Producto de las grandes manifestaciones provocada por el estallido social de 2019, la linea 4 del metro, fue destruida por los vándalos, y manifestantes, ahora los puentealtino, pasaron de una hora -en promedio- a tres horas de desplazamiento, hacia la ciudad de Santiago; esto por si va afectar la calidad de vida de los ciudadanos de esa comuna; Autoridades estiman que a mediados del 2021 posiblemente vuelva el servicio de la Línea 4; van hacer un año terrible. Las cifras son desoladoras.
De acuerdo al gerente general de Metro de Santiago, Rubén Alvarado, de las 136 estaciones de la red, 118 presentan un nivel de daño, los que bordean los US$380 millones. Lo más crítico y que nos toca directamente, es que la Línea 4, que conectaba desde la misma Plaza de Puente Alto hasta Tobalaba estará meses cerrada. Este servicio, que une la comuna de Providencia con la ciudad de Puente Alto a lo largo de 24,7 kilómetros, sufrió incendios en cinco de sus puntos de acceso. Hoy, solo opera entre estaciones de Tobalaba y Quilín. “La línea 4 y 4A es probable que estén meses paralizadas. El diagnóstico es catastrófico”, ese fue el duro balance del presidente del directorio de Metro, Louis de Grange. Lo cierto, es que los ataques a las estaciones, por ejemplo Trinidad, fueron de tal magnitud que no es posible habilitarla en uno o dos meses. A todo esto, se suman 10 trenes quemados. Es más, casi la mayoría de los atentados afectaron a partes sensibles del sistema eléctrico y computacional. Todo ese sistema debe ser cambiado. Es decir, con cableado nuevo, productos que deben ser importados.
Un pronóstico alentador es que el servicio vuelva a mediados de 2021, aunque por el momento solo hay estimaciones. El golpe al Metro fue letal para la Región Metropolitana, en especial para las dos comunas más grandes del país: La Florida y Puente Alto.
Cerca de un millón y medio de personas están afectadas por esta situación, ya que el cambio de sus rutinas y vida familiar ha sido brusco y con un alto costo emocional. “No vamos a poder mover ni con relativa normalidad a los 7 millones de santiaguinos por varios meses”, enfatizó el presidente del Metro.
CUIDAR EL METRO
El senador Manuel José Ossandón (RN), dijo esta mañana en entrevista con radio Cooperativa, que tuvo información relativa a una eventual quema de estaciones de Metro, en la previa de las protestas que se desencadenaron el día viernes y, que entregó los datos a La Moneda. El parlamentario dijo que un hacker de Puente Alto, comuna de la que fue alcalde, le dijo que “grupos de personas están conectados por videojuegos y van a quemar las estaciones del Metro”. Ossandón, aseguró que transmitió dicha información al gobierno. “¡Y las quemaron todas!”, añadió. El senador dijo que “en vez de haber sacado los milicos a la calle debían haber sacado a cuidar la infraestructura crítica”.
CAMBIO RADICAL DE LA VIDA DIARIA
La acuñada frase “nada es gratis en la vida”, calza justo como anillo al dedo a esta situación del Metro. El artero ataque sufrido no solo afectó su funcionamiento diario, sino que impactó de lleno en el corazón mismo de miles de familias puentealtinas. Sus rutinas y las relaciones familiares se han visto melladas desde que el Metro dejó de llegar hasta la misma Plaza de Puente Alto.
Lo peor, es que el efecto emocional también se está reflejando en los cientos de trabajadores que han tenido que adelantar todo. Pasar de una hora promedio desde el hogar hasta las fuentes laborales o sectores comerciales a 3 horas!!! es un cambio brutal. Es como retroceder más de 15 años, cuando Puente Alto estaba fuera de todo y donde la locomoción colectiva era una peregrinación eterna, por ejemplo, desde Plaza Italia hasta el mismo centro de la comuna.
