martes, 11 de agosto de 2020

Coronavirus , el trabajo en casa, y en especial los abogados.-a




Pilita Clark


Trabajar desde casa está perdiendo su atractivo.
Pilita Clark

Lunes 10 de agosto de 2020

Hace unos días tuve una sombría revelación sobre trabajar desde casa. Sucedió cuando estaba parada en mi habitación, tratando de decidir qué ponerme para una ocasión en la que no me había encontrado en casi cinco meses: un almuerzo de trabajo.
Mientras escogía un atuendo y buscaba en Google Maps para ver cómo iba a llegar a dónde tenía que ir, me di cuenta de que me estaba sinendo estúpidamente ansiosa.
Lo digo porque finalmente me di cuenta de que lo que estaba provocando esa ansiedad era la cantidad de tiempo que estaba a punto de pasar lejos del notebook en la mesa de mi cocina. Me tomaría cerca de dos horas vestirme, llegar al lugar de reunión designado, almorzar y volver a casa.
Antes del Covid no lo habría pensado dos veces, porque en ese entonces el día de trabajo estaba lleno de interrupciones. El viaje al trabajo. El paseo alrededor de la oficina hacia una sala de reuniones. La necesidad de contarle a un colega lo que habías visto en la televisión la noche anterior.
Pero me he dado cuenta de que, desde que comencé a trabajar en casa en marzo, se ha vuelto normal pasar horas interminables frente a una pantalla. Esto explica una de las cosas desconcertantes sobre el gran experimento de trabajo desde casa que millones de nosotros estamos viviendo.

De hecho, como lo han mostrado repetidamente las encuestas, la ausencia de un viaje diario y otros males ha hecho que la vida sea tanto más fácil que la mayoría de nosotros queremos seguir trabajando al menos uno o dos días desde casa una vez que la pandemia retroceda. Sin embargo, a medida que continúa el trabajo remoto, está comenzando a perder su atractivo. 
Muchos proyectos tardan más en realizarse cuando la persona a la que necesitas contactar con urgencia ha salido a pasear al perro. Es más difícil descubrir por qué los correos electrónicos no se han respondido cuando no puedes acechar el escritorio de la persona que no te está respondiendo. No es de extrañar que una investigación sugiera que la semana laboral se ha extendido hasta cuatro horas más. Además, algunas oficinas en el hogar son abismales.
Un 71% de los trabajadores en el hogar han reportado una enfermedad nueva o una que se ha empeorado desde el brote, mostró un estudio global realizado por Lenovo el mes pasado. La fatiga, el insomnio y los dolores de cabeza son comunes desde Brasil hasta el Reino Unido, junto con el dolor de espalda y los problemas oculares.
Al mismo tiempo, la mayoría de las personas dijeron que se habían vuelto más productivas, un hallazgo que tiene sentido en un momento de creciente desempleo e inseguridad laboral.

Pero ser altamente productivo no ha sido totalmente positivo según Peakon, una firma de análisis de empleados que las empresas (incluyendo Financial Times) usan para medir cómo se siente su personal sobre su trabajo.
Cuando analizó 25 mil comentarios que la gente había hecho en sus encuestas, encontró que dos de las cinco palabras principales que los empleados usaron en el punto álgido de la pandemia en marzo y abril fueron “horas” y “presión”.

A medida que pasó el tiempo, una gran parte de los gerentes mencionaron su propio bienestar mental y una de las principales frases que usaron fue “locura absoluta”. En otras palabras, tanto los administradores como las personas administradas están comenzando a sentir la tensión y, para muchos, no hay un final a la vista.
Hace unos días Google se convidó en la primera gran empresa estadounidense en decir que mantendría al personal en casa hasta julio del próximo año. Dudo que sea la última.
¿Entonces, qué se puede hacer?


El replanteamiento del centro de la ciudad.
Enrique Dans.
20 febrero 2022
En cities, New York, office, San Francisco, urban, work, working, workplace

