Villalba Riquelme, José, Cádiz 17.X.1856 – Madrid, 25.X.1944. Militar y escritor.
Hijo de un médico militar, fue ministro de la Guerra y uno de los mejores tratadistas de arte militar.
Residiendo en Puerto Rico, cuando contaba catorce años ingresó como cadete, en octubre de 1870, en el Batallón de Puerto Rico, donde cursó sus estudios, siendo promovido al empleo de alférez de Infantería en septiembre de 1873. Se incorporó, en 1875, al Ejército de la Península, al tiempo que recibía el ascenso a teniente. Tras participar en algunas acciones en el frente carlista, solicita su pase a la isla de Cuba, donde en aquellos momentos se estaba desarrollando la llamada guerra chiquita.
El joven teniente Villalba participó activamente, desde el mes de enero de 1877, en las operaciones de la cuarta y última fase de la guerra, en las jurisdicciones de Remedios y Santi Spiritus, hasta la firma de la Paz de Zanjón, el 12 de febrero de 1878. De regreso a la Península, sirvió en diversas unidades hasta que en 1882 fue destinado a cumplir una de las inquietudes vocacionales que más le agradaban, la docente. Nombrado profesor de Geografía e Historia Militar en la Academia de Infantería de Toledo, pasó al cuadro de profesores de la Academia General Militar, cuando el general Martínez Campos la instituyó tomando la base de la propia Academia de Infantería.
Entre 1882 y 1898, Villalba pasó dieciséis años, salvo cortos períodos de tiempo, dedicados a la enseñanza militar, siempre en la sede toledana, primero de la Academia de Infantería, luego en la Academia General Militar y a partir de 1893, por la reorganización del general López Domínguez, de nuevo Academia de Infantería. En esta función docente impartió clases de casi todas las asignaturas y ocupó todo tipo de destinos relacionados con la vida cotidiana del centro de enseñanza. Aquí escribió una gran parte de su amplia obra técnica, especialmente su Táctica de las tres armas, publicada en 1887. Magna obra en tres tomos, además de un atlas que fue declarado texto en la Academia durante unos cuarenta años, conociendo una docena de ediciones. Por esta obra recibió numerosas felicitaciones en España y fuera de nuestro país, además del ascenso a capitán de Infantería en mayo de 1889.
Al ascender, en 1898, a teniente coronel abandona la Academia de Infantería, ocupando sucesivas vacantes en regimientos del arma, hasta que en marzo de 1899 es nombrado ayudante de campo del ministro de la Guerra, Camilo García de Polavieja y del Castillo Negrete. Poco duró la experiencia ministerial del general Polavieja, quien dimitió, en septiembre del mismo 1899, del gobierno Silvela, por estar en desacuerdo con la política de restricciones económicas de Villaverde. Villalba cesa como ayudante del ministro, quien debió de quedar muy gratamente impresionado, pues en 1901 vuelve a tomarlo como ayudante de campo, puesto que no abandonará Villalba hasta 1907.
Como ayudante de campo de Polavieja acompañó a éste en los sucesivos destinos de director general de la Guardia Civil, jefe del Cuarto Militar de S. M. el Rey, jefe del Estado Mayor Central y presidente Supremo de Guerra y Marina, sucesivamente. En esta etapa madrileña, colabora intensamente en la actividad intelectual que se desarrolla en el Centro del Ejército y la Armada, formando parte del cuadro de profesores de la Escuela de Estudios Militares, impartiendo la asignatura de táctica e instrucción de la Infantería. Al fin, en enero de 1907, se incorpora como jefe de estudios a la Academia de Infantería de Toledo, donde permanecerá hasta su ascenso a coronel el 5 de abril de 1909. Entonces alcanza un destino que, sin duda, anhelaba: la dirección de la Academia de Infantería.
El coronel Villalba ejerce el mando de la Academia entre abril de 1909 y enero de 1912. En este período concedió especial importancia a la condición física del cadete, favoreciendo las competiciones deportivas y proponiendo pruebas físicas para el ingreso en la Academia. Además, consciente de la importancia de los temas prácticos, proyectó una ampliación del campamento de los Alijares, donde los alumnos realizaban maniobras prácticas. Al terminar el mando de la Academia, comienza su etapa africana, haciéndose cargo, en enero de 1912, del mando del Regimiento de Infantería África, de guarnición en Melilla. Se incorpora con su unidad a la llamada campaña del Kert, en la que participó muy activamente hasta la muerte de El Mizzian en mayo de 1912. Por sus méritos en campaña es ascendido al empleo de general de brigada en el mes de octubre del mismo año. El día de Navidad de 1912 recibió el nombramiento de subinspector de Tropas de la Comandancia General de Melilla.