Para este profesional, quien integra el Núcleo Milenio Movilidades y Territorios (MOVYT), lo primero que se evidenció tras los ataques al Metro es la fragilidad del sistema de transporte en la capital. “Lo que demostró la interrupción del Metro es que el sistema de transporte y la movilidad cotidiana en Santiago es frágil. No hay un sistema adecuado de transporte en superficie”, describe este Antropólogo.
Para Imilán, el impacto para la ciudadanía de Puente Alto no solo es el aumento del tiempo de traslado, sino que su afectación diaria ha sido removida.
“El transporte o movilidad cotidiana no solo es mover gente de un lugar a otro como se ha medido en la planificación del transporte, sino que tiene impacto en todos los aspectos de la vida cotidiana”, aseveró el profesional.
Para este experto en urbanismo, lo principal no está en las 2 ó 3 horas de desplazamiento, sino que pasa antes y después de cada trayecto de las personas. “Todos los arreglos que tienen que hacer las personas; cadenas de cuidado, los horarios para ir a comprar, hacer las tareas del hogar; las horas de descanso, etc. Es decir, todo se ve trastocado por este nuevo régimen que se empieza establecer en la ciudad. El tema del transporte no es solo cuánto te demoras de un punto a un punto b, sino que hay que entenderlo en todo el impacto que tiene en la vida cotidiana en las personas”, analizó Imilán.
Para él, hay que ir evaluando, si es que se mantiene en el tiempo esta situación, cambios en los centros de trabajo o educacionales, a fin de adecuarlos a la realidad. Así, por ejemplo, postula a modificaciones en los ingresos y salidas a las faenas laborales y también en los recintos educacionales. También el sector del comercio.
TRANSANTIAGO Y DESARROLLO DE LA CIUDAD
Hace algunos días y en el fin de ofrecer mayores alternativas de conexión desde y hacia Puente Alto, el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones (MTT) implementó una mayor flota de buses para reforzar la conexión con Tobalaba, Plaza Egaña, Quilín, Baquedano, Bellavista – La Florida. Para el traslado de los usuarios en horas de la tarde, se activó la operación de 177 buses de apoyo a las líneas de Metro, de los cuales un 60% están destinados hacia Puente Alto.
Sus recorridos se inician a las 15:00 hrs., en tanto que la operación habitual de buses se activó a partir de las 16:30. A esto se suman las 28 extensiones y 3 modificaciones de recorridos que se implementaron para hoy. Con esto, la totalidad de los servicios de apoyo para esta tarde será de 267 buses. Sin embargo, para el Imilán el problema pasa más allá de fracasado sistema del Transantiago.
El experto apunta a modificar la composición de las ciudades y terminar con la segregación, que se ejemplifica en los tiempos de traslado de los trabajadores a sus fuentes laborales.
“Esto tiene que ver con un elemento más estructural de cómo se ha ido desarrollando la ciudad y que tiene que ver con la gran segregación socio-espacial que hay en la ciudad y también de las actividades económicas. Solo pensar que la mayoría de los viajes de la ciudad se realizan en una dirección y que están muy definidas, que es el centro de la ciudad y la zona sur oriente de Santiago. Esa concentración económico produce un balance que es muy precario”, afirma el Antropólogo.
A raíz del colapso del sistema de locomoción pública esta situación, dice, se está evidenciando mucho más.
Asimismo, apuntó a que uno de los puntos a analizar es qué pasa en todo el trayecto y la seguridad existente. En este punto ejemplificó con el caso de las mujeres, quienes no pueden, en algunos puntos de la ciudad, transitar solas, por lo que requiere de una planificación familiar para ir a buscarlas a determinados espacios donde pasa la locomoción colectiva (paraderos).
