viernes, 8 de noviembre de 2019

El crimen de los tirantes (Zaragoza) a

Rodrigo Lanza Huidobro

Rodrigo Lanza Huidobro, el joven anarquista detenido el pasado lunes 8 diciembre de 2019,  como presunto autor de la agresión mortal a un hombre que llevaba tirantes con la bandera de España, procede de una familia de clase media alta chilena. Nacido en Viña del Mar hace 33 años, aunque de nacionalidad italiana, este joven antisistema es nieto del almirante Sergio Huidobro Justiniano (Santiago de Chile, 25 de diciembre de 1921) es un contraalmirante retirado y diplomático chileno, durante e gobierno  militar fue comandante de la Infantería de Marina de Chile. Posteriormente fue embajador de Chile en la China.

De su matrimonio con Mariana Medel de la Barra nació Mariana Huidobro Medel, madre de Rodrigo Lanza.​Lanza, es un anti-sistema violento. En 2008 fue condenado a cuatro años y medio de cárcel por la Audiencia de Barcelona por dejar tetrapléjico, de forma permanente, a un policía local de Barcelona. El hecho se produjo en la capital catalana, durante el desalojo de una casa "okupada" en 2006. Actualmente espera juicio por el presunto asesinato de Víctor Laínez, hecho ocurrido en Zaragoza el 8 de diciembre de 2017. Laínez fue agredido con una barra de hierro, y rematado a patadas, por llevar unos tirantes con la bandera española. Falleció el 12 de diciembre tras cuatros días en coma.La fiscalía pide 25 años de cárcel para Lanza. La máxima pena en el código penal español para este tipo de delitos.

Juicio.




Rodrigo Lanza, de 35 años, es una persona sana, no tiene ninguna patología mental que distorsione la realidad y su personalidad es, a grandes rasgos, "muy impulsiva, emocional, poco tendente a tener miedo, bastante dado a asumir riesgos y muy susceptible".
La noche en que se produjo la agresión a Víctor Laínez, de 55 años, en el bar Tocadiscos, Lanza "sabía lo que hacía" y no actuó porque entrara en pánico o tuviera un "miedo insuperable". Estas son algunas de las conclusiones más relevantes a las que llegaron las cuatro forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) que ayer declararon en la cuarta sesión del juicio contra Rodrigo Lanza.
Dos psicólogas y dos médicas de experimentada trayectoria en valoraciones judiciales dejaron poco resquicio a la duda sobre la posibilidad de que el acusado no supiera lo que hacía y que actuara en defensa propia movido por el miedo a perder su vida.
Las cuatro explicaron sus informes y coincidieron en que tras el primer roce con la víctima (una conversación en la que se cruzaron, según el acusado, calificativos del tipo ‘fascista’ y ‘sudaca’) cuando Lanza entra detrás de Laínez y después del primer golpe lo derriba y cae al suelo desplomado, él mismo verbaliza que ve la "oportunidad" y se "abalanza" contra el hombre y le golpea en la cara porque "tiene miedo de que se levante" y le clave el cuchillo (que salvo él y su amigo nadie más ve ni se encuentra después).
Esa "valoración del riesgo" y de la "oportunidad" que a juicio de las psicólogas hace Rodrigo Lanza durante la agresión revela que no estaba ni "bloqueado" por el pánico ni tuvo síntomas disociativos de la realidad.
Las forenses sometieron al acusado a varios test, uno de casi 600 preguntas, para ver las tendencias básicas en su personalidad. En las escalas básicas, las dos puntuaciones más altas que obtuvo fueron la desviación psicopática, el paranoidismo y el neuroticismo.
"Quiere decir que sin ser una patología, es una persona con tendencia a tener problemas con la autoridad, muy impulsivo, reactivo y emocional. Se dispara muy rápido. Una vez que está motivado por desafíos o agravios le resulta muy difícil volver a relajarse", explicaron.
En los rasgos positivos, indicaron que es "sociable, seductor, encantador, hablador y divertido, creativo y poco convencional en sus creencias". "Pero terriblemente emocional tanto para las buenas reacciones como para las malas", precisaron.

