miércoles, 30 de septiembre de 2020

El franquista "siniestro" que presidió La Caixa durante 32 años.-a


La Caixa o Fundación Bancaria la Caixa es el nombre por el que se conoce a la Fundación Bancaria Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona (Fundació Bancària Caixa d'Estalvis i Pensions de Barcelona en catalán),​ una fundación bancaria española. Su sede social se ubica en Palma de Mallorca desde 2017.

Se trata de la entidad resultante de la trasformación de la Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona, "la Caixa", en fundación bancaria, realizada en 2014 para cumplir con la Ley de Cajas de Ahorros y Fundaciones Bancarias (Ley 26/2013, de 27 de diciembre).

Es la principal accionista de CaixaBank, con un 30,00 % del capital (a través de Criteria Caixa). Su misión principal, además de ejercer la labor financiera a través de esta sociedad, es la gestión de la obra social y cultural heredada de la caja de ahorros.


El hombre que presidió La Caixa durante 32 años apenas merece una mención de pasada en la web corporativa de la entidad. No hay cuadro de honor en la casa para Miguel Mateu y Pla, la persona que más años ha ostentado el cargo institucional. 

En Cataluña, desde siempre, ser presidente de La Caixa ha dado prestigio y, sobre todo, poder. Aunque Mateu y Pla nunca necesitó el cargo para sentirse poderoso. Porque nació en familia acaudalada e influyente y supo cultivar amistades de altos vuelos. La más insigne, la de Francisco Franco, su amigo -de verdad- durante tres décadas. 

Para Miguel Mateu y Pla, el despacho en la sede de La Caixa era sólo uno más de los muchos que ocupó en su boyante trayectoria. Fue alcalde de Barcelona y embajador en París. Y procurador en las Cortes. Y presidente de la Agencia EFE y la patronal Fomento del Trabajo. Y tuvo despacho hasta en un castillo –su castillo-, el de Peralada, donde compartió veladas íntimas con el Caudillo, rodeados de arte exquisito, a orillas de los viñedos del Ampordá.

Mateu y Pla nació rico y murió más rico aún. Su padre era Damián Mateu, industrial exitoso que pasaría a la historia del motor en España por ser uno de los padres de la mítica Hispano Suiza. De aquella factoría salieron los primeros coches de lujo fabricados en España (hoy sueño de coleccionistas). La empresa catalana acabaría vapuleada por la guerra y engullida en la posguerra por el Instituto de Industria (INI). Pero sus años dorados, a principios del siglo XX, sirvieron para enriquecer a los Mateu.

El encargado de engordar las arcas familiares fue Miguel. Se formó en la Universidad de Barcelona y aderezó su currículo con estudios en Estados Unidos y Francia. En la década de los 20 ya era un miembro destacado de la élite catalana. Tenía contactos ilustres en la iglesia (su tío era Enrique Plá, arzobispo de Toledo y Primado de España); y, por supuesto, en el mundo de los negocios: se crió rodeado de empresarios y acabó casándose con la hija del hombre fuerte de la alemana Basf en España (Julia Quintana).

Su fortuna era tal que, en 1923, le compró el castillo a los condes de Peralada, cuyos cimientos se plantaron en la Edad Media. El edificio histórico se convirtió rápidamente en el símbolo del poderío familiar. Miguel Mateu era -como recuerda la web corporativa de la familia- «uno de los mayores coleccionistas de su tiempo». «Don Miguel hizo de Peralada su particular centro de arte, reuniendo allí sus colecciones de vidrio, pintura, cerámica, etc», explica la compañía, convertida en la actualidad en uno de los principales productores de vino de la región -entre otros negocios- y dueña del famoso casino cobijado en un ala del castillo.

Por Peralada pasaron los personajes más ilustres de los años 20, de la esfera cultural a la política y, por supuesto la empresarial. Y del castillo tuvo que huir Mateu cuando estalló la guerra. Su estrecha relación con Franco le blindó frente al enemigo rojo. Gracias a ellos, logró cruzar al lado de los rebeldes e instalarse junto al líder de la revuelta militar.

El empresario vio desde la distancia, como miembro destacado de la cohorte de Franco, cómo sus propiedades cambiaban de manos. La fábrica de coches -pulmón del negocio familiar- fue nacionalizada por el president Lluis Companys, después de que la tomaran huestes exaltadas de la CNT (en la incautación murió el administrador).

