miércoles, 24 de junio de 2020

X.-La economía de la Unión Europea.-a

euro, la primera moneda de viejo continente y segunda del mundo. 
Los miembros de la Unión han crecido desde los seis Estados fundadores (Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos) a los 27 que hoy conforman la Unión Europea: Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Rumanía y Suecia.

Introducción 

La economía de la Unión Europea (UE) es la segunda economía más grande del mundo en términos nominales —detrás de Estados Unidos— y según la paridad de poder adquisitivo —detrás de China. El PIB nominal de la UE se estimó 18,8 billones de dólares en el año 2018,5​ lo que representaba el 22% de la economía global.
El euro, moneda oficial en 19 de sus 27 Estados, es la segunda mayor moneda de reserva, así como la segunda moneda del comercio mundial, después del dólar estadounidense.El euro es la moneda oficial o de facto de 25 países, en la eurozona y en otros seis países europeos.

La economía de la UE consiste en un mercado interior de economía mixta basada en el mercado libre y en unos modelos sociales avanzados. El PIB per cápita fue de 37.800 dólares en 2017,​ comparado con los 59.495 en Estados Unidos, 42.695 en Japón y 16.636 en China.​
Hay importantes diferencias en este indicativo entre los estados miembros.​ Con un bajo coeficiente de Gini de 31, la UE tiene un reparto de la riqueza más igualitario que la media mundial.
Euronext es la bolsa de valores más importante de la eurozona y la séptima del mundo por capitalización de mercado. La inversión extranjera directa en la UE ascendió a 5,1 billones en 2012, mientras que la inversión europea en el extranjero fue de 9,1 billones, con mucha diferencia las mayores inversiones del mundo.
Desde el inicio de la crisis del euro en 2009, han emergido situaciones económicas opuestas entre el sur de Europa, por un lado, y Europa Central y del norte por otro: mayores tasas de desempleo y de deuda pública en los países mediterráneos, y menor desempleo y mayor crecimiento del PIB en los países del este y el norte.
 En 2015 la deuda pública en la UE ascendía al 85% de su PIB, pero con enormes disparidades entre la más baja, la de Estonia con un 9,7 %, y la más alta, que era la de Grecia con un 176%.

Los diez mayores socios comerciales de la UE son Estados Unidos, China, Suiza, Rusia, Turquía, Japón, Noruega, Corea del Sur e India, con los cuales los intercambios superaron la barrera de los 110.000 millones en 2016. La UE es representada como una entidad unificada en la Organización Mundial del Comercio (OMC), el G-20 y el G-7.

Historia

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las economías de los países de Europa quedaron virtualmente destruidas, lo que dio fin a la tradicional hegemonía europea en el mundo. Las dos nuevas superpotencias: tanto Estados Unidos como la Unión Soviética, tenían un poder económico superior al del conjunto de los estados europeos.
Con el fin de ayudar a la recuperación económica de Europa y así evitar que su parte occidental cayera en el comunismo, los Estados Unidos elaboran el Plan Marshall, un plan de ayuda económica que empezó en 1948 y acabó en 1951 y que aportó más de 12 700 millones de dólares a diversos estados europeos (principalmente a Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Países Bajos). La Unión Soviética hizo lo propio con la COMECON.
Con el Tratado de París (1951) se constituye la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), primera piedra del desarrollo económico de la Unión Europea (UE) que desde entonces no ha dejado de consolidarse hasta convertir a la unión en la primera potencia comercial, pues actualmente representa el 20 % de las importaciones y exportaciones mundiales. Con posterioridad a la CECA se inició la liberalización del comercio entre sus Estados miembros, lo que constituye la clave en el éxito de la UE.
Fue entre los 1950 y los 1970 cuando se vivió una etapa con un crecimiento económico fuerte y continuado que acabó con la crisis del petróleo de 1973. Una vez superada esta crisis, los estados europeos volvieron a crecer económicamente, pero nunca tanto como durante aquellos 20 años.

Actualidad

El fin de la Guerra Fría y la disolución del bloque soviético (del este), dio paso a una época para Europa. La globalización mundial y la integración económica europea dio paso a la UE, la cual poco a poco se ha consagrado como una nueva superpotencia en el plano económico. La Comisión Europea (CE) pronosticó un crecimiento para la zona del euro y el conjunto de la Unión Europea (UE) con un incremento respectivo del PBI del 0,8 % y del 1,3 % para 2015.19​ Para recuperarse de la crisis originada en 2008, los miembros de la Unión firmaron en 2012 el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera, cuyo objetivo es preservar la estabilidad financiera en Europa, prestando asistencia financiera a los Estados miembros de la Unión Europea en situación de crisis económica.


Áreas económicas de la Unión Europea

Tras la incorporación de los nuevos miembros, hasta un total de 27 países, se consideran como áreas económicas más importantes y con características propias de la UE las siguientes:

Área continental: Constituida por Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Austria. Es la de mayor peso económico, con una fuerte concentración industrial y la que se ha considerado como motor de la economía de la Unión.