"En la escala de impulsividad estaría en un percentil de 95, es decir, de 100 personas solo cinco serían más impulsivas que é"».
Respecto al consumo de alcohol (una de las atenuantes que pide la defensa), explicaron que de probarse que estaba influenciado, pudo contribuir a desinhibir su conducta y perder el control de sus impulsos. Pero, añadieron, su "conducta organizada" tras la agresión y su "amnesia selectiva" de lo que ocurrió esa noche, indican que era consciente de lo que pasó.
Por conducta organizada se refieren a que tras los hechos salió del bar andando, desató el candado de la bicicleta, se fue pedaleando, se paró en un portal del Camino de las Torres a llorar –"algo normal en una situación así"–, y luego, como le dolía la mano, se fue al bar de una amiga, le pidió hielo, le contó lo que había pasado y se marchó a su casa. Al día siguiente miró la prensa para ver si contaba algo de lo ocurrido.
Durante la sesión del juicio, el abogado del acusado recordó al jurado que  hace dos semanas recusó (y se rechazó) a las forenses del IMLA por considerar parciales a las dos psicólogas e inadecuado el método usado para la entrevista (estuvo esposado y delante de dos policías en el juzgado de guardia).
Este jueves, estas explicaron que la forma de entrevista es la misma para todo el mundo y que hacen preguntas que suelen molestar a los entrevistados porque los confrontan. Indicaron que la seguridad en los Juzgados la decide la Policía, no ellas. En cuanto a los tuits de una de ellas sobre cuestiones políticas, la psicóloga relató que todas las mañanas lee la prensa y retuitea muchas cosas.
Los miembros del jurado tuvieron este jueves  la oportunidad de escuchar las conclusiones de los peritos contratados por la defensa de Rodrigo Lanza respecto a su estado psicológico y mental en el momento de los hechos y sobre el mecanismo de las lesiones causadas a la víctima.
Como estaba previsto, sus resoluciones fueron diametralmente opuestas a las planteadas por los peritos del Instituto de Medicina Legal de Aragón. En cuanto a la personalidad del acusado, manifestaron que es una persona normal sin tendencias psicopáticas ni de hostilidad.
Afirmaron que el consumo de alcohol previo le impidió poder elegir y controlar sus impulsos por completo. A esto se añadió, en su opinión, un miedo que anuló su capacidad para actuar. 
Y, sobre todo, una "reacción en cortocircuito", es decir, una "conducta refleja provocada por un impulso instintivo e irresistible».
"En este caso se trató de una defensa de la propia vida generada por un miedo extremo", expuso el psiquiatra Pau Pérez del Hospital de La Paz.
Mientras, los médicos Esteban Fernández, del Instituto de Medicina Legal de Cataluña, y Víctor Pineda, del Vall d ‘Hebrón valoraron las lesiones de la víctima y expusieron que, al contrario de lo que opinan los médicos de Zaragoza, la causa más probable de la muerte era por el golpe en la cabeza en el suelo.
Según ellos, la caída fue lateral, la cabeza rebotó en el suelo y el cráneo se fracturó, no por un golpe efectuado con un mosquetón (anilla metálica) asestado por detrás a la víctima, como concluyeron los doctores zaragozanos. Respecto a las lesiones de la cara, dijeron que por el grado de hundimiento eran leves y no severas (tenía fracturas nasales, maxilares y de los pómulos).

