sábado, 16 de febrero de 2019

Articulos prensa sobre Palma Salamanca: el fin del mito.-a


Una vida en fuga.
Asesino y su  victima 

En San Miguel de Allende, Mexico, Esteban Solís Tamayo era un fotógrafo local que colaboraba con la revista Espiral. Una vida simple para un profesional mexicano en el Estado de Guanajuato, que a ratos se codeaba con el circuito artístico de esta ciudad de casi 70 mil habitantes.
Detrás de su vida sin ruidos, Solís vivía una doble vida: integraba una temida banda de secuestradores que se había transformado en el dolor de cabeza de la policía mexicana y que con la detención de uno de sus líderes, activó un plan de huida.
Esteban tuvo que retomar su verdadera identidad y huir junto a su pareja a Cuba y luego a Francia, donde ingresó con su verdadero nombre: Ricardo Palma Salamanca, el “Negro”, uno de los frentistas autores del asesinato de Jaime Guzmán ocurrido en 1991, uno de los crímenes por los cuales se encontraba recluido en la Cárcel de Alta Seguridad (CAS) y de la cual se fugó en diciembre de 1996 junto a otros tres reclusos.
Palma Salamanca también cumplía condena por el asesinato de coronel de Carabineros Luis Fontaine y del sargento de Ejército Víctor Valenzuela.
El 18 febrero de este año, Palma Salamanca era detenido en las calles de París. Atrás dejaba una doble vida, que en los últimos años había decidido dedicarla a la delincuencia.
En México, el “Negro”, junto a su pareja Silvia Brzovic, también ex frentista, se asoció a Raúl Escobar Poblete, alias “Emilio”, para operar una banda de secuestros en San Miguel de Allende.
Escobar ya había participado en este tipo de delitos: los cautiverios del empresario brasileño Washington Olivetto y de Cristián Edwards, hijo del dueño del diario El Mercurio.
Se presume que junto a su pareja, Marcela Mardones, llegaron a México luego de la fuga de la CAS, operación de rescate en la que “Emilio” había abierto fuego desde el helicóptero contra los puestos de vigilancia de los gendarmes.
Escobar fue detenido en mayo de 2017 durante un secuestro fallido, que también marcó el inicio del fin de la historia de Palma Salamanca en México.


Columna de Óscar Contardo: No están los tiempos para leyendas
 SAB 16 FEB 2019

La entrevista a Palma Salamanca publicada por The Clinic significó el comienzo del fin del mito que se había erigido en torno a él. Hasta ahora eran otros los encargados de levantar su historia, la de un personaje que reunía las condiciones del macho revolucionario que ha caracterizado a la cultura de la izquierda latinoamericana, una suerte de trasposición laica del santo guerrero o versión mestiza en tenida de camuflaje de los héroes de caballería medievales, que deambulan por selvas, sierras y pampas, cumpliendo con el deber de la causa autoimpuesta, resignados a un destino de lucha perpetua fraguada en una virilidad de habanos y fusiles.
Hasta esta semana, Ricardo Palma Salamanca era un prontuario, la historia de una fuga improbable y un par de retratos que se publicaban de cuando en cuando en la prensa. Era también un tira y afloja persistente que se balanceaba sobre una historia de fuego y de ira que con cada década que transcurría, cobraba la consistencia de un mito que solo sus cercanos sabían entender y por lo tanto explicar. No era tan solo un hombre que tomó la vida de otro a balazos, tampoco era simplemente alguien que participó en un secuestro que confinó a otro a sobrevivir en condiciones infrahumanas. Era un condenado, un prófugo de la justicia cuya captura era una causa enarbolada por la UDI, justamente el partido de quienes suelen decirles a las víctimas de la dictadura que buscar justicia es buscar venganza.

Bajo esas condiciones ambientales había crecido en torno a Ricardo Palma una leyenda con el peso del tabú. Porque invocar el nombre de Palma Salamanca significa trastocar los roles habituales de un periodo de la historia de Chile que transformó a un grupo en victimarios y a otro en presa de una persecución despiadada. Con tan solo nombrarlo aquellos bordes nítidos que separan a los cómplices de las masacres cometidas por la dictadura, de quienes sufrieron su rigor, se hacen borrosos por un instante. Como un agente químico que si se vierte sobre otro lo altera. En gran medida ese fenómeno, el del tabú, era posible mientras el protagonista guardara silencio.

