viernes, 10 de enero de 2020

Reino Unido y la Unión Europa: ‘Brexit y los Reyes Magos’ a





06/01/2020

Arturo Ezquerro —médico psiquiatra, psicoterapeuta de orientación psicoanalítica y grupo analista— es profesor en el London Institute of Group Analysis y, en las tres décadas anteriores, ha sido Jefe de los Servicios Públicos de Psicoterapia en el distrito de Brent, Londres. Fue el primer español en conseguir este tipo de jefatura.
Es autor de más de 70 publicaciones, incluyendo los libros ‘Encounters with John Bowlby (Routledge: Londres y Nueva York) y ‘Relatos de apego’ (Psimática: Madrid). En esta ocasión, el profesor Ezquerro comparte un artículo de análisis sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que ha titulado ‘Brexit y Reyes Magos’.

Libro

Se une de esta manera al grupo de emigrantes españoles que detallan sus experiencias ante el Brexit en La Mirada del Lector de La Vanguardia, sobre todo, después de la victoria electoral de Boris Johnson, que le debe permitir aplicar su plan para que los británicos abandonen la Unión Europea el próximo 31 de enero.
“Nací en Logroño, La Rioja; la tierra con nombre de buen vino; cuna del castellano y del euskera. Mi infancia fue emocionalmente difícil. Perdí dos hermanos y una hermana en los primeros 4 años de mi vida. Estudié medicina en la Universidad de Navarra. Tuve la fortuna de lograr distinciones académicas”.
“Con mi generación comenzó el programa MIR (médicos internos residentes). Nos presentamos más de 30 mil médicos para apenas 2 mil plazas. Tuve suerte de conseguir una. Me formé en psiquiatría general en la Fundación Argibide de Pamplona con el Dr Vicente Madoz, quien se había formado en Oxford en la década de 1960. De él aprendí el rigor clínico anglosajón y un humanismo existencial de compromiso con los pacientes. Siempre lo llevaré conmigo”.

“El Dr Madoz me animó a hacer una segunda especialidad en Inglaterra: psiquiatría infanto-juvenil, la cual no existía en la España de entonces. Y en 1983, me lancé a la aventura londinense”.
En aquella época había fundamentalmente tres tipos de inmigrantes en Reino Unido: los millonarios, los aventureros con talento y los desesperados. Los primeros tenían las puertas abiertas de par en par. Los últimos eran utilizados habitualmente como mano de obra barata”
“A mí me pusieron en el grupo de en medio, cortesía de su majestad, y desde entonces me trataron como médico más que como inmigrante. Eran otros tiempos”.
“Tuve el privilegio inmenso de formarme con John Bowlby en la Clínica Tavistock de Londres, durante los 6 últimos años de su vida (1984-1990). Bowlby es el ‘padre’ de la teoría del apego y uno de los más lúcidos e influyentes pensadores británicos del siglo XX”.
Para mí, la Unión Europea es un proyecto supranacional sólido, perseverante, imperfecto y en constante evolución, en el que se exploran y desarrollan configuraciones cada vez más complejas y sofisticadas de colaboración y de apego grupal”
“Según este enfoque, el Brexit es un retroceso: una involución. ¿Cómo ha podido ocurrir? Desde una perspectiva histórica, tanto geopolítica como cultural y religiosa, Reino Unido es una parte integral de Europa”
“Esta ambivalencia y este deseo de separación son rasgos internalizados del carácter inglés. El estereotipo de ser fríos y reservados corresponde a los ingleses (los escoceses, los galeses y los irlandeses son más cálidos y cercanos)”.

Hay un dicho popular que comenzó a usarse hace 4 siglos y que habla por sí solo: “la casa de un inglés es su castillo”. Imagino que el Canal de la Mancha es el foso del castillo, que protegió a Inglaterra de las invasiones de la Armada española de Felipe II, de Napoleón y de Hitler”.