6/11/2019

El componente ideológico en la muerte de Víctor Laínez, de 54 años, es una cuestión clave en el juicio contra Rodrigo Lanza, de 35, pues es una circunstancia agravante del homicidio. Desde que ocurrieron los hechos, las acusaciones, guiadas por las declaraciones de los testigos de los hechos, han mantenido que la costumbre del fallecido de ponerse tirantes con los colores de la bandera de España y su supuesta ideología fueron los detonantes de la agresión.
Durante la segunda jornada de la vista oral, el jurado escuchó a los jóvenes que la noche del 8 de diciembre de 2017 estaban en el bar Tocadiscos. Y todos ellos, de una manera u otra, hablaron o bien de los tirantes o bien de su «tendencia ideológica» o de ambas cuestiones a la vez.
Empezando por los tres acompañantes del acusado (un varón y dos mujeres), su propio amigo P. M. G. confirmó que fue él quien indicó a Lanza que Laínez era de ideología ultraderechista. «P. M. G. nos dijo que el señor tenía ‘‘tendencia’’ fascista», ratificó su amiga M. N. A. «Comentamos que pertenecía a los templarios o los legionarios», amplió después la tercera acompañante, B. T. S.
Los tres coincidieron en que ese comentario fue el que provocó que Lanza –sin necesidad de que Laínez le hiciera ninguna seña para que se acercase, como declaró el procesado el día anterior, se levantara y fuera directamente a hablar con la víctima, que estaba sentada tranquilamente junto a la barra tomando una cerveza.
Igualmente, los tres manifestaron que ninguno oyó la breve conversación, pero que al volver Lanza a la mesa le preguntaron de qué habían hablado. «Nos dijo que le había llamado puto sudaca de mierda y que se fuera a su país», relató P. M. G., el cual añadió que no recordaba lo que Lanza había respondido a estos supuestos insultos.
Mejor memoria demostraron y más precisas fueron las dos mujeres.

 
«Rodrigo nos explicó que le había dicho que el barrio de la Magdalena es un espacio antifascista libre de agresiones de ideología fascista y que no tenía mucho sentido que estuviera allí», declaró M. N. A. «Lanza nos contó que habían hablado de tonterías; que estaba en un barrio antifascista y el otro le había respondido que, como era de Chile, se fuera a su país», indicó B. T. S.
En cuanto a los tirantes con la bandera española, ninguno de los tres acompañantes de Lanza los vio, según declararon. Sin embargo, todo lo contrario señalaron cinco clientes presentes en el bar –y que no conocían de nada a los protagonistas–, y el dueño del local. Unos se los vieron puestos cuando estaba en la barra –«se le veían debajo de la chaqueta», dijeron– y otros cuando ya estaba tirado inconsciente en el suelo. Después, los sanitarios se los cortaron, igual que la camiseta y la chaqueta, para hacerle las maniobras de reanimación cuando entró en parada cardiorrespiratoria.
Los cinco jóvenes que estaban en el bar, y que se quedaron conmocionados al presenciar la «brutal» agresión que después se produjo «por la espalda», fueron tajantes a la hora de explicar que no vieron ninguna navaja en la mano de la víctima ni tampoco un objeto contundente en la del agresor. Los dos policías que inspeccionaron el local tampoco encontraron ningún arma blanca.

6/11/2019

Por primera vez en un juicio con jurado celebrado en Aragón han sido sus nueve miembros quienes han decidido este miércoles que una prueba tan trascendental como la pericial médico forense relativa a la autopsia de una víctima se celebre a puerta cerrada.  Curiosamente, ha sido además Endika Zulueta, abogado defensor de Rodrigo Lanza, acusado del asesinato de Víctor Laínez en el llamado crimen de los tirantes, quien ha hecho la solicitud apelando a la “intimidad” de la víctima y al "morbo". Con ello ha conseguido que no trasciendan públicamente las conclusiones de un informe que revela con toda su crudeza (aunque no con imágenes) la violenta agresión que sufrió la víctima. 
En relación a la alusión por el abogado al "morbo"  lde proyectar unas imágenes, los propios médicos forenses que han hecho el informe han reiterado que ya habían “minimizado” todo lo posible el impacto gráfico utilizando monigotes y no las fotos reales del fallecido.
Su objetivo, tal y como han indicado los profesionales, era explicar con palabras claras y llanas los lugares exactos dónde Víctor Laínez recibió los golpes, qué lesiones sufrió y cómo se produjeron estas.
Todo ello, analizando las graves fracturas que presentaba su cuerpo. Uno de ellos, José Manuel Arredondo, director del Instituto de Medicina Legal de Aragón, ha manifestado que, de todas formas, “la realidad es la que es”.
Aún así y pese a que la fiscal Ana Cabezas y el letrado de la familia de la víctima, Juan Carlos Macarrón, se han opuesto y han argumentado que no consideraban que un informe de autopsia, tal y como acostumbran a exponer los médicos forenses de Zaragoza diariamente, pudiera atentar contra la “intimidad” de la víctima. A su postura se ha sumado el letrado de Vox, David Arranz.
Una vez escuchados sus alegatos, el magistrado se ha dirigido a los miembros del jurado para preguntar si querían que se proyectaran las imágenes y se hiciera a puerta cerrada y estos han optado por esto último.
La familia de Víctor Laínez, descontenta con la decisión, ha tenido que desalojar la sala, al igual que el resto de los presentes, incluidos los medios de comunicación.
La autopsia determinó que el fallecimiento de la víctima se produjo por un severo traumatismo craneoencefálico con parada cardiorrespiratoria. Los forenses sitúan este golpe en la región temporoparietal derecha, es decir, encima de la oreja. A esta agresión se sumaron otras que le causaron múltiples fracturas en la cara, tanto en los huesos propios de la nariz como en el tabique nasal, así como en los maxilares y los pómulos. Las lesiones fueron de una gran intensidad traumática.
Los médicos descartan que dichas fracturas se produjeran como consecuencia de una caída con impacto sobre la cara.