La entrevista a Palma Salamanca publicada por The Clinic significó el comienzo del fin del mito que se había erigido en torno a él. Hasta ahora eran otros los encargados de levantar su historia, la de un personaje que reunía las condiciones del macho revolucionario que ha caracterizado a la cultura de la izquierda latinoamericana, una suerte de trasposición laica del santo guerrero o versión mestiza en tenida de camuflaje de los héroes de caballería medievales, que deambulan por selvas, sierras y pampas, cumpliendo con el deber de la causa autoimpuesta, resignados a un destino de lucha perpetua fraguada en una virilidad de habanos y fusiles.
Siempre me llamó la atención la cantidad de personas que se referían a Palma Salamanca simplemente como “el negro Palma”. Con el tiempo interpreté el guiño como una suerte de contraseña de iniciados, pero también como una forma de sugerir pertenencia, indicar un “nosotros” excluyente. Hablar de “el negro Palma” incluso podía interpretarse como una marcador de clase dentro de una izquierda que circulaba en un área restringida de colegios y facultades hasta donde rara vez llegaba el pueblo al que buscaba liberar. Un segmento social y político que suele pensarse a sí mismo como “oprimido” o propio de los “márgenes”, aunque tenga como hito geográfico más extremo la plaza Ñuñoa y como nostalgia predilecta las asambleas universitarias ochenteras. La rebeldía de los barrios arbolados suele ser más persistente, tomarse mucho más en serio a sí misma y ser bastante menos escéptica que la que surge entre sitios eriazos de las periferias.

Al inicio de la entrevista, Palma Salamanca dice que todos quienes lo han buscado para conocerlo durante los años que estuvo prófugo, lo han hecho esperando encontrar al joven que fue en 1990. Lo menciona advirtiendo que ya no es el mismo, dando a entender que hubo muchas peregrinaciones que debieron acabar defraudadas.
Las adhesiones políticas en ocasiones tiende a transformarse en una especie de religión, una en donde los seres extraordinarios lo son en tanto custodian y bruñen unas convicciones superiores que los puede llevar a intentar detener el tiempo, capturarlo en una jaula discursiva, disponer ciertas ideas como iconos en una vitrina que separa lo conveniente de lo que puede llegar a cuestionar el dogma establecido. La militancia significa en ciertos casos, la membresía a una institución similar a un club, un regimiento o una secta, en donde en lugar de debatir sobre la historia propia y la construcción de un futuro de convivencia más allá de los muros del mausoleo que congregan a los creyentes, se le rinde culto a un pasado, como si se tratara de un relicario que de cuando en cuando se saca de paseo en un rito muerto, que no deja espacio a la crítica y cierra las puertas para los no iniciados.
 La entrevista de Palma Salamanca no reveló los detalles de los crímenes en los que está involucrado, tampoco intentó explicar cómo y por qué acabó transformando su vida en un escondite de la justicia; lo que hizo el entrevistado fue advertirnos que él no era una leyenda, ni el custodio de un ideal, sino solo un hombre que alguna vez creyó ciegamente en algo.



Sergio Castro San Martín y su documental El Negro: “Hablar de Palma Salamanca es hablar de la Constitución actual”


Desde hoy y por tiempo limitado, “El Negro”, el nuevo documental dirigido por Sergio Castro San Martín.

Conversamos con el director acerca de su visión, percepción y reflexiones que lo llevaron a abordar la historia de Ricardo Palma Salamanca con una nueva mirada y un enfoque actual. En sus palabras, el documental invita al público a “debatir sobre la complejidad del ser humano, sobre la muerte y sobre la deconstrucción de una épica”, haciendo foco en uno de los temas más atingentes que dejó el estallido social: la urgencia por escribir una nueva Constitución.

Me dicen el desaparecido 

Ricardo Palma Salamanca fue miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y, según la justicia chilena, es el autor material del asesinato al senador Jaime Guzmán, uno de los responsables de la actual Constitución y colaborador político durante la dictadura militar de Augusto Pinochet. “Este documental habla sobre una parte de nuestra historia que es la transición a la democracia, llena de zonas grises, de cosas inconclusas amarradas a un sistema social y político que nos tiene atados, endeudados e infelices como chilenos. Hablar de Palma Salamanca es hablar también de la Constitución actual, hablar de su familia es hablar de una radiografía de la familia chilena”, dice Castro San Martín.

