José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia |
Nota: 16 de enero de 1931.
Fuente: Agustín del Río Cisneros y E. Pavón Pereyra, "José Antonio, abogado", Madrid, 1969, págs. 233-237
«Queremos que el espíritu religioso, clave de los mejores arcos de nuestra Historia, sea respetado y amparado como merece, sin que por eso el Estado se inmiscuya en funciones que no le son propias ni comparta —como lo hacía, tal vez por otros intereses que los de la verdadera Religión— funciones que sí le corresponde realizar por sí mismo».
Fuente: Discurso de la fundación de Falange Española[1] (pronunciado en el teatro de la Comedia, de Madrid, el día 29 de octubre de 1933).
«Nosotros seríamos un partido más si viniéramos a enunciar un programa de soluciones concretas. Tales programas tienen la ventaja de que nunca se cumplen. En cambio, cuando se tiene un sentido permanente ante la Historia y ante la vida, ese propio sentido nos da las soluciones ante lo concreto, como el amor nos dice en qué caso debemos reñir y en qué caso nos debemos abrazar, sin que un verdadero amor tenga hecho un mínimo programa de abrazos y de riñas».
Fuente: Discurso de fundación de Falange Española.
«Que todos los pueblos de España, por diversos que sean, se sientan armonizados en una irrevocable unidad de destino».
Fuente: Discurso de fundación de Falange Española.
«Queremos menos palabrería liberal y más respeto a la libertad profunda del hombre».
Fuente: Discurso de fundación de Falange Española.
«Queremos que todos se sientan miembros de una comunidad seria y completa; es decir, que las funciones a realizar son muchas: unos, con el trabajo manual; otros, con el trabajo del espíritu; algunos, con un magisterio de costumbres y refinamientos. Pero que en una comunidad tal como la que nosotros apetecemos, sépase desde ahora, no debe haber convidados ni debe haber zánganos».
Fuente: Discurso de fundación de Falange Española.
«Yo creo que está alzada la bandera. Ahora vamos a defenderla alegremente, poéticamente. Porque hay algunos que frente a la marcha de la revolución creen que para aunar voluntades conviene ofrecer las soluciones más tibias; creen que se debe ocultar en la propaganda todo lo que pueda despertar una emoción o señalar una actitud enérgica y extrema. ¡Qué equivocación! A los pueblos no los han movido nunca más que los poetas, y ¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete!».
Fuente: Discurso de fundación de Falange Española.
«En estas elecciones votad lo que os parezca menos malo. Pero no saldrá de ahí vuestra España, ni está ahí nuestro marco. Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio. Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. Y esto lo digo ahora, cuando ello puede hacer que se me retraigan todos los votos. No me importa nada. Nosotros no vamos a ir a disputar a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio. Nuestro sitio está fuera, aunque tal vez transitemos, de paso, por el otro. Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo, y en lo alto, las estrellas, Que sigan los demás con sus festines. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas».
Fuente: Discurso de fundación de Falange Española.
«El ser derechista, como el ser izquierdista, supone siempre expulsar del alma la mitad de lo que hay que sentir».
«Las derechas, sí, invocan a la Patria, invocan a las tradiciones; pero son insolidarias con el hambre del pueblo, insolidarias con la tristeza de esos campesinos que aquí, en Andalucía, y en Extremadura y en León, siguen viviendo como se vivía hace 500 años, siguen viviendo como desde la creación del mundo viven algunas bestias. Y esto no puede ser así».
«El socialismo, contrafigura del capitalismo, supo hacer su crítica, pero no ofreció el remedio, porque prescindió artificialmente de toda estimación del hombre como valor espiritual; así, en Rusia, inhumanamente, no se ha pasado aún del capitalismo de Estado, y es cada día menos probable que se llegue al comunismo».
«Falange Española no puede considerar la vida como un mero juego de factores económicos. No acepta la interpretación materialista de la historia. Lo espiritual ha sido y es el resorte decisivo en la vida de los hombres y de los pueblos».
Fuente: Falange Española.
Puntos iniciales,[2] publicados en el semanario de Falange Española F.E. el 7 de diciembre de 1933.
