inmobiliario sobre los principales balnearios de Chile con ofertas relevantes, indica que los potenciales compradores se interesan en Coquimbo y la Serena (47%), Viña del Mar y Concón (34.5%) y Pucón y Villarrica (11%).
“Entre 2019 y 2020 observamos un aumento del 25% en el total de cotizaciones de personas que actualmente viven en Santiago y que corresponden a proyectos ubicados fuera de la Región Metropolitana”, dice Sergio Barros. La mayor conectividad de vuelos nacionales ha sido factor para que varias personas decidan invertir. Casi todas las capitales regionales cuentan con varios vuelos diarios hacia el aeropuerto Arturo Merino Benítez.
“Si revisamos encuestas de años anteriores, podemos descubrir que a muchas personas les atraía Santiago. Pero si les preguntabas si se hubiesen cambiado para irse a vivir a un lugar más tranquilo, más del 50% decía que sí”, comenta Barros. El perfil del comprador, según Propiedades Macal, incluye a dos grupos mayoritarios. Los primeros son personas entre 60 y 70 años que están pensando en vivir por temporadas en regiones. Y un segundo grupo, el que va más al alza, está conformado por matrimonios jóvenes entre 30 y 40 años. En ambos casos, se trata de profesionales universitarios con una situación económica que les permite tener ahorros e invertir en propiedades.
“Hubo un boom de mucha gente preguntando por estas ciudades, Puerto Varas y Pucón. Antes era para segunda vivienda, pero ahora están cotizando para primera vivienda. Hemos vendido mucho, el doble o el triple de lo que vendemos habitualmente”, comenta Benjamín Reichhard, gerente comercial de Tricapitals. Poder dormir La voz de Jorge Ricci llega entrecortada desde Chiloé hasta Santiago por teléfono. Vive en el campo, dentro de un sector que queda a 30 minutos de Castro. La mala señal afecta las comunicaciones, pero se está acostumbrando.
“Es de las pocas cosas malas que hay por acá”, dice. Ricci pasó de un departamento en el corazón de la capital a una parcela llena de verde. Un cambio que ha notado en pequeños signos. El más notorio: ahora no tiene problemas para conciliar el sueño. Dormir en Santiago Centro no era fácil en tiempos de pandemia.
“Hay cosas que son más engorrosas que en Santiago. Son los costos asociados. Si quieres comprar algo tienes que esperar más por el envío o viajar para hacer los trámites a Castro. Pero la tranquilidad acá es impagable”, asegura. En Rengo, María José Tapia también encontró una vida más llevadera.
“Encontré tranquilidad, seguridad, y fue un apoyo al bolsillo. En región es mucho más barato vivir que en Santiago. Eso fue importante para mantenerme estos meses”, comenta ella. El sueño también ha mejorado. “Duermo mucho mejor. Ahora tengo espacios como la montaña y el río para hacer deportes. Bajé de peso. Me trajo un sinfín de beneficios en términos emocionales y de salud”.
Ambos están trabajando de manera remota para sus empleadores. Ella como periodista y él en Marketing Digital. En el futuro, María José proyecta volver a la capital solo para lo necesario: un par de reuniones y nada más.
“No extraño nada de Santiago. A los amigos, obviamente, y a la gente que conocí en los trabajos que tuve. Pero la verdad es que Santiago es una cosa del pasado”, dice Tapia. Jorge Ricci cuenta que adaptarse no ha sido complejo. Los chilotes son cálidos y lo han hecho sentir bienvenido. Aunque no ha hecho tantos amigos, por la pandemia, sí ha conversado con vecinos. Las invitaciones a tomar once son una muestra de afecto en el sur. Y coincide:
“Tengo que volver a Santiago para visitas médicas si es que no hay cuarentena. Pero para vivir, nunca más”. Los dos volvieron a empezar sus vidas en regiones y no piensan mirar atrás.
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