Walter Imilán deja una reflexión para el final, quien bien puede ser un resumen de todo lo que está viviendo el puentealtino y la puentealtina:
“Este gasto de energía es tremendo y estos gastos no entran en los cálculos de la planificación, también hay que observarlo así. Lo que se ve en Puente Alto es una reorganización de toda la vida cotidiana de las personas para que puedan ir a trabajar un par de horas. Eso es un desgaste para la gente, más agotador y estresante, y una mayor pérdida de calidad de vida. No sólo tiene que ver con la pérdida del Metro en sí mismo, sino que todo lo que tiene que ver asociado al Metro”. Muchas veces valoramos, cuando perdimos lo que teníamos.
“CUIDEMOS EL METRO”
El ex alcalde de Puente Alto y actual senador, Manuel José Ossandón, llamó a la comunidad para cuidar lo que queda del Metro y no seguir dañando lo que queda de las estaciones de la Línea 4. Ossandón recordó que a Puente Alto le costó muchos años conseguir el ferrocarril metropolitano, por lo que si se “sigue dañando van a pasar muchos años más, para que lo volvamos a ver funcionar”.
El senador, en este ámbito, solicitó al Metro que tape y asegure los accesos a las entradas dañadas, ya que de no hacerlo pueden volver a “quemar y el daño puede ser mucho más significativo”. El congresista pidió a los puentealtinos del casco antiguos de la ciudad defender el Metro. “Este tren es de todo los puentealtinos y es a ellos a quienes le sirve”, subrayó.
(Nota y fotografía en edición impresa de viernes 1/11/19)
Las erradicaciones y traslado de las poblaciones a la periferia de Santiago o ciudades satélites. (2015)
Los historiadores Cristián Palacios y César Leyton desentrañan las erradicaciones de poblaciones pobres desde las comunas céntricas y de la zona oriente de Santiago ocurridas durante la dictadura. Una política que borró a tomas y campamentos del mapa urbano y de la historia que terminó por configurar el rostro de Santiago como una de las ciudades más segregadas del mundo. Lo que ayer hizo la dictadura, hoy lo sigue haciendo la industria inmobiliaria. En plena dictadura ocurrió uno de los procesos urbanismo en la historia reciente de ciudad. Tomas de terrenos y campamentos en ciudad fueron eliminados de las comunas céntricas y traslados en los extramuros de la ciudad y las ciudades satélites.
Las ‘Operaciones Confraternidad’ I y II, realizadas en 1976 y 1978, dieron inicio al más grande movimiento de población en Chile. 1.850 familias de los campamentos Nueva Matucana y del Zanjón de la Aguada fueron separadas y llevadas hacia 10 comunas distintas en la periferia de Santiago. Para el año 1987 otras 29 mil familias ya habían sido sacadas de sus campamentos en la comuna de Santiago, Providencia y las Condes y llevadas, a las nuevas comunas creadas más allá de la Circunvalación Américo Vespucio. Los pobladores una vez dejados en los arrabales de la ciudad se encontraban con que la promesa de la ‘casa propia’ eran casetas sanitarias en medio de potreros.
¿Cómo surge la idea de investigar este tema?
César Leyton (CL): Nos llamó mucho la atención cómo movilizaron a tantas poblaciones, limpiaron a tres comunas: Santiago, Providencia y Las Condes. Sacaron a todos los pobres de esas comunas e inventaron otras para instalarlos. ¿Cómo un proceso tan grande está tan poco investigado por la historia o sólo ha sido abordado en términos de represión política?
Cristián Palacios (CP): Vimos en fuentes oficiales que la idea de erradicación no sólo obedecía a una erradicación de campamentos.
Ustedes trabajan la historia de la ciencia y la biopolítica. ¿Qué permiten dichos enfoques para analizar el fenómeno?
CL: La historia de las ciencias permite ver que es un tipo de racismo adecuado a una metodología de gestión de la población que tiene que ver con la biopolítica. Esto es entender la sociedad como un gran organismo, administrar su población como un modelo. La concepción clásica es que la dictadura lo hizo y se ha analizado hasta ahora como uno de los tantos momentos de represión, lo que buscamos develar es el fundamento ideológico que hay detrás.