«Toda reconstrucción de España ha de tener un sentido católico. Esto no quiere decir que vayan a renacer las persecuciones contra quienes no lo sean. Los tiempos de las persecuciones religiosas han pasado; Tampoco quiere decir que el Estado vaya a asumir directamente funciones religiosas que correspondan a la Iglesia; Ni menos que vaya a tolerar intromisiones o maquinaciones de la Iglesia con daño posible para la dignidad del Estado o para la integridad nacional; Quiere decir que el Estado nuevo se inspira en el espíritu católico tradicional en España y concordará con la Iglesia las consideraciones y el amparo que le son debidos».
Fuente: Falange Española. Puntos iniciales, publicados en el semanario de Falange Española F.E. el 7 de diciembre de 1933.
«La violencia puede ser lícita cuando se emplea por un ideal que la justifique. La razón, la justicia y la Patria serán defendidas por la violencia cuando por la violencia —o por la insidia— se las ataque. Pero Falange Española nunca empleará la violencia como instrumento de opresión».
Fuente: Falange Española. Puntos iniciales, publicados en el semanario de Falange Española F.E. el 7 de diciembre de 1933.
«Falange Española no es un partido más al servicio del capitalismo. ¡Mienten quienes lo dicen! El capitalismo considera a la producción desde un solo punto de vista, como sistema de enriquecimiento de unos cuantos. Mientras que F. E. considera la producción como conjunto, como una empresa común, en la que se ha de lograr, cueste lo que cueste, el bienestar de todos».
Fuente: Falange Española, nº 2.
«Proponemos la elevación del tipo de vida del obrero, hasta procurarle no sólo el pan, sino el hogar limpio, el solaz justo y los lugares de esparcimiento que necesita una vida humana».
Fuente: F.E. nº 2.
«¡Acabad con toda sumisión! Poned vuestro ímpetu al servicio de la revolución nueva, que es vuestra también, porque es de todos, ¡porque es de España!».
Fuente: F.E. nº .
«Nuestro Movimiento incorpora el sentido católico —de gloriosa tradición y predominante en España— a la reconstrucción nacional. La Iglesia y el Estado concordarán sus facultades respectivas, sin que se admita intromisión o actividad alguna que menoscabe la dignidad del Estado o la integridad nacional».
Punto 25 del programa falangista. Sección "Educación Nacional - Religión" ("Los 27 puntos de Falange Española").
Nota: La aventura de la historia. Año 2. Número 16. Febrero de 2000. Artículo: ¿Franquismo o fascismo?, pág. 17. Arlanza Ediciones S.A. cita dicho punto como "No intromisión de la Iglesia en los asuntos temporales y político donde el Estado tiene autoridad absoluta".
«Nuestro régimen, que es de hermandad y solidaridad, habrá de exigir cuantos sacrificios hagan falta a los que más tienen en provecho de los que ahora viven de una manera miserable».
«Nos suponen reaccionarios porque tienen la vaga esperanza de que mientras ellos murmuran en los casinos y echan de menos privilegios que en parte se les han venido abajo, nosotros vamos a ser los guardias de asalto de la reacción y vamos a sacarles las castañas del fuego y vamos a esforzarnos en poner sobre sus sillones a quienes cómodamente nos contemplan».
Discurso de proclamación de Falange Española de las J.O.N.S. (pronunciado en el teatro Calderón de Valladolid el 4 de marzo de 1934).
«Si nosotros hablamos de la España eterna, de la España imperial, ellos también dirán que echan de menos la España grande y el Estado corporativo. Estos movimientos se pueden parecer tanto al nuestro como pueda parecerse un plato de fiambre al plato caliente de la víspera».
Fuente: Discurso Valladolid, 4 de marzo.
«¿Qué nos importa el Estado corporativo; qué nos importa que se suprima el parlamento si esto es para seguir produciendo con otros órganos la misma juventud cauta, pálida, escurridiza y sonriente, incapaz de encenderse por el entusiasmo de la Patria, y ni siquiera, digan lo que digan, por el de la Religión?».
Fuente: Discurso Valladolid, 4 de marzo.
«Este ímpetu revolucionario no tiene más que dos salidas: o rompe envenenado, rencoroso, por donde menos se espere, y se lo lleva todo por delante, o se encauza en el sentido de un interés total, nacional, peligroso, como todo lo grande, pero lleno de promesas fecundas».[sin fuentes]
«Ésa es también la revolución que yo quiero para España. Mis amigos, que ahora se asustan de un vocablo, prefieren, sin duda, confiar en la política boba de hacerse los distraídos ante la revolución pendiente, como si no pasara nada, o la de querer ahogarla con unos miles de guardias más. Pero ya me darán la razón cuando unos y otros nos encontremos en el otro mundo, adonde entraremos, después de ejecutados en masa, al resplandor de los incendios, si nos empeñamos en sostener un orden injusto forrado de carteles electorales».[sin fuentes]
«Todo proceso histórico es, en el fondo, un proceso religioso. Sin descubrir el substratum religioso no se entiende nada. La presente situación del mundo es, ni más ni menos, la última consecuencia de la Reforma».
