miércoles, 21 de septiembre de 2016

Melita Norwood, espía británica del KGB.-a



La última espía conocida británica, Melita Norwood, falleció el pasado día 2 de junio en Inglaterra. Tenía 93 años y se llevó a la tumba muchos secretos de su asociación ideológica con la agencia de espionaje de la antigua Unión Soviética, el KGB.
Su doble vida salió al descubierto hace tan sólo seis años pero, dada su avanzada edad, el entonces ministro del Interior, Jack Straw, rechazó iniciar trámites judiciales o someterle a un interrogatorio oficial. Su homóloga en la oposición, la conservadora Anne Widdecombe, y sectores de los medios de comunicación exigían un castigo acorde a los "40 años de continua traición".
Melita Norwood fue descubierta como espía por el académico de la Universidad de Cambridge, Christopher Andrew, en el transcurso de una investigación sobre el disidente soviético Vasili Mithokhin. Este ex oficial del KGB escapó de Rusia con archivos secretos entre cuyos documentos aparecía el vocablo español "Hola", que Andrew identificó como el último apodo profesional de la agente y entonces abuela inglesa. Se dice que la información proporcionada por Norwood pudo ayudar a la Unión Soviética a desarrollar su programa nuclear.
En 1999, Melita Norwood era una "anciana encantadora", según sus vecinos de Bex-leyhead, al sur de Londres, donde residió gran parte de su vida. Viuda desde 1986, madre, abuela y bisabuela, nadie sospechaba de sus cuatro décadas dedicadas al espionaje en ayuda del régimen soviético. Según declaró al ser identificada, su motivación era puramente ideológica: "Hice lo que hice no por dinero, sino para ayudar a prevenir la derrota de un nuevo sistema que, a un gran coste, había proporcionado a la gente común comida y salarios con los que pudieron permitirse una buena educación y un servicio de salud. En las mismas circunstancias sé que hubiera vuelto a hacer lo mismo", declaró a la prensa.
Norwood fue reclutada con 25 años por los agentes de Stalin. Trabajaba de secretaria en la Asociación Británica de Investigación en Metales no Ferruginosos, con acceso a documentos confidenciales sobre el programa nuclear de su país. En la oficina en Euston, al norte de Londres, recababa información y fotografiaba papeles ultrasecretos, que luego filtraba a su enlace en encuentros clandestinos próximos a su hogar familiar.
Su marido, Hilary, un maestro de escuela afiliado al Partido Comunista y al Sindicato de Profesores, estaba al tanto de su doble actividad y aunque no lo aprobaba tampoco trató de impedirlo, según ella misma declaró.
De padre latvio y madre inglesa, Melita Sirnis nació en 1912 en Pokesdown, en el condado de Dorset. Estudió latín y lógica en la Universidad de Southampton antes de partir hacia Londres en busca de trabajo. Se afilió al Partido Laborista Independiente y, en 1936, al comunista. Mantuvo hasta el final sus ideales políticos, motivada tal vez por el deseo de dar con una alternativa al capitalismo.
A los pocos años de instalarse en la capital británica, casada ya con su marido Hilary, entró a trabajar en la mencionada asociación y a colaborar con la agencia de inteligencia soviética. Era probablemente la mujer que más años dedicó al espionaje sin ser detectada y la espía británica más importante del KGB. Su contri-bución, o traición, se compara con la del famoso círculo de Cambridge integrado por Burgess, Maclean, Philby y Blunt.

Descubierta a los 87 años la agente británica más antigua del KGB

Londres 12 SEP 1999
Melita Norwood, alias Hola, de 87 años de edad, acaba de ser desenmascarada como la agente británica más antigua del KGB. La ha descubierto un ex espía ruso. Su traición ha sido comparada en el Reino Unido con los legendarios Anthony Blunt y Kim Philby aunque, según dicen, a ello sólo le movió su fuerte compromiso ideológico. El Ministerio del Interior ha dejado entrever que no piensa acusarla de alta traición.
Con su aspecto de frágil ancianita que camina ayudándose de un bastón, Melita Norwood, ciudadana británica de 87 años, pasa inadvertida. Precisamente una de las cualidades más preciadas para la secreta actividad que practicó durante más de 40 años: el espionaje a las órdenes de la Unión Soviética. Desenmascarada ahora como la agente Hola en un libro firmado por Vasili Mitrokhin, un compañero ruso que abandonó el KGB llevándose con él documentos comprometedores, su traición ha sido comparada en el Reino Unido con la de espías tan legendarios como Anthony Blunt y Kim Philby. La vida de la agente Hola, que reside desde hace 50 años en la misma modesta casa de Eastburne, en la costa inglesa, dista sin embargo de parecerse a la de sus exquisitos colegas. Philby y Blunt estudiaban en Cambridge junto con Guy Burgess, Donald MacLean y John Cairncross, cuando fueron reclutados en los años 30 por los servicios secretos soviéticos y pasaron a llamarse "Los cinco magníficos".
Según el rotativo The Times, que ayer desveló las actividades de Melita Norwood y va a publicar la obra, Los archivos de Mitrokhin por entregas, a ella sólo le movió su fuerte compromiso ideológico. Sus cobros por los secretos militares que entregaba fueron mínimos. Tampoco quiso recibir de los rusos una pensión en reconocimiento a los servicios prestados. Advertido de sus pasadas actividades, el ministerio de Interior ha dejado entrever que no piensa acusarla de alta traición. La oposición conservadora, por el contrario, exige una explicación y que se tomen medidas de inmediato.
Militante del Partido Comunista desde su juventud, Norwood trabajaba como secretaria de la Asociación Británica de Investigación de los Metales no Ferruginosos cuando ingresó en las filas del KGB en 1935. La empresa era en realidad una tapadera oficial que encubría los experimentos británicos con armamento nuclear, y Hola era la secretaria de la dirección. Como era muy trabajadora y no despertaba sospechas, pudo fotografiar durante años los mismos documentos secretos que archivaba sin problemas durante el día. En la mejor tradición del espionaje clásico, luego entregaba el material a sus contactos soviéticos en calles apartadas del sureste de Londres.
Según el libro del ex agente Mitrokhin, en algunos momentos, el líder soviético Stalin sabía más del arsenal nuclear británico que los propios miembros del gobierno británico del momento. "A mis años todo queda ya un poco lejano y borroso, pero nada de lo que hice fue por afán de lucro. Creo en la paz y en el socialismo y quería que Rusia estuviera a la altura de Alemania y Estados Unidos. Volvería a hacerlo", ha admitido ahora Norwood desde el mismo domicilio al que regresaba hace medio siglo después de entregarle papeles confidenciales al KGB.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de septiembre de 1999

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