 Presentaba otras en el abdomen y en el tórax, compatibles con contusiones "compatibles con el uso de un objeto duro y romo, más o menos circular, sobre las zonas cotundidas que estaban cubiertas por ropa"

6/11/2019

Por ser la persona que estaba atendiendo la barra y la única –además del acusado del crimen de los tirantes, Rodrigo Lanza– que llegó a hablar con la víctima del crimen, el testimonio del dueño del bar Tocadiscos, Ángel A., resultó ayer especialmente valioso. Sobre todo, a la hora de explicar e incluso escenificar ante el jurado cómo se produjo la agresión que acabó con la vida de Víctor Laínez.
«El primer golpe fue tan de película que pensé que tenía que haberle dado con algo», aseguró el hostelero.

 Según este, cuando Lanza y sus acompañantes se iban del bar, Laínez se levantó de la banqueta y les siguió hasta la doble puerta de la entrada.

 «Yo le dije que no fuera, que pasara, pero fue. Poco después, regresó andando tranquilamente. Entonces, Lanza volvió a entrar también en el bar, cogió carrerilla, saltó sobre Víctor cuando estaba de espaldas y le dio con fuerza en la cabeza», recordó.
«Le dije ‘‘¡ten cuidado, que viene detrás’’, pero no le dio tiempo a volverse», añadió. Según Ángel A., como consecuencia de ese primer y fortísimo golpe, la víctima «cayó K.O.» al suelo.
 «Fue entonces cuando Lanza empezó a darle patadas sin parar, sobre todo en la cabeza y la cara», precisó. 
El testigo estaba todavía detrás de la barra, pero temió por la vida de la víctima y gritó a su agresor : 
«¡Para, para, que lo vas a matar!» 

Acto seguido, salió en auxilio de Víctor Laínez, que estaba «boca arriba, con la cara destrozada y sangrando por la boca y los oídos».
La defensa, a cargo del letrado Endika Zulueta, mantiene que el golpe que provocó la muerte de Laínez se produjo al caer este de espaldas al suelo. Por eso, tras pedir permiso al magistrado-presidente, José Ramo, se levantó y se acercó al hostelero para que le explicara cómo se había producido la agresión. Es más, adoptando Zulueta el papel del fallecido, solicitó al testigo que se pusiera en la piel del agresor y escenificara lo sucedido. Fue entonces cuando este último dejó bien claro al jurado que la víctima estaba de espaldas cuando Rodrigo Lanza «tras coger impulso y dar un gran salto», golpeó por detrás a Laínez.
Fue la patada más fuerte que he visto en mi vida», aseguró. Otro testigo insistió más tarde en la intensidad de los golpes y el ensañamiento.

 
«Tenía toda la cara chafada, la piel levantada, lo dejó irreconocible, desfigurado y no podía ni respirar», explicó.

 Ninguno de estos vio navajas ni entrar a más gente en el bar tras la agresión.