Nacionalismo inglés 

“El sentimiento del Brexit es tan antiguo como la existencia de la nación inglesa. Podemos remontarnos al rey Enrique VIII quien, para anular su matrimonio con Catalina de Aragón en 1534, desafió la autoridad del Papa y estableció la iglesia anglicana”
“Algunos ven al nuevo Primer Ministro, Boris Johnson, como un sucedáneo del mismísimo Enrique VIII”.
“En los siglos XVIII y XIX, una Gran Bretaña ya unida e impulsada por su revolución industrial, construyó un vasto imperio. Esto instigó un sentimiento de superioridad sobre sus vecinos europeos”.
“Esta amalgama de sentimientos de separación y de superioridad (profundamente arraigada en el inconsciente colectivo de Inglaterra) ha jugado un papel importante en el desarrollo de una relación altamente ambivalente entre Reino Unido y la Unión Europea”.
“Un caso que me viene a la cabeza, que es algo extremo pero que puede ilustrar ese arraigado perfil histórico, es el de un paciente inglés. Ante el temor de que pudiera convocarse un segundo referéndum sobre el Brexit, el pasado mes de octubre me escribió”:


 “Dr Ezquerro, si no abandonamos la Unión Europea, la democracia está muerta en este país. Si nos quedamos, seremos parte de los Estados Unidos de Europa. ¿Qué pasará entonces con nuestra familia real? Si Europa quisiese reconocer a nuestra reina como la cabeza visible de Europa, entonces, y sólo entonces, pensaré en ser parte de Europa. Si fuera necesario, estaría dispuesto a tomar las armas para mantener nuestra libertad”.

Ese sentimiento nacionalista inglés, aparentemente fuera de lugar, parece ser un síntoma de un duelo no resuelto por la pérdida de la gloria y el poder del imperio británico.




La salida del Reino Unido de la Unión Europea, también conocida popularmente como brexit, palabra combinada de las palabras inglesas Britain, ‘Gran Bretaña’, y exit, ‘salida’), fue un proceso político que consiguió el abandono por parte del Reino Unido de su condición de Estado miembro de la Unión Europea. Tras un referéndum celebrado el 23 de junio de 2016 en el que el 51,9 por ciento de los votantes apoyó abandonar la Unión Europea, el Gobierno británico invocó el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, iniciando un proceso de dos años que debía concluir con la salida del Reino Unido el 29 de marzo de 2019. Ese plazo fue prolongado en primer término hasta el 12 de abril de 2019. El plazo volvió a ser prolongado hasta el 31 de octubre de 2019.2​3​ Por tercera y última vez, el plazo volvió a ser prorrogado hasta el 31 de enero de 2020.
 Pasada esa fecha, tras haberse aprobado definitivamente el Acuerdo de Retirada a las 00:00 horas del viernes 31 de enero, Reino Unido abandonó automáticamente la Unión Europea a las 23:00 horas (hora británica) de dicho día. En virtud de dicho acuerdo, habrá un periodo transitorio hasta el 31 de diciembre de 2020 por el cual Reino Unido se mantendrá en el mercado europeo y los ciudadanos y las empresas no notarán diferencias. Reino Unido y la UE deberán negociar una nueva relación comercial los siguientes meses.
La retirada de la Unión Europea ha sido defendida principalmente por los euroescépticos de derecha (aunque también en menor medida por los de de izquierda), mientras que los proeuropeos, que abarcan todo el espectro político, han abogado por la membresía continua y el mantenimiento de la unión aduanera y el mercado común. Ya en 1975 se había celebrado un primer referéndum sobre la permanencia del país en la Comunidad Económica Europea, precursora de la UE, con resultado favorable a la permanencia. En los años setenta y ochenta, la salida de la Comunidad Europea fue abogada principalmente por la izquierda política, y el manifiesto electoral de 1983 del Partido Laborista abogó por la retirada total. En 1987, el Acta Única Europea, la primera revisión importante de los Tratados de Roma de 1957, estableció formalmente el mercado único europeo y la Cooperación Política Europea
Desde la década de 1990, la oposición a una mayor integración europea vino principalmente de la derecha. Cuando en 1992 el Tratado de Maastricht, que creó la UE y el mercado único y garantizó las cuatro libertades básicas (la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas en toda la UE) fue presentado ante el Parlamento, hubo divisiones dentro del Partido Conservador, lo que llevó a una rebelión sobre el Tratado.
El Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP por sus siglas en inglés), formado en 1993, creció fuertemente a principios de la década de 2010 y la influencia de la campaña People's Pledge («Compromiso del Pueblo») entre partidos también se ha descrito como influyente para lograr un referéndum. El primer ministro conservador, David Cameron, prometió durante la campaña para las elecciones generales de 2015 celebrar un nuevo referéndum, una promesa que cumplió en 2016 tras la presión del ala euroescéptica de su partido. Cameron, que había hecho campaña para permanecer, renunció después del resultado y fue sucedido por Theresa May, su ex-Ministra del Interior. Llamó a elecciones generales anticipadas menos de un año después, pero perdió su mayoría general. Su gobierno minoritario fue apoyado en votos clave por el Partido Unionista Democrático.