La guerra civil sirvió para que Miguel Mateu reforzará aún más su amistad con Franco. El periodista Lluc Salellas recuerda en su libro El franquisme que no marxa cómo le definía en su día Josep Pla.

«Un personaje siniestro, un burgués dominado por el miedo, por un ansia económica sin límites, el auténtico representante del franquismo en Catalunya”, escribió el famoso escritor catalán.

La victoria de Franco abrió una etapa de gloria para Mateu. Además de recuperar sus legítimas propiedades, no regresó a Barcelona como un ciudadano más, sino como alcalde. Gobernó la Ciudad Condal en los primeros años de la posguerra, entre 1939 y 1945. El glamour regresó al Castillo de Peralada, cuyos salones serían testigos de encuentros políticos de alto nivel. Hasta allí se desplazaron los enviados de Adolf Hitler para dialogar con el gobierno franquista sobre la ocupación de Francia. Y en una de sus alcobas durmió Franco en 1940, de camino a su encuentro con Benito Mussolini en Bordighera.

Fue justo ese año cuando La Caixa le ofreció el sillón de presidente. 

«Con el inicio de la Guerra Civil española, se viven unos años convulsos y de estancamiento. Con ella, Miguel Mateu y Pla, empresario y alcalde de Barcelona, es nombrado nuevo presidente de la entidad», explica CaixaBank en un documento titulado «Historia del grupo» y publicado en la web corporativa.

La entidad había nacido en 1904 de la mano de Francesc Moragas, bautizada como Caja de Pensiones para la Vejez. Contaba con el apoyo de «diversas entidades de la sociedad civil catalana», con el objetivo de « estimular el ahorro y la previsión».

El negocio de la caja se asentó pese al agitado panorama político y económico de la primera mitad del siglo. Empezaron por abrir oficinas de cara al público, luego dieron el salto a Baleares y tomaron la acertada decisión de integrar plenamente y profesionalizar la Obra Social (en la actualidad no sólo pervive, sino que dedica más de 500 millones anuales a proyectos sociales y culturales).

Acabada la Guerra Civil, la entidad tenía por delante el reto de crecer en un país destrozado, en lo económico y en lo anímico. La Caixa dejó la estrategia en manos de su director general, Josep María Boix, quien había cogido las riendas tras la muerte del fundador. Y entregó al alcalde de Barcelona la presidencia, de carácter institucional.

Miguel Mateu la ostentaría hasta su muerte en 1972. Durante sus 32 años de presidente hubo dos directores generales que movieron las palancas de la estrategia. Primero Boix y más tarde Enrique Luño Peña, un aragónes a quien se encomendó la tarea de mantener el negocio financiero alejado de las tentaciones de los políticos, locales y nacionales. La misión no podía ser más espinosa, teniendo en cuenta que la propia entidad estaba presidida por un político con enorme peso en el establishment.

Así lo recordaba su sucesor, Josep Vilarasau, en un artículo publicado en La Vanguardia tras la muerte de Luño, en 1985. «Durante su mandado, La Caixa mantuvo su independencia ante los diversos grupos de presión políticos y económicos. Un conservador tradicionalista como Luño Peña rehusó enrolar La Caixa en ninguna órbita de las que entonces luchaban por el poder», escribía Vilarasau. «Y no la sometió tampoco a ningún grupo económico. Y ello pese a que un régimen político como el entonces imperante en nuestro país reducía inevitablemente el margen de independencia de toda institución que tuviera una proyección importante».

Durante tres décadas, Mateu dejó hacer a quien sabía de finanzas. Entre 1945 y 1947 ejerció de presidente a distancia, ya que Franco le envió a París como embajador. En la capital francesa trabajó duro: la embajada proyectó decenas de informes y reuniones dirigidos a mejorar la imagen del régimen en el exterior.

Cuando volvió a Barcelona, ya era una reverencia para la burguesía catalana. Y para la madrileña: fue procurador en las Cortes durante 24 años, como consejero nacional de la Falange.

Fainé gana la partida: la jugada definitiva del ‘último mohicano’ de la banca española.