 11/11/2019

El juicio del llamado crimen de los tirantes llegó este lunes a su fin tras una sesión de siete horas en la que las acusaciones aprovecharon su última intervención ante el jurado para intentar hacerle ver que Rodrigo Lanza Huidobro, de 35 años, atacó a Víctor Laínez Muntané, de 55, con la clara intención de acabar con su vida, o al menos, siendo plenamente consciente de que golpeándole con tanta violencia esto podía ocurrir. Para la Fiscalía, el abogado de la familia y el de la acusación popular, lo ocurrido la madrugada del 8 de diciembre de 2017 en el bar Tocadiscos de Zaragoza no fue una simple pelea de bar de infausto resultado, sino un asesinato con alevosía para el que no hallan otro móvil que el ideológico. De hecho, están convencidos de que nada habría ocurrido si el amigo de Lanza se hubiera ahorrado el comentario de que el hombre que estaba sentado junto a la barra era una fascista que se paseaba por los bares de La Magdalena con tirantes con la bandera de España.
Todo lo contrario piensa la defensa, a cargo del letrado Endika Zulueta, quien apeló a la conciencia de los miembros del tribunal para que no declaren culpable a Rodrigo Lanza si albergan la más mínima duda sobre cómo sucedieron los hechos. Y para este, son «muchísimos» los interrogantes que han quedado sin resolver durante el juicio, principalmente, por los «graves errores» que atribuye a los investigadores de la Policía, los forenses que hicieron la autopsia o las psicólogas que examinaron al acusado.
A los funcionarios de la Brigada de Información de la Jefatura Superior, encargados de las pesquisas, la defensa les reprocha, por ejemplo, que no registraran el bar en busca de un cuchillo, ya que el acusado y el amigo que le acompañaba mantienen que la víctima empuñaba un arma blanca. Ni el dueño del establecimiento ni ningún otro testigo vieron esta navaja o cuchillo, pero esta parte insiste en que debió investigarse mejor.
«Les han advertido mis compañeros de la acusación que trataría de sembrar la duda en ustedes, pero es que esa y no otra es mi misión.Como es la de ellos probar que Rodrigo Lanza cometió el asesinato con alevosía que le atribuyen», explicó el letrado a los jurados. 

Zulueta inició su alegato hablándoles de la película ‘Doce hombres sin piedad’ (Sidney Lumet, 1957), en la que un tribunal norteamericano absuelve a un joven acusado de matar a su padre gracias a la perseverancia de uno de sus integrantes, «que nunca dio por buena la versión oficial e hizo ver al resto que estaban equivocados». Por ello, la defensa insistió en la necesidad de analizar con detalle el material probatorio y terminó rogando a las seis mujeres y tres hombres del jurado que esté «más pendiente de la ética que de la estética».
"Si como dice actuó en defensa propia y presa de un miedo insuperable, ¿por qué Rodrigo Lanza no salió corriendo cuando tuvo oportunidad?"

Pero donde la defensa solo ve dudas, incógnitas y errores de investigación, la Fiscalía y los abogados Juan Carlos Macarrón –por la familia del fallecido– y David Arranz –por Vox– aprecian hechos irrebatibles. «Si como dice actuó en defensa propia y presa de un miedo insuperable, ¿por qué Rodrigo Lanza no salió corriendo cuando tuvo oportunidad, sino que regresó al bar detrás de Laínez y le asestó un fortísimo golpe en la cabeza cuando estaba de espaldas?», preguntó en voz alta la fiscala Ana Cabeza.
Tras escuchar la semana pasada a los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), ella y sus compañeros de acusación se han convencido de que el procesado fracturó el cráneo a la víctima usando un «objeto contundente y romo», posiblemente, un mosquetón o grillete metálico como los que llevan los montañeros. Nadie llegó a verlo ni se pudo encontrar después, pero basándose en las marcas que hallaron en el peñasco del hueso temporal del fallecido y en las lesiones lineales de la mano derecha del procesado, los peritos del IMLA concluyen que esta fue la opción más probable. Máxime, cuando estos descartan por completo que el traumatismo craneal se produjera como consecuencia del impacto de la cabeza de Laínez contra el suelo.