CP: En los trabajos que se han hecho sobre la erradicación de campamentos se piensa que obedecen a la doctrina de seguridad del Estado, que comprende una especie de guerra total que es una conquista del pueblo. A partir de políticas sociales se podía mantener una especie de guerra psicosocial para conquistar al pueblo y eliminar todo lo relacionado con la UP, el comunismo.
¿De dónde vienen estas ideas?
CL: Los que empezaron a entender la geografía como un espacio o núcleo vital fueron los geopolíticos. Las ideas de principios del siglo XX de Friedrich Ratzel y Rudolph Kjellen, quienes entendían el espacio del Estado nación como un gran organismo y que para que se desarrolle se precisa un espacio vital, son claves no sólo para entender el nazismo. Kjellen utiliza por primera vez la palabra ‘biopolítica’ en 1905 para definir su concepción organicista y racista del Estado, siendo uno de los mentores de la llamada geopolítica racista, ciencia que buscaba la expansión del Estado y su población a territorios considerados más débiles. Por su parte, el geógrafo prusiano Friedrich Ratzel en su teoría geopolítica del espacio vital expresadas en su libro Laws of State Growth (Leyes de crecimiento del Estado) de 1896, analiza las ideas de las fronteras políticas entre los Estados y las conquistas posibles.
¿Qué influencia tiene la Geopolítica desarrollada por Augusto Pinochet?
CL: Estas ideas fueron introducidas en Chile por Ramón Cañas Montalva que en 1920, introduce el concepto de geopolítica en la formación dada en la Academia de Guerra. El gran heredero de Cañas es Augusto Pinochet. Cuando los militares intervinieron los ministerios de urbanismo y generaron el proceso de regionalización y la división de las comunidades mapuche tenemos la división del país a partir de una lógica propia de las divisiones militares romanas y el intento por atomizar las comunidades mapuches a partir de la división de estas en títulos individuales.
¿Hay algún dato estimado de cuánta gente fue sacada de estas comunas?
CL: Lo que se habla siempre es de familias. Los registros de la época dicen que son más de 29 mil familias en un Santiago que no debe haber pasado de los 4 millones. Es un porcentaje importante de la población.
CL: La dictadura militar lleva el proyecto de Benjamín Vicuña Mackenna (BVM) de fines del siglo XIX a un nivel masivo. El modelo de BVM es liberal, hay un modelo de segregación social atribuido a concepciones científicas como el higienismo, entendido como el proceso de ir separando a los enfermos y los pobres de los ricos y sanos para que no afecte el modelo de productividad que se está desarrollando con la industrialización. BVM habla de constituir un muro sanitario que divida a la ciudad y construir en torno a las barriadas donde llegaban los campesinos y los barrios del norte, como La Chimba. Se quiso instaurar un nuevo orden, un reordenamiento de los barrios obreros del sur, demoler los conventillos y los ranchos, acabar con el aduar africano, como les llamaban en esa época. Es todo un proyecto que BVM lo va concibiendo como un muro que en la práctica es un boulevard que divide los espacios, una gran arteria, un muro sanitario de 11 kilómetros que pasa a ser la primera gran circunvalación que une desde el Campo de Marte (hoy Parque O’higgins) y el río Mapocho por el norte hasta el cementerio. Su parangón hoy sería la circunvalación Américo Vespucio, que también va a dividir estos barrios de ricos y pobres.
¿Asistimos entonces a una nueva subjetivación del sujeto popular?