El alcalde de Nueva York, Eric Adams, y la alcaldesa de San Francisco, London Breed, coinciden al pedir a las compañías que ocupan el centro de sus ciudades que exijan ya a sus trabajadores que den por terminados los efectos de la pandemia y regresen a las oficinas, con el fin de recuperar la actividad económica y la vitalidad de los negocios en esos distritos céntricos.
Que los alcaldes de las ciudades estén interesados en preservar la vitalidad económica de sus centros de negocios y sus distritos financieros parece fácil de entender, pero por otro lado, difícil de asimilar por parte de unos trabajadores que, durante más de dos años en el caso de muchas compañías en los Estados Unidos, han tenido tiempo no solo de comprobar las evidentes ventajas de no tener que soportar un atasco todas las mañanas, sino también de convertirlo en un hábito.
Por mucho que la costumbre nos haya llevado a pensar, durante generaciones, que nuestra forma de plantear las ciudades y nuestros hábitos de trabajo en ellas eran algo razonable, la realidad es que no lo es en absoluto. Congregar a los trabajadores en una zona específica a la que tienen que peregrinar todas las mañanas, con un horario además fijo que provoca todo tipo de atascos, para llevar a cabo unas tareas que, en realidad, pueden hacer, como hemos visto durante más de dos años, desde cualquier otro sitio, es algo que no tiene justificación. Plantear que la razón para volver a esos hábitos es la recuperación del comercio local, de los restaurantes, de las cafeterías, de las lavanderías o de los negocios que vivían de esos trabajadores es completamente cuestionable, porque partimos de un razonamiento ya viciado en su inicio.
En las grandes ciudades, son muchísimos los trabajadores que, simplemente, se niegan a volver a la forma de trabajar que tenían antes de la pandemia. Cuando has estado más de dos años demostrando que puedes trabajar de manera más eficiente desde tu casa o desde otro sitio, que no tienes que pasar por el martirio de los atascos, y que puedes comer en tu casa o en donde quieras sin tener que acudir a los restaurantes del centro de la ciudad o recalentar la comida que llevas desde casa metida en un contenedor plástico, la idea de involucionar y volver a lo que hacías antes resulta simplemente absurda.

De hecho, en ciudades con mercados inmobiliarios tan demenciales como los de Nueva York o San Francisco, hay incluso una interesante proporción de trabajadores que, a lo largo de la pandemia, tomaron la decisión de relocalizarse en otras ciudades con precios más razonables, y a los que la posibilidad de tener que volver a entrar a trabajar todos los días a las nueve de la mañana en el centro de la ciudad les parece simplemente absurda. Muchos de los trabajadores que los alcaldes de las ciudades quieren ver de vuelta en sus centros, simplemente, ya no viven allí, y solo se plantean viajes aislados a sus oficinas. Unas oficinas que, además, están rápidamente evolucionando para reconvertirse en lugares destinados a una función mucho más social, y menos a ser lugares donde el trabajador se sienta a trabajar durante horas interminables.
Es el momento de aprovechar la experiencia de la pandemia para volver a repensar el funcionamiento de las ciudades, la supuesta necesidad de concentrar las compañías en determinadas zonas plagadas de oficinas en edificios altos, y las rutinas a las que este tipo de planteamiento condenaba a los trabajadores. Esos cambios van a afectar al urbanismo, al rediseño de tantas oficinas innecesarias, a la forma de dotar de vida a esos barrios y a la posibilidad de reconvertirlos para otras funciones.
La idea de los alcaldes de simplemente dar por terminada la situación de pandemia y volver a hacer las cosas como las hacíamos antes de ella no tiene sentido. Con la pandemia, las tecnologías que nos permiten independizar muchos tipos de trabajo de un lugar geográfico concreto no solo han avanzado muchísimo, sino que además, se ha popularizado enormemente su uso. Hay otra forma de trabajar, y tiene obviamente mucho más sentido.

Los bufetes de abogados reducen el espacio de oficina: tres razones por las que es importante.

Por Stephen Embry 

23 de marzo de 2021

Según un artículo reciente de Gregg Wirth en el Thompson Reuters Legal Executive Institute, la noción de la lujosa oficina tradicional de los bufetes de abogados en el centro de la ciudad está cambiando radicalmente. Y con ello en última instancia, a mi modo de ver, la naturaleza de la profesión. Tres factores inmediatos están impulsando este cambio: los socios están adoptando el trabajo remoto, el efecto de filtración en el uso de la tecnología y un nuevo énfasis en la reducción de costos. Estos tres factores cambiarán la forma en que los abogados ven la tecnología y el trabajo desde una central.

 


Primero, algunos hechos. Wirth cita una investigación de Sherry Cushman de la firma de bienes raíces Cushman & Wakefield que muestra que el sector legal reducirá sus necesidades de bienes raíces en un promedio de 10% a 30%. Y en algunos casos, hasta un 40% a 50%. Esa es una disminución bastante significativa. Estas estadísticas son consistentes con una encuesta realizada por Cushman a unas 700 firmas de abogados en octubre de 2020, que reveló que el 93 % de las firmas que respondieron iban a realizar cambios en su lugar de trabajo, y el 24 % describió esos cambios como “drásticos”.