“Lo más importante de la cinta es que los relatos deambulan desde el cuestionamiento de su entorno familiar. Su madre y hermanas hablan sobre lo que significó para la familia el asesinato a Jaime Guzmán, perpetrado por integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez la tarde del primero de abril de 1991, en el exterior del Campus Oriente de la Universidad Católica de Chile”, remarca el director.

Cuando me buscan nunca estoy

Los testimonios que forman parte de este documental, entregan al espectador una visión profunda, llena de  matices y contradicciones. Quizás, ese es el gran elemento diferenciador de este trabajo y a la vez su valor como pieza audiovisual y creativa: su enfoque.

-¿Qué te motivó a hacer este documental? 

-El año 1997 conocí el libro de Palma Salamanca que relataba la fuga de la cárcel de Alta Seguridad. En ese momento me llamó mucho la atención el hecho mismo relatado por Palma en una crónica novelada que reflejaba ese tiempo tan complejo, como era la transición a la democracia. Un tiempo lleno de un falso optimismo o de tantos grises que finalmente la historia posterior respaldó.

El objetivo de El Negro es reflexionar en torno a un periodo histórico que toca la vida privada de una familia, cambiándola totalmente. Es entrar en el espacio íntimo de lo que significa ser familiar de Ricardo Palma Salamanca y entender las justificaciones que él tuvo para hacer lo que hizo. Es una película que tiene como propósito relatar esos «grises», esa bipolaridad de este tiempo histórico y también de aquellas contradicciones históricas que llegan hasta el seno de una familia.

Quería mostrar cómo una persona silenciosamente cambió la historia de Chile, o cómo no la cambió. Era en principio la historia de un hombre que no existía en el mapa, pero ya estando en una etapa bastante avanzada de la filmación nos llega la noticia, en febrero del 2018, de que Ricardo Palma Salamanca había sido detenido por Interpol en Francia. Dejaba de ser un fugitivo.

En ese momento tomamos la decisión junto a los productores de congelar el trabajo y darnos ese año para contactarlo. Evidentemente fue una cuestión delicada: es una persona de difícil acceso, muy reservado, que vivió en la clandestinidad y que a esas alturas estaba todavía con la causa abierta del eventual proceso de extradición a Chile. Fueron varios días de filmación con él.

-¿Por qué consideraste que la familia sería importante para tu investigación?

-Para mí era muy importante elaborar una película que saliera un poco de los cánones de cómo nos enteramos de esta figura histórica, y recurrir más bien a archivos mucho más íntimos. Sabemos que Ricardo Palma Salamanca es una figura que polariza, y que genera admiración y odio en el país. En ese sentido era muy valioso contar con los testimonios de quienes estaban más cerca de él. En este caso: su madre y sus hermanas. Para hacer este retrato de Palma Salamanca en la vereda pública y privada, esta era la manera más honesta.



-¿Qué significa para ti su figura? 

-Es un hombre que vivió una historia personal donde juntó su convicción política con su convicción emocional y que luego, desde ese lugar y perteneciendo a un movimiento armado, ejecutó y obedeció órdenes en base a su ideales en un contexto histórico hipercomplejo de la historia de nuestro país. La figura de Ricardo Palma representa para mí todas las contradicciones históricas políticas de Chile. Su  familia es la radiografía de Chile en ese sentido. Una familia golpeada con la tortura, con el dolor, pero también golpeada con las acciones y desaparición de su hermano.

-¿Con qué sensaciones te quedaste tras conversar con él?

-Fue cerrar un capítulo de la historia. También de mi propia historia con la película y aquí debo remontarme al inicio. El Negro es una película que comienza a gestarse en marzo del 2015. En ese momento estaba presentando mi anterior película La mujer de barro en el festival de Toulouse y conocí a una productora francesa a la que le comenté la historia; en ese momento la pensaba más en ficción que en documental. Luego con ella y mis productores chilenos tomaba la decisión de contarla en código documental, lo que implicaba otras complejidades.

La película consiguió varios fondos en Francia, nuestro país coproductor y había que reaccionar rápido. Yo ya algo conocía por coincidencia de cercanos a Marcela, la hermana mayor de Ricardo y sentía que había una historia en esa mujer que debía ser contada. Luego tuvimos que apurar todo, conocer a la familia y a la madre para intentar convencerlas de contar una historia que entre ellas nunca habían conversado o compartido en profundidad. Y ahí fue difícil establecer las confianzas que en todo documental biográfico es muy delicado, sobre todo por el personaje del que se trataba.