Carmen Mateu 

Miguel Mateu murió tres años antes que su amigo Francisco Franco. Dejó tras de sí un importante emporio empresarial que crecería de la mano de su hija Carmen, una de las grandes mecenas de la cultura catalana y fundadora del conocido Festival Castell de Peralada.

Cuando murió, en 2018, Carmen Mateu contaba con grandes distinciones, de la medalla de Oro del Cercle del Liceu a la Creu Sant Jordi de la Generalitat. El Consejo de Ministros también le concedió la medalla de Oro del Mérito a las Bellas Artes. La empresaria murió sin poder recogerla el mismo año en que el Ayuntamiento de Barcelona le retiraba una distinción idéntica a su padre.

Miguel Mateu y Pla (Barcelona, 1898-Barcelona, 1972) también conocido con el apodo de Mateu dels Ferros, fue un financiero, empresario y político español. Alcalde de Barcelona (1939-1945), embajador en París (1945-1947), presidente de la compañía automovilística Hispano-Suiza (1935-1945), presidente de la Caja de Pensiones, "la Caixa" (1940-1972), presidente de la patronal catalana Fomento del Trabajo Nacional (1952-1972), fue consejero nacional de Falange Española y Procurador en Cortes (1943-1972).


El viernes 27 de abril de 2018, el pleno del consistorio, encabezado por Ada Colau, aprobó la retirada de la medalla de oro de la ciudad. Así justifica el Ayuntamiento de Barcelona la medida: 

«Miquel Mateu Pla fue el primer alcalde falangista de la ciudad y máximo responsable de la represión de los trabajadores municipales. El proceso se produjo al amparo de la ley franquista para la depuración de los funcionarios y las funcionarias públicos de 10 de febrero de 1939 sin las mínimas garantías de defensa para las personas implicadas».

El consistorio recuerda cuál fue el resultado de la purga:

 «Más de 922 funcionarios y funcionarias fueron destituidos, algunos por incomparecencia, ya que se exiliaron o renunciaron a los cargos cuando supieron que estaban marcados como republicanos; y 696 personas más fueron sancionadas e incluso inhabilitadas por cargos de mando.

La retirada de la medalla fue acompañada de otra medida aprobada el mismo día por el pleno: la anulación de 1.618 expedientes de depuración. Ese viernes de 2018, Miguel Mateu, héroe para el bando franquista, quedó registrado como villano en la historia oficial de la ciudad.

Distinciones

Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica

Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad (1948)

Gran Cruz de la Orden de Cisneros (1964)

Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco (1964)

Gran Cruz de la Orden Civil del Mérito Agrícola (1966)




DOCUMENTACIÓN INÉDITA

La actividad del exalcalde de Barcelona como embajador en París en 1945.
Los papeles inéditos de Miguel Mateu.

JOSEP PLAYÀ MASET
BARCELONA
01/05/2017

El archivo del monasterio de Poblet es noticia porque gracias a un acuerdo con la Generalitat pasará a ser una sección territorial del Arxiu Nacional de Catalunya con autonomía propia. El convenio facilitará el tratamiento archivístico, la digitalización y difusión de los fondos que incluyen el archivo monástico, el de la Casa Ducal de Medinacelli y el archivo Montserrat Tarradellas, creado por el president Tarradellas y enriquecido con otros 62 fondos entre los que destacan los de Lluís Gausachs, Jaume Miravitlles, Carles Sentís, Joan Antoni Samaranch, Josep M. Bricall, Manuel Ortínez, el general Batet y Paul Preston.
La última incorporación al archivo de Poblet son los fondos del abogado y exdiputado Jorge Trias, tal como ya informó este diario (26/III/2017). Son 163 cajas de documentos, mayoritariamente referidos a su padre, Carlos Trias, falangista de primera hora y teniente de alcalde de Barcelona entre 1939 y 1945. Pero también hay parte del archivo personal de Jorge Trias y nueve cajas relacionadas con el empresario y político Miguel Mateu Pla (1898-1972).
La documentación relacionada con Miguel Mateu es prácticamente inédita y se relaciona con los periodos en que fue alcalde de Barcelona (1939-1945) y los dos años en que fue embajador de España en Francia (1946-1947. Es un material imprescindible para entender la posguerra y para la biografía de un personaje clave dentro del franquismo, exponente de la burguesía catalana que apoyó al Caudillo. La relevancia de estos fondos para los historiadores queda de manifiesto en algunos de los informes y documentos que se relacionan a continuación.