Fuente: "Cuaderno de notas de un estudiante europeo", 1936.
«La interpretación católica de la vida es, en primer lugar, la verdadera; pero es además, históricamente, la española. Toda reconstrucción de España ha de tener un sentido católico».
Fuente: "Textos de doctrina política", recopilación de Agustín del Río Cisneros.
«Solución religiosa: el recobro de la inarmonía del hombre y su entorno en vista de un fin trascendente. Este fin no es la patria, ni la raza, que no pueden ser fines en sí mismos: tienen que ser un fin de unificación del mundo, a cuyo servicio puede ser la patria un instrumento; es decir, un fin religioso. ¿Católico? Desde luego, de sentido cristiano».
Fuente: "Papeles póstumos de José Antonio".
«Falange Española de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista; tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con características peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas».[sin fuentes]
«Hemos eliminado elementos que pretendían darle a nuestro movimiento, que debe tener un carácter y un sentido ascético, poético y castrense, un matiz turbio de delincuencia y hampa».[sin fuentes]
«Consideren todos los camaradas hasta qué punto es ofensivo para la Falange el que se la proponga tomar parte como comparsa en un movimiento que no va a conducir a la implantación del Estado nacionalsindicalista, al alborear de la inmensa tarea de reconstrucción patria bosquejada en nuestros 27 puntos, sino a reinstaurar una mediocridad burguesa conservadora (de la que España ha conocido tan largas muestras), orlada, para mayor escarnio, con el acompañamiento coreográfico de nuestras camisas azules».
«Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas cualidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia».
Fuente: Testamento de José Antonio Primo de Rivera, 18 de noviembre de 1936.
«Pero [...] una nación no es una lengua, ni una raza, ni un territorio. Es una unidad de destino en lo universal. Esa unidad de destino se llamó y se llama España».
Fuente: Falange Española. Puntos iniciales, publicados en el semanario de Falange Española F.E. el 7 de diciembre de 1933.
«Miguel Maura ha servido a su causa de egolatría espectacular. No es nada; nada ha hecho pasando la frontera llena de responsabilidades de los cuarenta años. ¿Qué importancia tiene que se pronuncie por la República? ¿Qué gran voto tiene con él la República? Ninguno. Únicamente que dice eso un hijo de don Antonio Maura. La misma importancia que tuvo que aquel pobre niño hijo de León Daudet coqueteara con el comunismo... para que le clavaran una bala odiosa, disparada por el rencor torpe y vil».
Entrevista publicada en el Heraldo de Madrid el 13 de marzo de 1930.
«Muchos habrán venido a prometeros cosas que no cumplieron jamás. Yo os digo esto: nosotros somos jóvenes; pronto –lo veréis– tendremos ocasión de cumplir o incumplir lo que predicamos ahora. Pues bien: si os engañamos, alguna soga hallaréis en vuestros desvanes y algún árbol quedará en vuestra llanura; ahorcadnos sin misericordia; la última orden que yo daré a mis camisas azules será que nos tiren de los pies, para justicia y escarmiento».
Nota: Discurso del 30 de mayo de 1935 en Campo de Criptana (Ciudad Real).
«Cuando hablamos del capitalismo –ya lo sabéis todos– no hablamos de la propiedad. La propiedad privada es lo contrario del capitalismo; la propiedad es la proyección directa del hombre sobre sus cosas: es un atributo elemental humano. El capitalismo ha ido sustituyendo esta propiedad del hombre por la propiedad del capital, del instrumento técnico de dominación económica. El capitalismo, mediante la competencia terrible y desigual del capital grande contra la propiedad pequeña, ha ido anulando el artesanado, la pequeña industria, la pequeña agricultura: ha ido colocando todo –y va colocándolo cada vez más– en poder de los grandes trusts, de los grandes grupos bancarios».
Nota: Discurso sobre la Revolución Española del Cine Madrid el 19 de mayo de 1935.