Cuando me encuentran yo no soy
El rodaje comenzó a mediados del 2016 y era la historia sobre una desaparición, sobre un hombre clandestino, prófugo de la cual nadie de su familia sabía nada por 19 años. Me pareció muy interesante la reconstrucción de esa desaparición y los efectos en esa familia y en esas tres mujeres. Ellas para mí eran el tronco de toda la película.

Estábamos a punto de cerrar la película a principios de 2018 cuando me enteré de la detención de Ricardo en París. Algo que entre bromas decíamos, pero una vez que ocurre no sabes qué hacer. Lo primero que pensé: no hay película, luego cómo hago para conocerlo. En fin, todo era confusión y con las empresas de posproducción ya presentándonos a terminar la película, porque además había algunos premios de finalización que cumplir. En ese momento decidimos congelar el proceso, mientras yo intentaba hacer contacto con Ricardo, cosa que me tomó bastante tiempo, casi todo el año 2018. Finalmente en octubre-noviembre pude entrevistarlo con una cámara.

-Es interesante el debate que se genera en torno a lo que está bien o mal, el hecho de matar para ‘hacer justicia’,  terminando con la vida de una figura tan cuestionable como la de Jaime Guzmán. También el hecho de escaparse de la cárcel. ¿Cómo fue abordar esos temas durante el proceso? 

-Era muy importante observar. Siempre intenté junto a mi equipo dejar que las voces familiares hablaran, que se debatieran, que abrieran esta caja de misterio que simbolizaba Ricardo, y también la historia de Chile. Abordar estos temas es un proceso lento. Hablar sobre la muerte no es fácil y más aún cuando tu propio familiar está involucrado. Pero no era solo la muerte sino también la desaparición. Uno puede ver a Ricardo desde la arista de lo que hizo, pero la película pone su foco de interés en entender a una familia que queda sin su hijo y su hermano, fugado por décadas. ¿Cómo convives con eso? ¿Cómo afecta los lazos familiares, el futuro, la propia vida cotidiana? Mi interés iba en registrar esa reflexión.

-En el marco de fondo del documental liga el episodio del asesinato de Jaime Guzmán con la actualidad y el tema que hoy está a poco más de un mes de ser consultado con la ciudadanía: escribir o no una nueva constitución. ¿Cómo este documental contribuye a orientar al espectador para el plebiscito?

-Las heridas del pasado se revuelven cuando no están cicatrizadas. Chile aún está en una deuda tremenda con su historia. Aún no la conocemos del todo. Se obvia en colegios, escuelas. Solo a modo de ejemplo, aún contamos con miles de detenidos desaparecidos sin saber dónde están. ¿Cómo es posible eso? La llamada «reconciliación» no ha ocurrido. No hay un perdón civil y militar ante la matanza indiscriminada que vivimos en una de las dictaduras más horrorosas que ha habido. La respuesta de Palma y los frentes armados eran una reacción a la opresión y esto no tiene que ver con justificar o no lo que hizo, va mucho más allá de eso, porque si se quiere entrar en ese territorio hay que entender el dolor, las motivaciones y el contexto histórico donde él se desarrolló. Aún hay deudas tremendas como nación.

Volando vengo, volando voy 

-¿Cómo visualizas que la figura de Palma Salamanca está posicionada hoy en Chile?

-Es una figura que genera división, polarización pero ojo, esta división se produce porque Palma es el reflejo de un tiempo histórico, es la excusa de todas nuestras divisiones como país de las que no nos hemos hecho cargo. Y este “hacerse cargo” no viene por arte de magia. Debe partir de nuestros gobernantes, de todos los sectores y que estén a la altura de los procesos históricos que empezamos a vivir y que esperemos que cambien.

-Sabemos que desde hoy el documental estará disponible en Ondamedia ¿En qué otras plataformas estará disponible? 

En las plataformas Puntoticket, Cinépolis Click y en la Red de Salas de Chile. Desde hoy estará en Ondamedia de manera gratuita, pero con tickets limitados.
Pascal Brice y el caso de Ricardo  Palma Salamanca.