Área mediterránea: Constituida por España, Portugal, Italia, Malta, Croacia, Eslovenia, Grecia y Chipre. Su nivel de desarrollo es elevado, ligeramente menor que el del área continental, pero concentra el turismo y una importante parte de la agricultura más productiva de la UE.

Área del Báltico: Formada principalmente por Finlandia, Suecia y Dinamarca, a los que se han unido Lituania, Estonia, y Letonia. Por un lado son economías muy dinámicas, de gran riqueza forestal y altas inversiones y desarrollo en tecnología, pero su peso no es muy acentuado debido al menor volumen de población y producción que el área continental.

Área centroeuropea: Formada por la mayoría de Estados incorporados recientemente del centro de Europa y la región de Balcanes en el sur de Europa. Se caracteriza por ser la de menor desarrollo económico, la que precisa todavía una fuerte reconversión en distintos sectores industriales y mantiene unas vinculaciones económicas importantes entre los propios países que la integran, fruto de su pasado reciente. Estos estados serían tales como Hungría, Rumanía, República Checa, Bulgaria, Eslovaquia y Polonia.

Área Británica: Constituida por  Irlanda, es una economía muy consolidada, de fuertes vínculos con la economía de Estados Unidos y grandes reservas de petróleo y carbón.


Un nuevo escenario internacional.

Durante décadas, la economía mundial se analizó bajo el prisma centro-periferia: EEUU, la UE y Japón eran responsables de la mayor parte de la producción, el comercio y la inversión y el resto del mundo, aunque mucho más poblado, apenas tenía peso en las principales variables económicas (y menos aún en las estructuras de gobernanza económica mundial). 
Sin embargo, durante la última década estas categorías han quedado obsoletas. La economía mundial se asemeja cada vez más a una red donde persisten grandes nodos (los países ricos), pero donde cada vez tiene más peso otros polos que crecen a gran velocidad (China ya es la segunda economía del mundo y será la primera en 2016 en términos de paridad del poder de compra). Además, las relaciones comerciales y financieras entre estas potencias emergentes son cada vez más significativas.

Según datos del Banco Mundial (2011) la cuota de los países en desarrollo en el comercio mundial ha pasado del 30% en 1995 al 45% en 2010, sobre todo debido a la rápida expansión del comercio sur-sur entre las potencias emergentes. Un tercio de las inversiones directas en los países emergentes provienen de otros países emergentes, que también están realizando importantes adquisiciones en los países avanzados. Además, los países emergentes y en desarrollo tiene más de dos tercios de las reservas mundiales de divisas (hace 10 años tenían sólo un tercio) y hoy países como Brasil, Chile y Turquía tiene un riesgo país más bajo que algunos países europeos. 
Todo ello se completa con el auge de una nueva clase media (sobre todo en América Latina y algunos países asiáticos) que, en algunos casos, ha ayudado a consolidar la democracia y está actuando como una fuente de estabilidad económica al potenciar la demanda interna. Por ello, no resulta sorprendente que durante los últimos cinco años los países emergentes hayan sido responsables de cuatro quintos del crecimiento mundial y que se espere que esta tendencia se mantenga en el futuro. Estos cambios no implican que la renta per cápita en estos países se haya acercado todavía al nivel que tienen los países ricos, ni tampoco que los problemas de pobreza y desigualdad no sigan siendo importantes. Sin embargo, muchos de los ciudadanos de los países emergentes tienen la certeza de que sus hijos vivirán mejor que ellos, algo de lo que los europeos y los estadounidenses ya no están tan seguros.

Todo esto supone que, a lo largo de las próximas décadas, Asia volverá a recuperar lentamente el enorme peso económico que tuvo hasta la revolución industrial y no puede descartarse que muchos países de América Latina también ganen peso relativo en detrimento de los países europeos, Japón y, en menor medida, EEUU. Además, como la crisis financiera ha afectado mucho más a los países avanzados que a los emergentes, esta lenta tendencia de convergencia económica entre el viejo centro y la vieja periferia se acelerará. De hecho, hasta que los países avanzados no logren reducir sus elevados niveles de deuda (pública y privada) será difícil que comiencen a crecer de forma sostenida. Y eso, como muestra el trabajo de Reinhart y Rogoff (2010) sobre crisis financieras, podría durar todavía varios años, especialmente si no se produce inflación o reestructuración de las deudas.

Algunos de los símbolos de este nuevo orden económico mundial son las compras de empresas occidentales por parte de los fondos soberanos de los países emergentes, que cada vez más avances tecnológicos proceden de empresas multinacionales con origen en los países emergentes o que, por primera vez, la mayoría de los préstamos del FMI se concentran en Europa. Asimismo, la tendencia al alza de los precios energéticos y alimentarios, que con altibajos se han vivido durante la mayor parte de la última década, responde al aumento estructural de la demanda por parte de los países emergentes, especialmente China y la India.


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