martes, 12 de julio de 2016

HELENE DEMUTH, la sirvienta de Carlos Marx "el explotador de mujeres" a




Los biógrafos marxistas que escriben sobre Karl Marx tienen la poco profesional y para nada ética costumbre de “obviar” los detalles de su vida privada, no porque estos sean irrelevantes sino porque son tan macabros y desagradables que escribiendo sobre ellos temen herir su ideología. Sabido es el maltrato que Marx propinó a sus tres hijas, de hecho se negó a pagarles los estudios y llevó a que dos de éstas se quitaron la vida tras años de soportar reiterados abusos potenciados por el alcoholismo de su padre. Tristemente, de los abusos sufridos por Helene Demuth su “secretaria” poco se sabe popularmente.
 Helene Demuth Definitivamente si nos enteramos que un hombre el cual se llenó la boca hablando de expropiaciones y explotación capitalista tuvo una sirvienta a la cual nunca le pagó un sólo suelo, y que tras embarazarla cobardemente hizo pasar por padre de la criatura a un amigo, en la cabeza nos repicará con un tintineo aguijoneante la palabra hipócrita. No estaríamos equivocados, ya que lamentablemente la vida de Helene fue muy triste.
Nacida en una familia de Saarland un 31 de Diciembre de 1820 de joven comenzó a trabajar como criada de varias familias hasta llegar a la casa de los Marx, con los cuales posteriormente se mudó a Londres. La situación social de Helene no era muy buena, de hecho sus servicios no se pagaban con dinero sino que, por órdenes del padre del comunismo, se le daba solo lo indispensable y un techo… ciertamente Helene vivía en una situación servil comparable a la de un sirviente liberto romano. Para el año 1851 -no se sabe si a partir de una relación consensuada o de una violación- Helene da a luz un niño, Frederick Demuth. 
Ante la sospechosa “casualidad” que naciera un niño a una mujer que prácticamente no tenía vida social todas las miradas cayeron sobre Marx, quien en vez de hacerse cargo obligó a su ricachón amigo, Engels, el mismo que pagaba sus vicios, a reconocer al niño como propio.
Poco se sabe de la relación entre ambos ya que Marx siempre negó la paternidad. De todas maneras, gracias a una carta escrita por Louise Freyberger a August Bebel fechada en el año 1898, sabemos que Marx no solo no reconoció al joven, sino que además lo despreció y constantemente basureó.
Semejante secreto carcomería la conciencia de Engels, quien en su lecho de muerte, ya sin casi poder hablar, confesaría a Eleanor, la hija menor de Marx, la verdad sobre el origen bastardo de Frederick Demuth.

¿Qué es lo irónico de esto? 

Marx siempre deseó hijos varones, de hecho son sabidos los desprecios que propinó a su mujer durante el mismo parto al enterarse el sexo de sus hijas, llegando a decir en el nacimiento de la primera “Mi esposa dio a luz un bebé; desgraciadamente ésta es una niña y no un niño”..


Hijo Bastardo  de Karl Marx

A finales de 1850 -tras seis terribles meses en 64 Dean St.- Karl y Jenny Marx hallaron una vivienda, ya no tan provisional, a cien metros en la misma calle, en dos habitaciones del piso alto del número 28. 
Los muebles y los accesorios del piso de dos habitaciones en que vivían estaban rotos, raídos o desgarrados, con un dedo de polvo cubriéndolo todo. En el centro del salón principal que daba a Dean Street había una gran mesa cubierta con un hule en el que se apilaban manuscritos, libros y periódicos de Marx, además de los juguetes de los niños, trapos y retales del costurero de su mujer, varias tazas con los bordes rotos, cuchillos, tenedores, lámparas, un tintero, vasos, pipas de arcilla holandesas y una gruesa capa de cenizas de tabaco. Encontrar un lugar donde sentarse no estaba exento de peligro.

 "Hay una silla con sólo tres patas; en otra silla, los niños han estado jugando a las cocinillas; casualmente esta silla tiene cuatro patas -informó un invitado. Ésta era la que se ofrecía a las visitas, pero los potingues de los niños no han sido retirados; si uno se sienta, se arriesga a perder un par de pantalones".

Uno de los pocos informadores policiales prusianos que logró entrar en esta caverna llena de humo se sintió impresionado por los caóticos hábitos de Marx:

"Lleva una vida de auténtico intelectual bohemio. En contadas ocasiones lava, cepilla o cambia la ropa de la casa. Además, le gusta emborracharse. Si bien a menudo no hace nada durante varios días seguidos, cuando tiene mucha tarea trabaja día y noche con infatigable tesón. No tiene horas fijas para ir a dormir o para despertarse. A menudo se queda despierto toda la noche y luego se tumba totalmente vestido en el sofá a medio día y duerme hasta la noche, sin que le molesten las idas y venidas de todo el mundo".


La renuencia de Marx a irse a la cama parece absolutamente razonable, ya que toda su familia -incluida el ama de llaves, Helene “Lenchen” Demuth- tenía que dormir en una habitación pequeña en la parte trasera del edificio. Cómo Karl y Jenny hallaban tiempo e intimidad para la procreación, es un misterio; se supone que aprovechaban la oportunidad cuando Lenchen sacaba a los niños de paseo. Con Jenny enferma y Karl preocupado, la tarea de preservar cualquier parecido con el orden doméstico recaía por entero a su sirvienta. 