Pascal Brice dirige la Oficina de Protección a los Refugiados y Apátridas (Ofpra) desde 2012. Durante su carrera asesoró a políticos socialistas como el ex Presidente francés, Francois Hollande. Ayer, consultado por Reuters, dijo que el organismo que comanda "resuelve de acuerdo a los criterios del derecho al asilo y lo hace con total independencia". Pese a la carta personal que Piñera le envió a Macron, en el gobierno no están muy esperanzados de que la decisión de proteger al frentista se revierta.
Cuando era niño, Pascal Brice tuvo su primer contacto con chilenos. En Nantes, ciudad donde nació en 1966, compartió “con exiliados chilenos que huyeron del golpe de Estado del general Pinochet. El exilio es la partida para otro lugar, el desarraigo, el anhelo de volver a casa”, recordó en la revista Pellegrin. En la publicación, comenta también, que fue en 2012  cuando el entonces ministro del Interior, Manuel Valls -del gobierno del socialista Francois Hollande– le ofreció el cargo que hoy ocupa como director general de la Oficina de Protección a los Refugiados y Apátridas (Ofpra).
El diario francés Les Échos lo perfiló cuando en 2013 asumió su puesto. En la publicación se señala que sus padres, muy comprometidos con los sucesos del 68, lo llevaron desde muy pequeño a las protestas de la época. Y describen sobre Brice: “Más tarde, él va ‘donde suceden las cosas’. En Chiapas, donde se encuentra con el Subcomandante Marcos, en Siria, en Derry, mucho antes de los acuerdos de paz entre las dos Irlanda, en la Nicaragua sandinista…”.

Lo describen como un “apasionado por la historia”. Graduado del Instituto de Estudios Políticos de París y de la Escuela Nacional de Administración (ENA), señalan que “su primera pasantía en la ENA, Pascal Brice la hace en Chile. El país de Allende, ‘el sueño’ para este hombre de izquierda comprometido”.
Por 10 años trabajó en la administración central “en oficinas de ministros de izquierda” como Hubert Védrine y Pierre Moscovici, además de ser asesor en temas internacionales de la campaña presidencial de Francois Hollande.
Y es la oficina que dirige Pascal Brice este político francés la que decidió otorgarle asilo político a Ricardo Palma Salamanca, condenado en Chile por el asesinato del senador Jaime Guzmán y el secuestro de Cristián Edwards. Pena que cumplía en la cárcel de máxima seguridad desde donde huyó en helicóptero, en 1996.
La decisión del organismo molestó personalmente al mismo Presidente Sebastián Piñera quien decidió, en una medida catalogada desde Cancillería como “excepcional” enviarle una carta a su par francés Emmanuel Macron. Esto, además de la nota diplomática que la ministra de RR.EE. (s), Carolina Valdivia, le entregó al embajador galo, Roland Dubertrand.
Pero desde el Ejecutivo no ven con muchas esperanzas que la decisión se revoque. Saben que con el asilo, el proceso de extradición se complica más. Junto con ello, más que Macron, desde RR.EE. ven que es la Ofpra la que tiene “mayor control” en el caso. Porque si bien su consejo es diverso y en su mayoría designado por el gobierno, se comenta que “el problema es que la burocracia francesa es de izquierda”.
A esto se suma lo que el abogado de la familia del senador, Luis Hermosilla, ha planteado en más de una ocasión:  la “doctrina Miterrand”, política que tiene Francia de entregar asilos y evitar las extradiciones. El caso emblemático fue cuando el país galo protegió a los  activistas de extrema izquierda que asesinaron al Primer Ministro italiano y líder de la Democracia Cristiana de ese país, Aldo Moro. Esto, a pesar de que Hermosilla cree que el gobierno ha hecho todo lo que está a su alcance.
Ayer, consultado por Reuters, Pascal Brice señaló que el organismo que dirige “resuelve de acuerdo a los criterios del derecho al asilo y lo hace con total independencia”. 