"Se ha excedido en la defensa"


Y es precisamente esta apreciación de los forenses una de las que más sorprende a la defensa. 
«Calificaron de imposible la posibilidad de que la fractura se produjera al caer de espaldas al suelo y hemos demostrado que eso es mentira», señaló Endika Zulueta, quien se mostró muy crítico con la forma en que se practicó la necropsia.

«Ni siquiera tomaron muestras de sangre al fallecido para estudiar un posible consumo de tóxicos y valorar su influencia en el fatal desenlace», indicó.

El abogado de la acusación reconoció a la defensa su «habilidad para intentar sembrar la duda», pero quiso dejar claro que hay cosas que «simplemente, no son razonables».
«Creo que en el exceso de defensa se ha excedido. Nos ha metido todas las eximentes del código penal: legítima defensa, miedo insuperable, trastorno mental transitorio, embriaguez, error en la apreciación... Mire, no es creíble», dijo. Por su parte, el letrado de la familia insistió en la alevosía y en el ensañamiento. «Cada vez estoy más convencido. Este hombre ejecutó a Víctor y luego lo remató», concluyó.


Lanza siente el sufrimiento de la familia

Como es habitual en todos los juicios, la vista de ayer concluyó cuando el magistrado presidente del tribunal popular, José Ruiz Ramo, ofreció al acusado, Rodrigo Lanza Huidobro, su derecho a la última palabra. El presunto homicida, que ha permanecido durante las cinco sesiones de la vista oral sentado en la bancada de los abogados –junto a su letrado, Endika Zulueta– se levantó entonces para lamentar lo ocurrido y el fallecimiento de Víctor Laínez, al que nunca llegó a citar por su nombre.
«Siento mucho la muerte de esta persona y siento mucho el sufrimiento de su familia. Espero que comprenda que actué en legítima defensa», comenzó diciendo el procesado. 
A sus espaldas, en el primer banco del público, le escuchaban atentos los dos hermanos de la víctima, que no han querido perderse ni una sola sesión de la vista oral.
«Sentí mucho miedo, solo quise aturdirlo para poder huir. Jamás pude imaginarme que causaría una lesión tan grave y menos que le provocaría la muerte», concluyó Rodrigo Lanza, antes de que volvieran a ponerle los grilletes para trasladarlo al centro penitenciario de Zuera, donde permanece desde su detención.

El abogado de la defensa también tuvo una mención especial para la familia del fallecido, a quien agradeció el «enorme respeto» con el que le han tratado tanto a él como a su cliente durante todo el juicio.
«Y soy consciente de lo difícil que eso resulta cuando uno tiene delante, a pocos metros, al que considera causante de su inmenso dolor», dijo el letrado.


Resultado 

El jurado ha declarado este viernes culpable a Rodrigo Lanza de un delito de lesiones imprudentes con resultado de muerte  Es decir, considera que la agresión a Víctor Laínez en un bar de Zaragoza en diciembre de 2017 fue intencionada, pero que no buscaba el asesinato del agredido. Seis de los nueve miembros que conforman el jurado coinciden en esta calificación, mientras que los otros tres consideran que la muerte sí fue intencionada.


El veredicto del jurado y la sentencia fueron recurridas por las partes y en marzo de este año el Tribunal Superior de Justicia los los declaró nulos y ordenó la repetición del juicio.

El nuevo juicio se celebró entre el 7 y el 15 de septiembre.


El pasado jueves se conoció el veredicto del jurado: Consideró a Lanza -por mayoría de ocho a uno- culpable del asesinato a golpes de Víctor Laínez el 7 de diciembre de 2017 en el bar ‘Tocadiscos’ de Zaragoza.
La Fiscalía y las acusaciones, tanto la particular como la popular, que ejerce VOX, volvieron a pedir 25 años de prisión por un delito de asesinato agravado por motivos ideológicos.
La defensa, ejercida por el abogado Endika Zulueta, estima que no hubo delito en la actuación de Lanza y que en ningún momento tuvo intención de matar, y pidió su absolución.
La Justicia española condenó a 20 años de cárcel a Rodrigo Lanza, nacido en Chile, por el asesinato con alevosía y por motivos ideológicos de Víctor Laínez en 2017 en la ciudad de Zaragoza.

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