Protestas contra los consulados

El 16 de noviembre de 1944 Franco nombra embajador de España en París a Miguel Mateu, que acaba de dejar la alcaldía de Barcelona. La ayuda de los exiliados republicanos a la resistencia francesa y la estrecha relación entre los maquis y los comunistas eran un quebradero de cabeza para el franquismo. Y Mateu, por sus contactos empresariales, podía romper el aislamiento de España. Según un documento, su sueldo personal era de 27.000 pesetas anuales, más 90.000 por “gastos de representación´”.
Nada más llegar a París, Miguel Mateu empezó a desplegar una gran actividad. Enviaba informes a diario al gobierno de Franco. Informaba sobre la situación política internacional y cuestiones relacionadas con los refugiados españoles (completados con dossieres del policía Pedro Urraca, el mismo que detuvo a Companys). Se quejaba, por ejemplo, de las manifestaciones de protesta contra los cónsules españoles, de la presencia de “guerrilleros desarmados que pululan por Toulouse” y del sindicato de policía de Perpiñán, que “ha tomado el acuerdo de negarse a cumplir las órdenes que pudieran dársele para proteger al cónsul de España”.
Miguel Mateu intentó un acercamiento a los aliados y romper la imagen de una España prohitleriana. En una de sus primeras notas pide que se desmienta “la patraña” de que barcos alemanes se han abastecido en los puertos del Cantábrico. En otra, dice que se ha quejado al Quai d’Orsay por ataques de la prensa que atribuyen “al gobierno español el envío a prostíbulos de niñas arrancadas a sus hogares y por tratar de felones a los oficiales españoles”. En una nota del 5 de abril de 1945 dice que de 245 noticias de la prensa francesa sobre España, sólo seis son favorables.
Interesante es su advertencia sobre la llegada de los deportados internados en los campos de concentración de Buchenwald, Bilsen y otros.
“Las manifestaciones de estos deportados no pueden ser más terribles para los alemanes. Han cometido con ellos horrores de todas clases, y el clamor que este trato inhumano ha levantado aquí es general. Muchos vienen con sus número tatuados en los brazos. Se ha probado que en Buchenwald hubo un promedio de 300 muertes diarias”.
 Días después informa que ha llegado a París “el joven Jorge Semprún, hijo del ex gobernador civil de Toledo y cuñado de Maura”, detenido en Buchenwald.

En abril, recién acabada la guerra, llegan a París dos vagones llenos de naranjas para ser repartidos entre la población francesa. Era una iniciativa de Mateu, que pide que se repita, por su buena acogida (“es en los sectores pobres donde existe un ambiente más contrario a nosotros”). 
El 19/IV/1945 informa que en Francia hay de 2.000 a 2.500 mutilados republicanos y pregunta “si se pudiese encontrar una manera de ayudar un poco”
Se sabía que en el castillo de Peralada, propiedad de Miguel Mateu, se alojó Franco de camino hacia Bordighera para entrevistarse con Mussolini o que allí se celebró en 1940 una reunión con altos mandos nazis cuando estos ocuparon Francia. Pero los documentos de Poblet revelan una cumbre secreta entre la cúpula militar franquista y la gaullista, a punto de finalizar la Segunda Guerra Mundial. La iniciativa de Mateu pretendía que los militares franceses controlaran a los republicanos españoles que les habían secundado en su lucha contra los nazis, los desarmaran y alejaran de las frontera.
En un documento de cinco páginas, Mateu informa al ministro Félix de Lequerica del encuentro celebrado el 20 de enero de 1945 en Peralada, al que por parte española asistieron “los generales Ungría y Madariaga, los tenientes coroneles Moyano y Montesinos, el comandante Castro, el capitán Maristany, mi secretario y yo”. Y por parte francesa, “el general Caille, el cónsul general de Francia en Barcelona sr. Coiffard, el capitán Fontaine y el teniente Delon”. Hubo comida y una sobremesa que se prolongó dos horas. Hablaron de “la situación general de Francia y de la guerra, las actividades de los rojos españoles y la cuestión de Andorra”.
El general Caille, jefe de la frontera de los Pirineos, a quien define como “amigo y colaborador del general De Gaulle”, les explica que hay de 7.000 a 8.000 exiliados en el sur de Francia “perfectamente vigilados, prácticamente desarmados y, en su mayoría, alejados a 40 o 50 km de la frontera”. Reconoce que su manutención corre a cargo del gobierno francés y que cuentan con complicidades, razón por la que no pueden ser internados, como al parecer se le pide. En un momento dado se refiere a ellos como el “joli cadeau” que hizo España a Francia. Los militares españoles replican: “Mándenoslos usted para España”.
Según este informe, el general Caille añadió que “los rojos españoles tienen una ignorancia completa de lo que pasa y de lo que les pasaría en España”, y una discreta propaganda estimularía su repatriación. Por otra parte, el general se queja de que unas locomotoras francesas están retenidas en la frontera de Canfranc.
Mateu, en otra carta al ministro, informa de que a poco de llegar “me enteré de que en el campo de concentración de Noé se habían internado 24 guardias civiles y soldados que los individuos del maquis español, rechazados por nuestras fuerzas hace unos meses, habían traído con ellos en calidad de prisioneros”. La nota (17/III/1945) precisa que los 24 detenidos “han sido acompañados hasta la frontera por las autoridades militares francesas y han pasado por los Pirineos (Pont du Roy) el 22 de febrero ”. 
Fue su primer éxito diplomático como embajador.