May anunció la intención del gobierno de no buscar ser miembro permanente del mercado interior europeo o de la unión aduanera de la UE después de abandonar la UE y prometió derogar la Ley de Comunidades Europeas de 1972 e incorporar la legislación vigente de la Unión Europea en la legislación nacional del Reino Unido. Las negociaciones con la UE comenzaron oficialmente en junio de 2017. En noviembre de 2018, se publicó el Proyecto de Acuerdo de Retirada, negociado entre el Gobierno del Reino Unido y la UE. La Cámara de los Comunes votó en contra del acuerdo por un margen de 432 a 202 (la mayor derrota parlamentaria en la historia para un gobierno del Reino Unido en funciones) el 15 de enero de 2019, y nuevamente el 12 de marzo con un margen de 391 a 242 en contra del acuerdo.
El 14 de marzo de 2019, la Cámara de los Comunes votó para que May le solicite a la UE una extensión del período permitido para la negociación. Miembros de toda la Cámara de los Comunes rechazaron el acuerdo. Los líderes sindicales exigieron que cualquier acuerdo debe mantener una unión aduanera y un mercado único. Theresa May acabó dimitiendo en julio de 2019 y fue sustituida por Boris Johnson, quien obtuvo un gran resultado electoral en diciembre de ese año.

El amplio consenso entre los economistas es que el brexit tiene la posibilidad de reducir la renta per cápita real del Reino Unido a mediano y largo plazo, y que el referéndum sobre el brexit en sí mismo dañó la economía. Existe la posibilidad que el brexit reduzca la inmigración desde países del Espacio Económico Europeo (EEE) al Reino Unido, y plantea desafíos para la educación superior y la investigación académica del Reino Unido. A partir de julio de 2019, el tamaño de la "ley de divorcio" —la parte del Reino Unido de las obligaciones financieras de la UE— y las relaciones con Irlanda y otros Estados miembros de la UE siguen siendo inciertas.


Brexit: por qué Reino Unido fue siempre un miembro incómodo de la Unión Europea (y qué gana Bruselas con su salida)
31 enero 2020

Margaret Thatcher pronunció en 1988 un polémico discurso de Brujas que transformó para siempre el debate sobre Europa en Reino Unido.
"Debes saber que si tenemos que elegir entre Europa y los mares abiertos, siempre elegiremos los mares abiertos".


Estas fueron palabras que Winston Churchill, ex primer ministro británico -considerado por muchos como un héroe nacional- le dijo al general francés Charles de Gaulle en 1944, según relata el historiador Julian T. Jackson en uno de sus libros.
Más de 70 años después de este episodio histórico, la frase parece estar más vigente que nunca.

El 23 de junio de 2016, el pueblo británico participó en un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea (UE) y una mayoría votó por abandonar el bloque.
En un principio reacio a ser parte de una institución que integraba económicamente el Viejo Continente, Reino Unido se unió finalmente a la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1973, 16 años después de que fuera creada con la firma del Tratado de Roma en 1957.
La decisión se dio cuando la CEE atravesaba un boom económico mientras que la economía británica estaba estancada.
Thatcher defendía en 1975 la permanecia de su país en la UE. La adhesión no vino sin inconvenientes. Charles De Gaulle vetó dos solicitudes hechas por los británicos en 1961 y 1967. Pero después de su renuncia a la presidencia francesa en 1969, Londres envió una tercera solicitud que sí fue aprobada.
La carrera que desató el Brexit en América Latina para establecer nuevos vínculos comerciales con Reino Unido
Desde sus primeros años como miembro pleno de la CEE, germen de lo que más tarde sería la Unión Europea, Reino Unido ha tenido un pie dentro y otro fuera.
Y para muchos, el país del Brexit nunca ha realmente creído en una integración europea plena por el euroescepticismo de parte de su clase política y de su población.
No se unieron en 1985 al Acuerdo de Schengen para suprimir los controles fronterizos como tampoco en 1988 a la Unión Económica y Monetaria (UEM), por la que la mayoría del bloque adoptó el euro como moneda.
Es más, apenas dos años después de su adhesión a la entonces CEE, Reino Unido ya celebró un referéndum, el primero en la historia del país, sobre su permanencia en la institución. En ese entonces, la gran mayoría de la población apoyó la idea.
El Brexit fue aprobado en referéndum por un estrecho margen. Pero el amor de los británicos por Europa duró poco.