«Una figura, en parte torva y en parte atrayente, la figura de Carlos Marx, vaticinó todo este espectáculo a que estamos asistiendo, de la crisis del capitalismo. Ahora todos nos hablan por ahí de si son marxistas o si son antimarxistas. Yo os pregunto, con ese rigor de examen de conciencia que estoy comunicando a mis palabras: ¿Qué quiere decir el ser antimarxista? ¿Quiere decir que no apetece el cumplimiento de las previsiones de Marx? Entonces estamos todos de acuerdo. ¿Quiere decir que se equivocó Marx en sus previsiones? Entonces los que se equivocan son los que le achacan ese error».
Nota: Discurso sobre la Revolución Española del Cine Madrid el 19 de mayo de 1935.
«La construcción de un orden nuevo la tenemos que empezar por el hombre, por el individuo, como occidentales, como españoles y como cristianos; tenemos que empezar por el hombre y pasar por sus unidades orgánicas, y así subiremos del hombre a la familia, y de la familia al Municipio y, por otra parte, al Sindicato, y culminaremos en el Estado, que será la armonía de todo. De tal manera, en esta concepción político-histórico-moral con que nosotros contemplamos el mundo, tenemos implícita la solución económica; desmontaremos el aparato económico de la propiedad capitalista que absorbe todos los beneficios, para sustituirlo por la propiedad individual, por la propiedad familiar, por la propiedad comunal y por la propiedad sindical».
Nota: Discurso sobre la Revolución Española del Cine Madrid el 19 de mayo de 1935.
«El capitalismo, muy en breve, en cuanto vinieron las épocas de crisis, acudió a los auxilios públicos; así hemos visto cómo las instituciones más fuertes se han acogido a la benevolencia del Estado, o para impetrar protecciones arancelarias o para obtener auxilios en metálico. Es decir, que, como dice un escritor enemigo del sistema capitalista, el capitalismo, tan desdeñoso, tan refractario a una posible socialización de sus ganancias, en cuanto vienen las cosas mal es el primero en solicitar una socialización de las pérdidas».
Fuente: "Ante una encrucijada en la historia política y económica del mundo", 9 de abril de 1935.
«Tal como está montada la complejidad de la máquina económica, es necesario el crédito; primero, que alguien suministre los signos de créditos admitidos para las transacciones; segundo, que cubra los espacios de tiempo que corren desde que empieza el proceso de la producción hasta que termina. Pero cabe transformación en el sentido de que este manejo de los signos económicos de crédito, en vez de ser negocio particular, de unos cuantos privilegiados, se convierta en misión de la comunidad económica entera, ejercida por su instrumento idóneo, que es el Estado. De modo que al capitalismo financiero se le puede desmontar sustituyéndolo por la nacionalización del servicio de crédito».
Nota: Discurso de clausura del segundo consejo nacional de Falange, 17 de noviembre de 1935
«Mientras la terrible crisis económica actual ha arruinado o está en camino de arruinar a los modestos productores, y la masa obrera sufre como nunca la pesadilla del paro, la cifra de los beneficios obtenidos por los beneficiarios del orden actual de cosas, los dueños de la Banca, es elevadísimo. Así la tarea urgente que tienen los productores es ésta: destruir el sistema liberal, acabando con las pandillas políticas y los tiburones de la Banca».
Nota: Obreros españoles - Hojas de la Falange.
«El hambre del pueblo: he aquí otra angustia apremiante y a la que España puede poner remedio. La gran tarea de nuestra generación consiste en desmontar el sistema capitalista, cuyas últimas consecuencias fatales son la acumulación del capital en grandes empresas y la proletarización de las masas. El capitalismo –ya lo sabéis– no es la propiedad; antes bien, es el destructor de la propiedad humana viva, directa; los grandes instrumentos de dominación económica han ido sorbiendo su contenido a la propiedad familiar, a la pequeña industria, a la pequeña agricultura. (...) [Es necesaria] la reforma crediticia, que tiende a la nacionalización del servicio de crédito en bien de quienes lo necesitan, a quienes hay que redimir de sórdidos usureros y bancos suntuosos».
Fuente: Arriba, núm. 29, 23 de enero de 1936.