"Si supieras cuánto te echo de menos a ti y a los pequeños -escribió Jenny a Karl durante su infructuosa expedición a Holanda en 1850. Sé que tú y Lenchen cuidaréis de ellos. Sin Lenchen no me sentiría tranquila aquí"

En realidad, Lenchen desempeñaba las tareas habituales de Jenny, incluidas las del lecho conyugal. Nueve meses después dio a luz a un niño varón. En el certificado de nacimiento del joven Henry Frederick Demuth, al que luego llamarían Freddy, el espacio para el nombre y la ocupación del padre fue dejado en blanco. El niño fue dado poco después a unos padres adoptivos, probablemente una pareja de trabajadores de apellido Lewis que vivían en el este de Londres. (Sólo hay pruebas circunstanciales: el hijo de Lenchen cambió su nombre por el de Frederick Lewis Demuth y pasó toda su edad adulta en el barrio de Hackney. Se convertiría en un cualificado tornero y trabajaría en varias fábricas del East End, miembro incondicional del Amalgamated Engineering Union [Sindicato del Metal] y miembro fundador del Partido Laborista de Hackney. Decían sus colegas que era un hombre callado que nunca hablaba de su familia. Murió el 28 de enero de 1929).

Puesto que Freddy había nacido en la pequeña habitación trasera de 28 Dean Street -y el abultado vientre de Lenchen debió haber sido muy visible las semanas anteriores-, no pudieron ocultar a Jenny esta aparentemente milagrosa concepción. Aunque profundamente disgustada y enojada, estuvo de acuerdo en que la noticia les habría provisto de munición letal a los enemigos de Marx si se llegaba a saber. Así empezó uno de los primeros y más logrados encubrimientos jamás organizados por el bien de la causa comunista. Hubo muchos rumores de que Marx había sido padre de un hijo ilegítimo, pero la primera referencia pública sobre la verdadera paternidad de Freddy no apareció hasta 1962, cuando el historiador alemán Werner Blumenberg publicó un documento encontrado en el inmenso archivo marxista del Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam. Se trata de una carta escrita el 2 de septiembre de 1898 por Louise Freyberger, una amiga de Helene Demuth y ama de llaves de Engels, en la que se cuenta la confesión en el lecho de muerte de su señor: 

"Sé por el propio General [Engels] que Freddy Demuth es hijo de Marx. [...] Freddy se parece mucho a Marx, y, con esa cara de auténtico judío y con ese pelo negro y espeso, sólo un ciego prejuicio podría ver en él un parecido con el General. He visto la carta que Marx escribió al General en Manchester en esa época (por supuesto, el General, por entonces, aun no vivía en Londres); pero pienso que el General destruyó esa carta, como tantas otras que habían intercambiado. Esto es todo lo que sé sobre el asunto. Freddy nunca supo, ni por su madre su por el General, quién era realmente su padre... Estoy leyendo de nuevo las pocas líneas que me escribiste sobre el asunto. Marx era siempre consciente de la posibilidad del divorcio, ya que su mujer era tremendamente celosa. él no amaba al niño, y el escándalo hubiese sido mayúsculo si se hubiese atrevido a hacer algo por él".


Desde que se hizo público en 1962, la mayoría de expertos marxistas han aceptado este documento como prueba concluyente de la infidelidad de Karl. Pero hay uno o dos escépticos. [...]

Tanto Karl Marx como su esposa dejaron pequeñas pero significativas pistas de lo que en realidad sucedió. El ensayo autobiográfico de Jenny, A Short Sketch of an Eventful Life, escrito en 1865, incluye un curioso y revelador comentario:
 "A principios del verano de 1851 ocurrió un hecho que no quiero relatar aquí en detalle, aunque contribuyó a aumentar nuestras preocupaciones, personales y de otro tipo".

 El hecho en cuestión sólo puede haber sido el nacimiento de Freddy. Si a Helene Demuth la hubiese dejado embarazada cualquier otro amante, ¿Por qué le habría de causar a Jenny un dolor tan íntimo y duradero?
Más extraña aún resulta una carta enviada por Marx a Engels el 31 de marzo de 1851, cuando Helene estaba embarazada de seis meses. Tras una épica queja sobre sus deudas, sus acreedores y su tacaña madre, Marx añade:

 “Admitirá que esto es un tremendo lío y que estoy hasta el cuello de porquería pequeñoburguesa...” 

Pero finalmente, para dar al asunto un sesgo tragicómico, hay además un mystère que le voy a revelar en très peu de mots. Sin embargo, me acaban de interrumpir y debo ayudar a cuidar de mi esposa. El resto, pues, en que también aparece usted, en la próxima". En su siguiente carta ya había cambiado de opinión. 

"No le voy a escribir sobre el mystère, pues, coûte que coûte [cueste lo que cueste], iré a visitarle en cualquier caso a finales de abril. Debo desaparecer de aquí por una semana”.



¿Cuál ere ese mystère si no la gestación de Lenchen?

 Los evasivos recursos al eufemismo en francés sin duda lo demuestran, ya que éste era su lenguaje habitual para referirse al embarazo. (Durante los embarazos de Jenny a menudo le decía a Engels que ella estaba en un état trop intéressant). 

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