CP: La modificación empezaría en el mismo corazón de los pobladores: sus casas. Revisando la revista Cabildo, que era de la Municipalidad de Santiago, se evidencia un enfoque higienista social. Se habla de ‘jóvenes problema’, de delincuencia, de erradicar la extrema pobreza’. Surge así el “Mapa de la Extrema Pobreza” (1974 y 1982) realizado por el ODEPLAN, la Oficina de Planificación Nacional y el I.E.U.C, que define la extrema pobreza a partir de una vivienda precaria. Surge allí la actual ficha CAS, que define la pobreza según una escala, medida que se convierte en un instrumento de medición del sector social que va ser objeto de las políticas sociales del régimen militar.
CL: Las ideas eugenésicas de la primera mitad del siglo XX que hablaban de modificar el hábitat y la raza a través de cambios biológicos, buscaba mejorar a los sujetos marginales convirtiéndolos en un homo higienicus, o sea, un sujeto sano, una mano de obra sana para la función de productividad que la elite le asignaba.
CP: Ahora estas políticas se realizan a través de la construcción y modificación de la vivienda social. Es el hábitat popular el que se interviene. Ya no se trata de ideas eugenésicas de raza, sino de doctrinas neoliberales con sus principios de neoliberalismo, el ahorro necesario (o endeudamiento) y el achicamiento del espacio.
¿En la práctica cómo se expresaba esto?
CP: Se articula la lógica de la casa propia desde el mercado. La idea de que la casa no es un derecho, sino que un bien de consumo que se gana a partir del ahorro. Como el Estado ya no es fuerte, le da un espacio gigantesco a las empresas inmobiliarias y estas articulan las nuevas políticas de territorio. Además se precariza el espacio y se promueve una habitabilidad que convierte la sala de estar en dormitorio, promoviéndose un modelo de ordenamiento del espacio doméstico en el que de noche se duerme y en el día se convive. A la par, el proceso significó un alza en la plusvalía del suelo de algunas comunas.
¿Cómo eran las casas asignadas?
CP: El tamaño de las nuevas viviendas era de 18 m² en un terreno de 120 m². La distribución de las viviendas contemplaba un baño, una cocina y una sala de estar- comedor- dormitorio, existiendo la posibilidad de ser ampliadas a futuro a 40 m². Las casetas sanitarias dejaban espacio para la ampliación, pero se los entregaban en UF y eso implica ver el acceso a la vivienda a partir del endeudamiento o recurrir a créditos hipotecarios.
¿Qué se recomendaba a los pobres?
CP: El reducido espacio de las viviendas significó el desarrollo en la revista El Cabildo de Santiago de una sección destinada a enseñar a los pobladores la mejor forma en que podrían ajustarse a las nuevas condiciones impuestas por el neoliberalismo: Casa Ordena, Familia Feliz, se llamó el primero de ellos. La casa se ve en una lógica de caos/orden: se enseña que una casa ordenada es una casa sin caos, que está todo ordenado, en sus repisas, hacer muebles con cajones de manzana. Adecuándose a condiciones mínimas.
CL: La cocina acababa la idea de la olla común de la población, que era centro de las organizaciones populares en la época. La idea del individualismo opera de manera fuerte. El desarraigo termina con las ollas comunes que tenían las barriadas, que estaban en contra de la dictadura militar.
¿Qué significó para los pobres ser deslocalizados?
CL: La erradicación separó lo que antes fueron tomas y campamentos, distribuyendo separadamente a las familias en la periferia. Así el vínculo de las personas forjado en tomas se cortó para dar paso a poblaciones de desconocidos, desintegrando lo comunitario y promoviendo un individualismo cuya única pertenencia era el núcleo familiar. A los pobres los dejaban súper retirados de las instituciones vitales para tener garantías sociales: hospitales e instituciones públicas quedaban a más de 10 kilómetros.
LA ‘ERRADICACIÓN DE LA POBREZA’
El proceso nos deja el concepto de ‘erradicar’, que después de la dictadura es muy usado en las políticas públicas sobre la pobreza.