Al mando de la 1.ª Brigada de Melilla, a partir de 1914, realiza una serie de operaciones de tendidos telegráficos, protección de convoyes y consolidación de posiciones. En este destino desarrolló una intensa labor de reconocimiento recomendando la ocupación de posiciones e informando al mando de otras cuestiones, además de atender personalmente a la revista e instrucción de las tropas a su mando. En julio de 1914 es nombrado comandante general de Larache, desplegando una gran actividad en numerosas acciones de ocupación. Como recompensa a su actividad en suelo africano es ascendido, en mayo de 1916, a general de división, quedando de cuartel a la expectativa de destino en Madrid.
En 1917 es nombrado gobernador militar del Campo de Gibraltar, puesto en el que habría de desarrollar una inteligente labor diplomática con las autoridades inglesas del peñón. Además, debió de hacer gala de su mayor tacto y sentido de la prudencia en los conflictos sociales desatados en Algeciras a lo largo de 1919, tanto a primeros de febrero, con la huelga de los obreros del puerto, como en la reacción producida por el movimiento huelguista que, desatado en Barcelona y Madrid en marzo, provocó la declaración del estado de guerra en todo el territorio nacional.
Posiblemente, fueron estas cualidades negociadoras las que le llevaron a ocupar la cartera de Guerra en el gobierno formado el 12 de diciembre de 1919 por Manuel Allendesalazar. Éste habría de sustituir a Sánchez de Toca cuyo gabinete sucumbió, no sólo por la conflictiva situación social, sino por el problema planteado por las Juntas de Defensa Militares.
Al general Villalba le tocó la transformación de las Juntas en las llamadas Comisiones Informativas, pretendiendo dar un cauce legal a las aspiraciones sociales de los militares de los diferentes armas y cuerpos. Tras duras negociaciones con los presidentes de las Juntas, el 30 de diciembre se publicó el real decreto de organización de las Comisiones, que buscaba la deseada disolución de las entrometidas y poco controlables Juntas de Defensa. Quedaban por redactar los reglamentos correspondientes a cada una de las Comisiones Informativas. De modo que, en abril de 1920 comenzaron las discusiones entre los presidentes de las Juntas y el subsecretario del Ministerio para establecer las bases comunes. El 5 de mayo, Villalba presentaba su dimisión, sin duda, presionado tanto por sus compañeros militares, como por los que compartía en el Consejo de Ministros. En esta breve e intensa etapa de ministro de la Guerra, Villalba consiguió sacar adelante un viejo sueño, por el que había trabajado sin descanso: la Escuela Central de Gimnasia adscrita a la Academia de Infantería de Toledo, que aparte de formar profesores de educación física militares, pretendía enseñar a los maestros que hacían su servicio militar para que así pudieran instruir a la juventud en esta materia.
Tras pasar por varios destinos, como el Consejo Superior de Guerra y Marina tras la Guerra Civil, ocupó el cargo de presidente de la Junta Superior de Huérfanos Militares hasta su fallecimiento en Madrid a los ochenta y ocho años tras una larga vida en activo.
Obras de ~: Nociones de fortificaciones de campaña e idea de la permanente, Madrid, 1883; Elementos de geografía universal y particular de España, Madrid, 1882; Táctica de las tres armas, Toledo, 1889; Apuntes de literatura militar, Madrid, 1889; Concepto sobre la enseñanza militar, 1892; Tiro nacional. Cartilla del tirador, Toledo, 1901; Táctica de la Infantería y métodos de instrucción, Valdemoro, 1904; La maniobra de Liao-Yang, Madrid, 1905; Ensayos de unas instrucciones para el juego de la guerra, Toledo, 1909; Elementos de logística: marcha, reposo, exploración y seguridad, Toledo, 1909; Ensayo de un método para la instrucción de los reclutas en armonía con el Reglamento Táctico, Toledo, 1911; Instrucciones para las prácticas de servicio en campaña, Toledo, 1921; Armamento y organización de la Infantería, Toledo, 1922; Organización de la educación física e instrucción premilitar en Francia, Suecia, Alemania e Italia, Madrid, 1927; con López Muñiz, Rojo y Novilas, La colección bibliográfica militar, Toledo, 1929; Nociones de arte militar, Madrid, 1941.
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Pablo González-Pola de la Granja |
Esta escuela militar, sirvió para formar al cuerpo de oficiales del ejercito español, que participo en la guerra civil española, guerra hispano americana, guerra del rif, y guerra de cuba; simbolizo la profesionalización definitiva del cuerpo de oficiales de institución armada.
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