Catalanes por raza y costumbre.

Cuando Miguel Mateu llega a la embajada se encuentra sobre la mesa el “conflicto de Andorra”. Un grupo de maquis ha intentado ocupar la radio de Andorra, y Francia tiene allí un centenar de gendarmes. España ha enviado también a la Guardia Civil. Entre los documentos de Poblet figura un informe de 14 páginas (Situación política social de los valles), fechado en Les Escaldes a 4 de febrero de 1945, que el jefe del destacamento de la Guardia Civil envía a las altas instancias políticas.
Para el jefe de la Guardia Civil el drama de Andorra es “el choque de una constitución política y social de la edad media con las exigencias de la vida moderna”. Empieza por decir que “Andorra era un país pobre”, pero “acaso no haga más de veinte años” empezó un gran cambio: explotación de hulla blanca, creación de la hidroeléctrica Fhasa [de la que era consejero Miguel Mateu], Ràdio Andorra, red de carreteras, hoteles, turismo... También señala el deseo de los andorranos de “conservar la independencia, no ser españoles ni franceses”, ya que “para ellos es substancial, porque ahí radica la base de su bienestar, logrado a base de las concesiones aduaneras y de las posibilidades de su intenso contrabando. Además gozan de una gran libertad, no pagan tributos apenas, ni están sujetos al servicio militar”
El jefe de destacamento sugiere enviar maestros catalanes para “españolizar con palabras catalanas”
En su descripción del país reconoce que “el idioma oficial es el catalán y la población es catalana por raza, por costumbres, por su cultura”. Y añade:
 “Del mismo modo que afirmamos que el territorio y la población son catalanes, mejor dicho españoles, es preciso aclarar que el Estado Español no tiene directamente ninguna soberanía de derecho y que esta corresponde íntegramente a los dos copríncipes”. 
De ahí que proponga actuar siempre a través de la mitra, incluso hasta el punto de poner el escudo episcopal sobre la bandera española. A otro nivel, pide reforzar la enseñanza para evitar que vayan más alumnos a la escuela francesa, como pasa en Canillo. Y sugiere enviar maestros catalanes porque dominan el habla de los andorranos (“es preciso españolizar con palabras catalanas”). También analiza el limitado papel de la policía andorrana (un jefe y seis policias), de la que dice que no controla nada. Y además, “el jefe bebe bastante y es incondicional de los franceses”.
“Si queremos hacerla española es preciso tratar de lograrlo con una política hábil y continua pero sin decirlo. Incluso si llegásemos a la absorción, dejarles por mucho tiempo la ilusión de independencia, como por puro formalismo”, dice. Propone retirar a la Guardia Civil, pero que quede en La Seu d’Urgell de tal modo que “vayan con frecuencia a Andorra, utilizando cualquier pretexto, con objeto de que no se pierda la relación con la población y se acostumbren a ver la Guardia Civil en dependencias del Episcopado
 
El castillo de Peralada.


