Chófer de Jaime Guzman La única vez que su nombre estuvo en las portadas de la prensa fue en abril de 1991, cuando asesinaron al senador Jaime Guzmán Errázuriz. El conductor Luis Fuentes Silva (65 años) lleva el registro mental de todos los momentos importantes del caso. Recuerda así ese lunes 1 de abril de 1991: -Llegamos al Campus Oriente de la Católica y me quedé esperando a don Jaime en el estacionamiento. Yo me quedaba siempre leyendo en el auto, mientras don Jaime subía a hacer sus clases, pero ese día la Anita (la secretaria de la Facultad de Derecho) me fue a buscar al auto. Me extrañé, porque primera vez que me llamaba para que subiera. Y ahí, cuando me vio, me hizo un gesto con la mano para que lo esperara un ratito y me pidió: "Bajemos juntos". O sea, yo casi estaba pedido, también. Jaime Guzmán había divisado a dos hombres sospechosos y se devolvió. Esperó un rato en secretaría y luego bajó junto al chofer. -El estaba como siempre. Me dijo: "Ya, vámonos, Luchito. Tenemos que pasar a la UDI". Salimos a la calle, doblamos a la derecha, yo iba a unos 40 km/hr seguramente cuando, al llegar al semáforo, de improviso cambió la luz de verde a roja. Paré y se acercaron unos gallos, y uno sacó el arma y ¡papapapapá! Yo arranqué en medio de las balacera. -¿Qué le dijo Guzmán? -Me dijo: "Son los mismos que vi adentro". Seguí camino y a la vuelta, en Los Leones, le dije: "Lo llevo al Hospital de Carabineros", porque como que se estaba sintiendo mal. Yo creí que era el susto, porque no le vi sangre. No me imaginé que estaba baleado. "¡No, no! Al Hospital Militar", me contestó. Y por ahí, a la altura de Lota, se me cayó en el hombro, desmayado. Así que partí a la UDI (la sede está en la calle Suecia) a buscar a alguien que me ayudara. Y salió Juan Díaz con otro y partimos al Hospital Militar, ellos golpeando las puertas de los autos para que se hicieran a un lado, contra el tránsito, con baliza, con todo. Después que llegamos, no lo volví a ver. A mí me llevaron a otro piso, me dieron unos remedios y luego llegaron el general Pinochet y parece que Ballerino. Y me dijeron: "Se murió tu jefe". Hoy, Luis Fuentes piensa que Guzmán lo presentía: "Ni siquiera hizo el gesto de protegerse. Solo tomó su rosario". Después de eso anduvo escondido durante meses. Le pusieron escolta. Fue a declarar ante dos ministros investigadores, lo llevaron a ruedas de presos, lo interrogaban una y otra vez, como único testigo directo del asesinato. "Si nadie sabe lo que pasé. Estuve en tratamiento, dopado. Tenía pesadillas, despertaba gritando, no podía dormir". Le costó rehacer su vida. Hoy va cada 15 días al cementerio a llevarle flores al senador. Cada vez que sale de su casa le pide al retrato de óleo que le regaló Rosario Guzmán que lo proteja; asegura que ha hecho milagros en su familia. "Yo quería mucho a don Jaime, y mi esposa también. Todavía es mi jefe, aunque no esté aquí" |
Revelan testimonio en que frentista condenado por el crimen de Jaime Guzmán afirma que sufrió torturas tras ser detenido en 1992 MIE 10 OCT 2018 El texto fue dado a conocer hoy en el Comité Pro Asilo en Francia de su familia, de manera paralela a la audiencia de extradición que se realizó hoy en la Corte de Apelaciones de Francia, la cual finalmente se postergó para diciembre. Nueve días desde su detención en 1992 para el ex miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez condenado como uno de los autores materiales asesinato de Jaime Guzmán, Ricardo Palma Salamanca, pudiera recibir a sus abogados. Esto fue lo que aseguró el Comité profesional en Francia de su familia, en un testimonio que se dio a conocer hoy en Almirante Latorre número 149, Comuna y Santiago. "Estuvo fue y desapareció durante varios días, siendo negado a familiares e instancias de Derechos Humanos", dice el escrito, que fue leído por el abogado Alberto Espinoza previo a un conversatorio en el que también participó los premios nacionales Tomás Moulian y Julio Pinto, En este día, finalmente se determinó que el fallo se entregará en diciembre de este año. De acuerdo a la versión de Palma Salamanca, hace casi 25 años fue “asediado” por los ministros de la Corte Guillermo Navas y Alfredo Pffeifer “en incontables ocasiones”. Según cuenta, en el proceso, Navas omitió como medio de prueba “que en todas las ruedas de reconocimiento, los testigos presenciales nunca lo reconocieron como autor de los hechos”. Y además, se produjo en su propio tribunal un encadenamiento e insultos permanentes. El ministro Pffeifer, en tanto, en sus interrogatorios. Hacía gala permanente de sus guardaespaldas muy bien armados. "En una ocasión fue receptor de un escupo en la cara por guardar silencio frente a sus preguntas ”. El ex frentista, según el mismo relato, ha sido incomunicado en varias oportunidades: durante 28 días sin descanso en la galería 12 de la antigua Penitenciaría de Santiago, y luego por los meses en el colectivo del interior del mismo penal, el cual estaba Destinado a personas con enfermedades mentales o vagancia.
Posteriormente, siempre según la misma descripción, fue trasladado a la calle 5 del recinto, donde se encontró y se cumplió con otros en la época, hasta que se derivó hasta la Cárcel de San Miguel en un operativo de fuerzas antimotinas “donde varios presos Fueron heridos de gravedad ”. Afirmó el relato: “En ese momento y por orden se expresaron los ministros que fueron golpeados casi hasta la inconsciencia en el patio de la guardia interna”. Agregó: “Una vez ingresó a dicho penal, el recibimiento fue similar al descrito. “Presentación” le llamaban. No se puede transcurrir más de dos meses de tranquilidad y el ministro. Lo que se deja salir una vez al día por una hora y el resto lo que pasa en la celda. Este castigo se prolongó por seis meses. Después de dos años en las cárceles de San Miguel, la orden de incomunicar otra vez durante 15 días más en celdas de incomunicación ”. Tres años después fue trasladado a la Cárcel de Alta Seguridad, hasta su fuga el 30 de diciembre de 1996. Hoy espera que se resuelva su extradición a Chile para cumplir con la falta de su condición. Ana Karina Gonzalez Huenchuñir; francia carolina vera valdes; Ana Gonzalez Huenchuñir |