Y no hace falta decir que muchos miembros del personal de los bufetes de abogados quieren continuar trabajando a distancia: Cushman estima que entre el 70 y el 80 % del personal les gusta trabajar desde casa. Les ahorra dinero y tiempo de viaje. Pero lo más sorprendente e importante es que Cushman cree que los socios también quieren seguir trabajando de forma más remota, incluso más que los asociados. Este deseo tiene implicaciones importantes ya que los socios de la firma dictan la política de la firma con respecto al trabajo remoto y los bienes inmuebles de la firma de abogados. Si los socios quieren trabajo remoto y menos espacio de oficina, sucederá. El reciente anuncio de Allen & Overy de que espera que el 40% de su fuerza laboral trabaje de forma remota es evidencia de este hecho.

 

Y si los socios trabajan de forma remota, entonces el personal que los apoya no necesariamente tendrá que estar en la oficina como ya se ha demostrado con el cambio a la modalidad remota. Esto, a su vez, reduce aún más la necesidad de espacio de oficina.

 

No se puede dudar seriamente de que menos socios y personas en una oficina central cambiarán la forma en que las personas en los bufetes de abogados se ven y se relacionan entre sí.

 

Y aunque creo que la noción de cultura empresarial es exagerada, no se puede dudar seriamente de que menos socios y personas en una oficina central cambiarán la forma en que las personas en los bufetes de abogados se ven y se relacionan entre sí.

 

Pero aquí hay un impacto aún más significativo. Llamémoslo el efecto de goteo. No es ningún secreto que los abogados, a menudo los de más antigüedad, pero tal vez incluso otros, no necesariamente han adoptado la tecnología. Principalmente porque ni los clientes ni los despachos de abogados lo han demandado. Y agregue un modelo comercial (la hora facturable) que no necesariamente recompensa las eficiencias que la tecnología puede brindar, y tiene amplias razones por las cuales los abogados no prestan mucha atención a la tecnología.
 

Pero con el trabajo remoto, eso podría cambiar. Los abogados se han vuelto más competentes tecnológicamente porque trabajar desde casa lo requiere. Y esa competencia y mentalidad hacia la tecnología se extenderá a otras áreas a medida que los abogados se sientan más cómodos con la tecnología y lo que pueden hacer. Cuanto más utilice y se familiarice con la tecnología, más abierto estará a ella. A los abogados les empezará a gustar la capacidad de hacer su trabajo más rápido y mejor. Después de resistirse al cambio por lo que parece una eternidad, los abogados están descubriendo cómo usar la tecnología. Están aprendiendo a hacer las cosas por sí mismos. Están encontrando cómo ahorrar tiempo de viaje no facturable. Tampoco descartemos que el software es un factor en la satisfacción laboral.

Pero hay otro aspecto importante que está trayendo la revolución del trabajo remoto. Después de años de no resistir activamente menos espacio y excavaciones palaciegas, deténgase y pregúntese por qué los abogados y los bufetes de abogados ahora están abiertos a menos de cada uno. Sencillo: ahorro de costes. (El costo inmobiliario es el segundo costo más alto de los bufetes de abogados, justo después del personal). Con una mayor presión de los clientes sobre las tarifas y un futuro incierto con respecto a la cantidad y el tipo de trabajo disponible, los bufetes de abogados buscan mantener las ganancias mediante la reducción de costos. (Justo esta semana, Mayer Brown anuncióaumento de los beneficios muy por encima de su aumento de ingresos relativamente escaso). Además, tenga en cuenta que, ahora y en el futuro, una gran fuente de horas facturables, los viajes, se verá significativamente reducida por la demanda de los clientes. Por lo tanto, encontrar una nueva forma de mantener las ganancias mediante la reducción de costos será aún más crítico. Las empresas harían bien en utilizar algunos de estos ahorros para mejorar la tecnología en lugar de trasladarlo todo a los bolsillos de los socios.

Y no olvidemos que las eficiencias tecnológicas a menudo también pueden reducir las necesidades de personal, particularmente para el personal cuyo trabajo no se puede facturar. (Sí, esto duele tristemente a quienes menos pueden permitírselo).

 

Un cambio radical impulsado no por la necesidad de ser más eficientes o de brindar un mejor servicio al cliente, sino por el deseo de ganar dinero. ¿Quien lo hubiera pensado?

En pocas palabras: después de todos estos años de resistencia a la tecnología y la innovación, puede haber un cambio radical gradual. Un cambio radical impulsado no por la necesidad de ser más eficientes o de brindar un mejor servicio al cliente, sino por el deseo de ganar dinero. ¿Quien lo hubiera pensado?

¿Cómo afectará esto a la tan cacareada cultura de la empresa? ¿Quién conoce los cambios a largo plazo en la práctica del derecho y el funcionamiento de los bufetes de abogados? Pero cualesquiera que sean las diferencias, apuesto a que serán sustanciales.


Fuente


1 comentario:

  1. con este virus, el trabajo y la vida social, ahora se usara mucho el trabajo en casa y redes sociales.

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