El castillo de Peralada, mencionado ya en el siglo ix con el nombre de castillo Tolón, fue el centro del condado de Perelada.

La dinastía de los vizcondes de Perelada se inició con Berenguer, hijo del conde Ponce I de Ampurias, que al morir su padre se convirtió en señor de Perelada. Más tarde, los vizcondes llevaron los apellidos de Quermançó y Rocabertí. En 1285, durante la invasión francesa del Ampurdán, durante la Cruzada contra Cataluña de Felipe el Atrevido, el castillo fue destruido y la población incendiada. Los restos de este primitivo castillo y de la iglesia parroquial de San Martín están en la parte superior del casco urbano.

A mediados del siglo xiv fue construido un segundo y nuevo recinto de murallas, más amplio, y el nuevo palacio de los Rocabertí levantó extramuros. En 1472, durante la guerra de los Remences, el rey Juan II volvió a invadir y ocupar el castillo y años después, en 1599, el vizconde Francesc Jofre de Rocabertí fue investido conde de Perelada por Felipe III de España.

Ha sido objeto de varias reformas y ampliaciones, la fachada oriental es de estilo renacentista y al final del siglo xix fue nuevamente ampliado, bajo la dirección del arquitecto francés Grant. Lo rodea un gran jardín.

El palacio fue adquirido en 1923 por Miguel Mateu,2​ que reunió una notable colección de arte (cristales, cerámica, pintura, libros, manuscritos) y patrocinó la edición de libros eruditos «Biblioteca de Peralada». Hoy, la propiedad sigue en manos de la familia Mateu y es la sede de una bodega de vinos, por lo que no se puede visitar en su totalidad. Sin embargo, en una parte del castillo se encuentra el casino, y los jardines permanecen abiertos en julio y agosto con motivo del Festival Internacional de Música de Peralada.

Biblioteca.

La biblioteca es uno de los elementos culturales de mayor importancia y fama del castillo. Construida de nueva planta en la restauración del Carmen y acabada hacia 1886, pasó a disponer de los libros de los últimos miembros de la casta Rocabertí.
La condición universitaria de los condes (uno de los dos hermanos era abogado, mientras que el otro era ingeniero de minas) y sus múltiples intereses (personajes de la Renaixença, al tiempo que persistentes viajeros, con una posición familiar equidistante de Peralada, Mallorca y París), les impulsaron a la búsqueda de ejemplares humanísticos y científicos, además de la suscripción a las mejores revistas de su época. Al extinguirse el linaje (1899), la biblioteca constaba de 28.000 volúmenes.

Heredó la propiedad Fernando Truyols Despuig, marqués de la Torre, quien fue propietario desde 1899 hasta 1923. En esta época no se aumentó el fondo bibliográfico.
El año 1923, al adquirir el castillo Miquel Mateu conservó la biblioteca y, con el tiempo, aumentó considerablemente sus fondos. Su actividad de bibliófilo fue frenética, siendo en su época un de los mejores compradores de libros de España.
Por un lado, Miquel Mateu  hizo una biblioteca temática, fundamentalmente histórica y literaria. Por otro, sus compras se dirigieron hacia a la bibliofilia, o sea, libros con características particulares, independientemente de su tema. Así consiguió unos doscientos incunables, unos setecientos ejemplares únicos o rarísimos, ochocientas ejecutorias de nobleza, aparte de numerosísimos góticos o manuscritos.
Sin duda, la colección más espectacular es la cervantina, una de las mejores del mundo a nivel privado, con unos 5.000 ejemplares, de los cuales más de mil son diferentes  ediciones de Don Quixote, con traducciones a 33 lenguas diferentes.
Cabe destacar que también es muy importante el archivo, con documentación a partir del siglo IX. El archivo histórico cuenta con un fondo documental procedente del propio convento del Carme y el resto es fruto de la adquisición de Miguel Mateu.
Se conserva también el importante archivo personal de Miguel Mateu y buena parte del epistolario de su padre, Damià Mateu. A la muerte del primero (1972), la biblioteca contaba con unos 70.000 volúmenes; actualmente hay unos 100.000.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Juego de tronos y la política.-a ; Las 50 leyes del poder

vídeos sobre juego de tronos Las 50 leyes del poder para convertirte en El Padrino. 19/05/2023 El sociólogo, politólogo, escritor, podc...