Quiénes integran la Ofpra

La Junta Directiva de Ofpra está compuesta por 17 miembros con voz deliberante: dos diputados nombrados por la Asamblea Nacional; dos senadores nombrados por el Senado; dos representantes de Francia en el Parlamento Europeo nombrados por decreto; diez representantes del Estado; y un representante del personal de la Oficina, elegido por los agentes de Ofpra.
Si bien es diversa en su composición, es el director de la entidad quien marca los lineamientos de la organización.
Al fijarse en los miembros de la Ofpra que son seleccionados por el Congreso se encuentra que uno de los cargos está vacante y el otro corresponde al senador François-Noël Buffet, de Républicains. A sus 54 años, este abogado ha ocupado un puesto como senador desde el año 2004.
Por ese partido también interviene el diputado Eric Ciotti, nombrado por la Asamblea Nacional francesa, quien ha sido destacado por sus propuestas de leyes para mejorar la seguridad ciudadana y la lucha contra el terrorismo. En una escala más global hay otro representante de Républicains: el europarlamentario Renaud Muselier, quien además forma parte del Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos).
La otra europarlamentaria es Sylvie Guillaume, del Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, quien se ha centrado en garantizar vías de acceso “segura y legales” para los inmigrantes y los demandantes de asilo.
Entre los miembros de la Junta Directiva, que no pertenecen a los diez representantes del Estado, está también Alice Thourot, una diputada y abogada electa por el partido La République en Marche, de Emmanuel Macron.



Ricardo Palma Salamanca: “La cultura comunista me tiene harto”


La cultura comunista me tiene harto: es ideológicamente intolerante y autoritaria”, señala Ricardo Palma Salamanca.

El exfrentista, quien fue condenado por el asesinato del senador Jaime Guzmán y que actualmente se encuentra en Francia- país que le concedió asilo-, concedió una entrevista a The Clinic, donde relata su paso por la Cárcel de Alta Seguridad, su estadía en México y Cuba y su actual vida en tierras galas.
Cuando estuvo preso, dice, gendarmes y el juez Alfredo Pfeiffer se ensañaron con él. 

“Gendarmería, en tanto encargados de cuidar la cárcel. Pero también la Justicia. El juez Alfredo Pfeiffer me escupió dos veces. Me amarraba con cadenas de pies y manos a la silla mientras me interrogaba. Era un nazi. Cuando llegué a la Penitenciaría me tuvo 28 días incomunicado y luego me ingresaron al sector de los enfermos mentales, con quienes estuve tres meses. Eso de convivir con locos es un experiencia muy inusual. Hay cero higiene, se mean, se cagan. No existe interlocución posible”, relata.


Sobre su paso por Cuba cuenta que entró sin permiso de las autoridades de ese país, porque de lo contrario se lo habrían negado: 

“Se les avisó cuando ya estábamos adentro. Ahí debo haber permanecido aproximadamente tres meses, hasta que nos echaron. Yo entiendo que nos hayan echado, porque poníamos en riesgo la política de su Estado”, dice, y agrega: “En cualquier caso, si se les hubiera pedido permiso hubieran dicho que no. Éramos unas papas hirviendo. Por eso llegamos así, porque no teníamos dónde ir, estábamos cansados y necesitábamos restablecernos después de tanto”.

En cuanto a su estadía en México, donde residió 20 años, también tiene palabras:

“La derecha mexicana es muy poderosa en este lugar y le sirvió de argumento para justificar todo lo que había sucedido ahí. Son muchísimos los secuestros sin resolver. Obviamente nos relacionan a nosotros porque tenemos un pasado común, y un pasado chileno que calza muy bien con esa historia”.
“Con el tiempo, he responsabilizado mucho a mi medio familiar, su visión de las cosas del mundo y de la vida. Hubo una determinación por el tiempo histórico que nos tocó vivir y, por otra parte, una determinación familiar. Madre comunista, dos hermanas comunistas. Se almorzaba materialismo histórico y se cenaba materialismo dialéctico. Eso hoy me da un poco de molestia. No tuvieron la capacidad emotiva de enseñarme otros caminos posibles. Me hubiera gustado que me mostraran otro tipo de cuentos, otras literaturas”, cuenta en parte del texto.
Sobre su distancia con la cultura comunista que le tocó vivir, se explaya:

“Esa cosa cerrada y obtusa de los comunistas es muy dura. La detesto. Es ideológicamente intolerante y autoritaria. Muchos de quienes se sumaron a su causa, estaban movidos por buenos sentimientos, pero el partido los utilizó. Yo terminé con todo eso hace mucho tiempo. A una señora que se me acercó el otro día para invitarme a un panel, porque según ella yo debía dar mi visión y tal, entonces tuve que explicarle que quizás mi visión no les gustaría mucho. Los chilenos de aquí son bien comunistas y absorbentes. Me han acompañado y apoyado mucho, es cierto, y se los agradezco, les debo mucho, pero me agarraron de Patito Donald, de causa perdida y llorona. Después del 23, cuando me dieron la protección definitiva, nos fuimos a un bar para tomar algo. Eran muchos, y se pusieron a gritar consignas del Frente Patriótico. ¡Yo no lo podía creer! ¡Los pelos se me erizaban!”.