CL: Es eliminar de raíz desde una concepción muy militar, en la que subyace una concepción de supra organismo, una metáfora biológica del mundo social que remite al paradigma inmunológico. Se asume así que hay ciertos seres en esta lucha por la vida que provocan enfermedad para este organismo social. Entonces se aplica la tanatopolítica, que es el exterminio o el genocidio de quienes no cumplen con la normativa.
¿Qué vínculo hay entre esta promoción del buen vivir pobre en relación con los departamentos de hoy promovidos por la industria inmobiliaria?
CP: Ese tipo de vivienda promovida fue creando una tipología habitacional que esta hoy en las promociones de la industria inmobiliaria con la etiqueta de ambientes minimalistas o estudio, pero claramente los espacios son mínimos. Se han ido replicando esos modelos y los departamentos son cada vez más chicos. Otra cosa es que la verticalidad de los edificios no permite una vida comunitaria. En los edificios uno no conoce a los vecinos, sus estructuras habitacionales son muy distintas a las viviendas de los ’60. Se quiebra esa socialización anterior.
Lo que hizo la dictadura con los pobres se fue extendiendo al resto de la sociedad.
CL: Los herederos de esta política de erradicación son las inmobiliarias, las que reproducen este modelo de segregación social y lo hacen un negocio. Miguel Kast, promotor de estas políticas, hablaba de homologación de áreas, que era generar zonas de ricos y de pobres. Su proyecto es sacar a los pobres de las áreas ricas para así subir la plusvalía del suelo. Las inmobiliarias hoy son los tentáculos de esta ameba que están creando este muro, que ya no es sanitario o higienista como el de BVC, pero a partir de la segregación social que hace Pinochet, se crea una especie de muro inmobiliario.
¿Qué pasó con esta política al acabar la dictadura?
CL: La Concertación continuó esta política intentando dar una connotación social a esta erradicación de la pobreza. Se siguió con la idea de erradicar la pobreza, que en el fondo fue erradicar a los pobres, sacarlos de su historia, de su espacio. Lo que hace la Concertación no es dejarlos en la periferia de Santiago, sino que llevarlos a otras ciudades, a pueblos más pequeños, donde se producirán conflictos al ser poblaciones de una fuerte marginalidad proveniente de una metrópolis, que es Santiago que va a generar nueva fronteras y espacios de violencia social. Lo que generó la dictadura fue violencia social, algo aún no percibido. Eso se volvió después una norma.
¿Qué queda hoy de todo este proceso?
CP: Lo más evidente es la segregación espacial de Santiago y la gran distancia entre ricos y pobres. Hay personas que viven en la ciudad sin siquiera conocer como viven esos ‘otros’. Además, el modelo de vivienda urbana social creada por la dictadura se consolida como el modelo o la tipología habitacional contemporánea. Como todos los modelos de control social a partir de la ciencia, comienza implementándose en la marginalidad y después en la población en general. Hoy lo que Kast llamó homogenización de las áreas lo realizan las empresas Inmobiliarias y en un mercado profundamente segregado.
CL: Pasó con muchos allegados que fueron llevados a ciudades fuera de Santiago. Ser pobre y erradicado, ser llevado a otro lado donde no hay lazos genera conflictos en las zonas receptoras. La gente los categoriza como delincuentes y ocurre un proceso de estigmatización que sigue hasta la actualidad. La erradicación generó este miedo y desconfianza. Es común encontrar en relatos de pobladores el miedo a que los de la otra población les van a venir a quitar sus cosas. Hay desconfianza al vecino y eso provoca que cuando ocurren crisis sociales como la posterior al terremoto, una de las primeras cosas que se escuchan es que los de la otra población nos vienen a quitar las cosas, nos vienen a robar. Esta desconfianza en el fondo va provocando el miedo contemporáneo, algo clave en el modelo neoliberal.
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PUENTE ALTO, es lugar lleno de marginales, expulsados de ciudad de santiago, miserables contestatarios
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