"Quiero mi dinero de vuelta"

Si bien antes de convertirse en primera ministra Margaret Thatcher (1979-1990) promovió una mayor integración económica con el continente, una vez se convirtió en la inquilina del número 10 de Downing Street (la residencia oficial del premier en Londres) sus posiciones cambiaron radicalmente.
En 1980, la Dama de Hierro le pidió a la CEE que ajustara las contribuciones de su país y amenazó con retener pagos de impuestos al valor agregado si no lo hacía, con una frase que trascendió en la historia: "Queremos nuestro dinero de vuelta".
"Sería un gran alivio si Reino Unido dejara la CEE", dijo el entonces mandatario griego de la época, Andreas Papandréu, en la tensa cumbre de Fontainebleau en 1984.
Su lucha con el continente duró cuatro años, pero finalmente Thatcher logró su propósito en la tensa cumbre europea de Fontainebleau en 1984.
Thatcher negoció lo que pasaría a llamarse "el cheque británico", una rebaja en las contribuciones por la que a Londres se le devuelven dos tercios del déficit fiscal de Reino Unido y el bloque europeo.
La medida se explicó porque en ese entonces más de dos tercios del presupuesto europeo iban a la Política Agraria Común, de la que Londres se beneficiaba poco.
"Sería un gran alivio si Reino Unido dejara la CEE", dijo el mandatario griego de la época, Andreas Papandréu.

El Brexit nació en Brujas

En 1986, con España y Portugal recién integrados al proyecto europeo, los 12 miembros del bloque firmaron el Acta Única Europea, la primera gran revisión del Tratado de Roma. Este nuevo documento buscaba crear un "mercado interior" en Europa con libre circulación de personas, mercancías y servicios. Pero en Londres, todo esto se veía con recelo.
Margaret Thatcher pronunció en 1988 un polémico discurso de Brujas que transformó para siempre el debate sobre Europa en Reino Unido.
En su discurso, la primera ministra advirtió sobre una supuesta intención de Europa de eliminar la soberanía nacional de sus miembros y concentrar el poder en sus instituciones.

"No hemos revertido exitosamente las fronteras del Estado en Reino Unido para verlas reinsertadas a nivel europeo, con un superestado europeo ejerciendo un nuevo dominio desde Bruselas".
Cuatro años más tarde, Reino Unido decidió abandonar el Mecanismo de Tipos de Cambio, que daría vida al euro.
En su libro Statecraft (El arte de gobernar), Thatcher aseguró que la moneda única europea era un intento de crear un "superestado " y predijo que fracasaría "económica, política y socialmente".
Y en 1995 entró en vigor el Acuerdo de Schengen, un tratado internacional a través del que varios países europeos suprimieron los controles entre sus fronteras interiores y Reino Unido tampoco quiso unirse a este proyecto.

La polémica expansión

129.000 migrantes del llamado grupo EU8 migraron a Reino Unido entre 2004 y 2005, justo después de la expansión de la Unión Europea.
El aspecto de la UE que desde un principio llevó a Londres a unirse al grupo fue el mercado común y mientras más amplio este se volvía, mejor para ellos.
Por eso, el gobierno del laborista Tony Blair se convirtió en uno de los grandes impulsores de una ampliación del bloque hacia el este del continente y gracias a la influencia británica, y el visto bueno alemán, el número de miembros de la UE pasó de 15 a 25 el 1 de mayo de 2004, incorporando, entre otros, a Polonia, República Checa y los países bálticos, creando así un espacio político y económico de cerca de 450 millones de personas.
La ampliación fue objeto de mucha controversia ya que fue la mayor en la historia de la organización.
La mayoría de los Estados miembros establecieron un período de transición de siete años antes de abrir sus fronteras a los trabajadores de los nuevos integrantes del club, con la excepción de Irlanda, Suecia y Reino Unido, que las abrieron de inmediato y sin restricciones.
Esta polémica medida hizo que entre las clases populares británicas muchos sintieran que estaban siendo "invadidos" por un contingente de trabajadores que cobraban menos que ellos y les quitaban sus empleos, un sentimiento que sería explotado por los euroescépticos.