Además, se refiere, en parte, a su reunión con Gabriel Boric. 

Sobre su cita con el diputado del Frente Amplio dijo que le interesa “ser vaso comunicante entre esos que son tributarios de una izquierda determinada, aunque la verdad es que yo ni sabía lo que era el Frente Amplio, porque he estado completamente alejado de la realidad chilena”



 Ricardo Palma Salamanca: “Tomé la determinación de no vivir con miedo”

Desde París, Ricardo Palma Salamanca habló con nuestro medio asociado RFI de los 23 años de clandestinidad en los que vivió tras fugarse de una cárcel chilena en 1996. Fue "un largo periplo con diferentes identidades", dijó. En marzo estará en las librerías la versión francesa del relato de su fuga de la cárcel.
22 de febrero 2019 


Tras 23 años de clandestinidad total en México, el exguerrillero obtuvo recientemente el asilo político y la protección de la justicia francesa que impidió su extradición a Chile.
Agripado y con voz afectada, Palma concedió una entrevista exclusiva a Radio Francia Internacional.
El ex integrante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), condenado por el asesinato, en 1991, del senador Guzmán, entonces ideólogo de Pinochet, purgaba una pena de cárcel perpetua en la cárcel de Santiago, cuando protagonizó una espectacular fuga a bordo de un helicóptero en 1996.
Hoy, con motivo de la salida de la versión francesa de su libro “El gran rescate”, Palma Salamanca habló de sus años de activismo en el grupo clandestino FPMR.
“Eran tiempos excesivamente polarizados donde o existías o te dejabas aplastar”, dijo para justificar su pertenencia al grupo guerrillero.
Palma abordó también su vida de clandestinidad con múltiples identidades. Su salida de Chile a México “fue un largo periplo de construcción clandestina de un lugar a otro con diferentes identidades”, hasta que la llegada de su primer hijo lo llevara a buscar una vida lejos de la persecución.
“Corté todo contacto con amistades y familia, fue un corte muy fuerte, producido por este absoluto terror a estar preso”, dijo.
“La llegada a México fue como haber llegado al lugar donde llegué a establecer mi vida”.
Sin embargo, “el cambio de nombre no determina el cambio de ser”, aseguró Palma Salamanca, quien “tampoco tenía mucha relaciones sociales”.
De su vida clandestina en México, no se extiende demasiado, sino que trabajó en fotografía y en producción de cine, en la construcción de escenarios.
“Mis primeros años en México fueron de mucha austeridad en el sentido de no exponerme a tener relaciones sociales. Eran años de muy bajo perfil. Ya pasando el tiempo tomé la determinación en el sentido de no vivir con miedo”.
Palma, sin embargo, rechazó hablar de los motivos que lo llevaron a dejar México para buscar refugio en Francia.
Palma Salamanca concedió esta primera entrevista a un medio de comunicación audiovisual en el marco de la publicación de su libro en francés que se titulará ‘Une étreinte du vent, Chili‘. El ex guerrillero se define como un autodidacta de la escritura. Y habló de la importancia “vital” que desempeñó la literatura durante sus años de cárcel.
Del 15 al 18 de marzo, Palma presentará al público la versión francesa de su libro “El Gran rescate” en la Feria del Libro de París en el stand de la editorial Tiresias-Michel Reynaud.
En París, Palma buscará seguir trabajando en el sector audiovisual, y anticipó que está escribiendo su tercer libro. De ahí en adelante, el ex guerrillero afirmó que se dedicará a la literatura.

Colegio Latinoamericano de Integración.

Ricardo Palma Salamanca estudio en Colegio Latinoamericano de Integración, que es una institución educativa que nace en el año 1967, en comuna de Providencia, en la ciudad de Santiago de Chile.




Palma Salamanca da nueva entrevista en Francia y defiende su paso por el FPMR



Palma Salamanca, el asesino

14 MAR 2019 

"Creo que tomé la decisión correcta para el tiempo y el contexto histórico que había en ese tiempo", señaló a la AFP el exfrentista, condenado como autor material del crimen de Jaime Guzmán, al tiempo que dijo que no espera volver a Chile "nunca".