«[Para una reforma agraria] habrá que sacrificar unas cuantas familias. No de grandes labradores, sino de capitalistas del campo, de rentistas del campo; es decir, de gente que, sin riesgo ni esfuerzo, saca cantidades enormes por alquilar sus tierras al labrador. No importa. Se las sacrificará. El pueblo español tiene que vivir. Y no tiene dinero para comprar todas las tierras que necesita. El Estado no puede ni debe sacar de ningún sitio, si no es arruinándose, el dinero preciso para comprar las tierras en que instalar al pueblo. Hay que hacer la reforma agraria revolucionariamente; es decir, imponiendo a los que tienen grandes tierras el sacrificio de entregar a los campesinos la parte que les haga falta. Las reformas agrarias como la que rige ahora, a base de pagar a los dueños el precio entero de sus tierras, son una befa para los labradores. Habrán pasado doscientos años y la reforma agraria estará por hacer».
Fuente: Arriba, núm. 18, 7 de noviembre de 1935.
«Las fuerzas conservadoras en general, se hallan reunidas por el solo vínculo de temor al triunfo de las izquierdas. No acaban de comprender que haciendo desaparecer el efecto desaparece la causa, y se resisten a desmontar el sistema capitalista, que está fracasado en todo el mundo».
Fuente: Entrevista en El Sol, 9 de febrero de 1936.
«Las derechas, como tales, no pueden llevar a cabo ninguna obra nacional, porque se obstinan en oponerse a toda reforma económica, y con singular empeño a la Reforma agraria. No habrá nación mientras la mayor parte del pueblo viva encharcada en la miseria y en la ignorancia, y las derechas, por propio interés, favorecen la continuación de este estado de cosas».
Nota: Instrucciones a todas las jefaturas territoriales, provinciales y de las JONS, 21 de febrero de 1936.
«Nosotros hemos venido a salir al mundo en ocasiones en que en el mundo prevalece el fascismo y esto, le aseguro al señor Prieto, que más nos perjudica que nos favorece, porque resulta que el fascismo tiene una serie de accidentes externos intercambiables que no queremos para nada asumir».
Nota: Discurso en el Parlamento, 3 de Julio de 1934.
«Este recurso [el corporativismo] mantiene hasta ahora intacta la relación del trabajo en los términos en que la configura la economía capitalista; subsiste la posición del que da el trabajo y la posición del que arrienda su trabajo para vivir».
Nota: "Ante una encrucijada en la historia política y económica del mundo", 9 de abril de 1935.
«El que con la economía capitalista, tal como está montada, nos dediquemos a disminuir las horas de trabajo, a aumentar los salarios, a recargar los seguros sociales, vale tanto como querer conservar una máquina y distraerse echándole arena en los cojinetes. Así se arruinarán las industrias y así quedarán sin pan los obreros. En cambio, con lo que queremos nosotros, que es mucho más profundo, en que el obrero va a participar mucho más, en que el Sindicato obrero va a tener una participación directa en las funciones del Estado, no vamos a hacer avances sociales uno a uno, como quien entrega concesiones en un regateo, sino que estructuraremos la economía de arriba abajo de otra manera distinta, sobre otras bases, y entonces sucederá, señor Gil Robles, que se logrará un orden social mucho más justo».[sin fuentes]
«¿Qué es esto de armonizar el capital y el trabajo? El trabajo es una función humana, como es un atributo humano la propiedad. Pero la propiedad no es el capital: el capital es un instrumento económico, y como instrumento, debe ponerse al servicio de la totalidad económica, no del bienestar personal de nadie. Los embalses de capital han de ser como los embalses de agua; no se hicieron para que unos cuantos organicen regatas en la superficie, sino para regularizar el curso de los ríos y mover las turbinas en los saltos de agua».[sin fuentes]
«¡Juventudes de España! ¡Juventudes nuestras y juventudes revolucionarias marxistas, de cuyas filas vendrán muchos a nuestra revolución social y nacional! Nosotros nos combatiremos de una manera trágica a veces, pero que en su misma tragedia gana dimensiones de historia. Este Estadito liberal, anémico, decadente, nos combate a unos y otros con las medidas angustiosas, chinchorreras e inútiles que le sugiere su inspiración agonizante. ¡No importa! Esto pasará, y vosotros, o nosotros, triunfaremos sobre las ruinas de lo que por minutos desaparece. Para bien vuestro y nuestro –aunque ahora no lo creáis y aunque a veces hayamos dialogado a tiros–, será nuestra revolución nacional la que prevalezca. ¡Arriba España!».
Fuente: Arriba, núm. 15, 27 de junio de 1935.