"Es hora de que los británicos den su opinión"

El exdirigente británico David Cameron organizó el referéndum sobre el Brexit convencido de que su país votaría a favor de quedarse en la Unión Europea.
Según una investigación realizada por la Unidad de Investigación de Migración del profesor John Salt, de la University College de Londres, 129.000 migrantes del llamado grupo EU8 -que incluye a Polonia, Hungría, República Checa, Estonia, Lituania, Letonia, Eslovaquia y Eslovenia- ingresaron a territorio británico entre 2004 y 2005.
Esta ola migratoria exacerbó la retórica antieuropea en Reino Unido y sumada con la crisis financiera de 2008, que golpeó fuertemente la economía británica y al resto del continente, puso sobre el tapete la cuestión sobre la membresía del país en la UE.
Tras 13 años de gobiernos laboristas, el Partido Conservador de David Cameron ganó las elecciones en 2010 y en enero de 2013 el exmandatario aseguró que era "hora de que los británicos dieran su opinión" sobre el tema.
Con esta filosofía y buscando la reelección en 2015, Cameron basó su campaña electoral en torno a la promesa de organizar un referéndum sobre la permanencia de su país en la organización.
Y tan solo un año después de su victoria, la cumplió. Lo demás ya es historia.

Una oportunidad para la UE

Para Jean Pierre Maury, director adjunto de la Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas con sede en París, Londres nunca estuvo "completamente" dentro de la UE.
"Se integró a una parte de la unión: la relacionada con el libre comercio. Pero siempre se mostró incómodo con una integración mayor", le dice a BBC Mundo.
El experto en relaciones internacionales cree que después del Brexit "nos daremos cuenta de que Reino Unido frenaba el avance de la organización" y aunque asegura lamentar la salida de los británicos de la UE, sugiere que la integración comunitaria será más fácil sin Londres.
Según un estudio publicado en 2014 por la firma Deloitte, el 40% de las multinacionales con una sede en Europa escogió Londres, ya sea para montar su sede principal o simplemente abrir una oficina, seguida de lejos por París con un 8%, Madrid (3%), Ámsterdam y Bruselas (2,5% cada una).

Con el Brexit, la UE no solamente pierde un miembro, sino su segunda economía más importante, que representaba cerca del 15% de su PIB y que contribuía con más de US$13.000 millones al año a su presupuesto.
También pierde un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y un Estado cuya capital es uno de los mayores centros financieros del mundo.
Sin embargo, dirigentes continentales -como el primer ministro francés, Édouard Philippe- ven la salida de Reino Unido del bloque como una ocasión para fortalecer la competitividad de sus países y atraer negocios instalados actualmente en Londres.
"Francia tiene una oportunidad única, aprovechando el potencial que tiene nuestro centro financiero, para hacer que París se convierta en el principal centro financiero europeo después del Brexit", aseguró Philippe en un discurso en la capital francesa en 2017.
Autoridades holandesas y alemanas han expresado deseos similares con respecto a Ámsterdam y Fráncfort respectivamente.
Otra ventaja del Brexit para los demás países de la EU, según Maury, es que, ante el temor de que la organización se desmorone, sus dirigentes se verán obligados a comunicar objetivos de una manera más clara a sus ciudadanos y establecerán mejor sus prioridades, lo que podría reforzar su carácter democrático.
Pero el futuro no será fácil debido, sobre todo, por el aumento del populismo en el continente.
Este 2020 se vienen unas negociaciones que se presentan complicadas entre la UE y Londres en las que las dos partes tendrán que determinar qué relación quieren. Todos coinciden en que lo que más les beneficiaría sería un divorcio amistoso. No está claro que lo puedan lograr.

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