Éramos testigos de un abuso y matanza permanente”. 

Ricardo Palma Salamanca, un exguerrillero chileno condenado por el asesinato de uno de los máximos ideólogos de Pinochet, relata sus años de lucha armada y sus dos décadas de clandestinidad.
En entrevista con AFP en Francia, país que le concedió hace unos meses el asilo político, contó su historia, desde su espectacular fuga de una cárcel en Santiago en 1996 realizada en el interior de una canasta tirada por un helicóptero, hasta su detención en París en 2018, pasando por los más de 20 años en los que vivió escondido bajo diferentes identidades en México.
“Tuve varios nombres, muchas fechas de nacimiento”, contó Palma Salamanca impasible, entre dos sorbos de café, en un pequeño apartamento del barrio Latino de París.
Antes de empezar la entrevista puso dos condiciones, se niega a hablar de sus juicios, ni de la política actual chilena “para evitar más polémicas”. Tampoco quiso cámaras de televisión. “Estar delante de las cámaras me tensa mucho”, explicó este hombre de 49 años, de tez morena y cabello canoso.
Parte de su historia la plasmó en un libro, “Une étreinte du vent, Chili” (“El gran rescate” en español), que presentará en el Salón del Libro de París desde este viernes y con el que espera financiar parte de sus gastos de justicia.
En éste relata la preparación de su fuga en helicóptero de una cárcel de alta seguridad, donde cumplía una condena a cadena perpetua por el asesinato a tiros en 1991 del senador Jaime Guzmán, considerado como el máximo ideólogo de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

A continuación extractos de la entrevista.



-¿Por qué decidió venir a Francia?
En México descubrieron mi identidad, el círculo comenzaba a cerrarse. Con mi excompañera y nuestros dos hijos nos fuimos a Cuba y de ahí vinimos a Francia. Era el único destino posible, fundamentalmente porque teníamos familia que nos podía brindar soporte y también por la historia de solidaridad que existió por parte de Francia con todo el proceso de la dictadura en Chile.

-¿Se esperaba a que Francia le otorgue el asilo?
No, casi me desmayo (risas). No me lo esperaba. O sea todo el mundo me decía que sí, que todo iba a estar bien. Pero yo me decía ‘están siendo condescendientes’. No sentí alivio sino una especie de incredulidad. Me preguntaba si era cierto lo que estaba pasando.

-¿Qué lo motivó a unirse al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR)?
Creo que la motivación era evidente. Éramos testigos de una guerra desigual y sobre todo un abuso y matanza permanente. Eran tiempos muy radicalizados, o te defendías o te dejabas masacrar.

-¿Si pudiera dar marcha atrás, volvería a hacer lo mismo?
Creo que tomé la decisión correcta para el tiempo y el contexto histórico que había en ese tiempo. Aunque Pinochet ya no estaba en el poder, era comandante en jefe y luego pasó a ser senador vitalicio. La ideología fascista de Pinochet seguía dictando el curso de la política en todo orden. Todo lo demás era como una puesta en escena. Los políticos jugaban a tener democracia.

-¿Qué recuerda de su fuga?
Fue una operación perfecta. Muy pocas veces en ese tipo de situaciones la planificación se cumple al 100%. Todo salió como reloj y nadie salió herido.

-¿Cómo logró desaparecer durante más de 20 años?
Con documentación distinta, te haces pasar por otra persona. Reboté por muchas partes antes de llegar a un lugar y establecerme. Siempre existieron redes de apoyo, gente dispuesta a ayudar sin ningún tipo de condición. Y tomé la decisión de hacer un corte radical con mi pasado. No volví a dar noticias a mi familia ni amigos, hasta ahora.

-Imagino que fue lo más difícil….
No, no fue difícil. Porque había algo más grande, el terror de volver a la cárcel. Cuando estuve en la cárcel valoré tanto mi existencia en libertad que dije yo no vuelvo a pasar eso jamás en mi vida. Fueron 4 años y 10 meses. 1825 días. En ese tiempo, en particular conmigo, se ensañaron de una forma muy profesional. Era una política permanente de hostigamiento.

-¿Espera volver un día a Chile?
Nunca.

-¿Cuáles son sus aspiraciones?
Retomar un vida.. o ni siquiera retomar porque nunca la tuve. Construir una vida austera, tranquila, en silencio. Y desenvolverme como cualquier otro mortal.


 

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